viernes, 16 de marzo de 2012

Como la mala hierba

Como la mala hierba
Viernes, Marzo 16, 2012 | Por José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, marzo, www.cubanet.org -Al estilo de los viejos
taoístas chinos, pero en versión zafia, nuestros caciques suelen diseñar
sus batallas dejando al contrincante una pequeña brecha, como al
descuido, para que se escape. Con ello la victoria les resulta más fácil
y barata.

Así lo hicieron siempre con los emigrantes y exiliados. Y según todo
indica, se han propuesto volver a hacerlo en estos tiempos, sólo que con
una pequeña variante en la táctica. El escape esta vez sería en sentido
contrario, de allá para acá.

En lo que no cambian ni un ápice es en su malévolo afán por dividir a
los cubanos, manipulándolos para debilitarlos mediante el enfrentamiento
de intereses y pasiones.

Están obligados a ensayar nuevas posibilidades de inversión foránea,
pero cada vez son menos los inversionistas que confían en ellos, visto
ya que se niegan a renunciar a su obsoleta dictadura totalitaria. Y
ahora, además, están interesados en buscar atenuaciones para el
detalle, tan revelador, de que la mayoría de los cubanos se marchan del
país, huyéndoles, no obstante lo que ellos pregonan ante los pobres
latinoamericanos como las conquistas de la revolución.

Entonces echan garra de nuevo a su estilo taoísta, abriéndole una brecha
a la emigración y aun al exilio, algunos de cuyos representantes quizá
podrían venir en breve a explorar algún que otro negocio, siempre que
estén dispuestos a entrar por el aro de sus oportunistas y arrogantes
condiciones como reyes de la Isla.

Si al menos no fueran tan soberbios y -dado que están con un metro de
lengua afuera- se dignaran a derribar los muros para darle entrada a
toda nuestra gente de la diáspora, pero a todos de verdad, sin otra
exigencia que las buenas ganas de querer regresar, lo mismo a invertir
su dinero que a echar a correr la suerte en la reconstrucción de su
tierra en ruinas. Sin que medien amañadas selecciones.

Pero no es el caso. Y aun así, ni siquiera es lo peor. Sabedores de que
no todos los cubanos de la diáspora estarían en disposición de acogerse
a su ley del embudo, nuestros caciques envían en la avanzada de la nueva
táctica a la piara de siempre, la de sus amanuenses de afuera y de
adentro, quienes están asumiendo el trabajo sucio de dinamitar la
armonía entre exiliados y emigrantes, entre viejos y jóvenes, entre
activos y pasivos desavenidos del régimen.

Y he aquí que tales amanuenses apelan otra vez a la rancia y ridícula y
fullera teoría de que entre los cubanos que viven en el exterior,
solamente a unos pocos les disgusta el régimen, es decir, a los
políticos y a los hijos de ricos expropiados que se fueron en los años
60, más a un menudo grupo de opositores activos.

Por supuesto que nadie con dos dedos de frente se tragaría esa guayaba,
pero ni falta que les hace, porque precisamente uno de los primeros
objetivos de estos nuevos planes del cacicazgo es cambiar la imagen
entre la camarilla de sus garantes en Latinoamérica, donde, por regla
general, no abundan las frentes anchas.

Una vez descontada la incalculable cantidad de alcahuetes y policías
camuflados que se han dedicado a regar como serpentinas por todo el
mundo, junto a una buena parte, no todos, de los miembros de eso que
llaman el exilio de terciopelo, resultaría muy difícil hallar a un solo
cubano, entre el par de millones que viven allende los mares, que
simpatice en lo más mínimo con el régimen.

Si bien es cierto que los que se fueron en oleadas, a partir de los años
80, tienden a mostrarse deseosos por visitar a sus familiares en la
Isla, y lo hacen tan pronto legalizan su situación en Estados Unidos, no
es verdad, en absoluto, que sean menos desavenidos, ni aun menos
abiertamente opuestos al régimen. Su regreso no está condicionado, ni
remotamente, por un cambio de ideales, ni por la ausencia de éstos. En
ello no interviene la menor motivación política.

Pero lo que sí es cierto, y además fácilmente comprobable, es que en su
decisión de abandonar el país pesó de una manera radical la represiva y
mísera y desesperanzadora atmósfera política en que el régimen les
obligaba a vivir.

Entonces, ¿cuál es el cuento de camino con que estos amanuenses quieren
dormir al personal?

El gran impedimento para que los cubanos corrijamos de una vez esta
deriva en la que vamos en picada, no reside en el extranjero, no hay que
agenciárselo a las torpes actuaciones de un pequeño grupo de
politiqueros cubanoamericanos, ni en general hay que buscarle remedios o
excusas más allá del Morro. En todo caso, el gran impedimento consiste
en que los únicos que en verdad debieron irse del país no se van. Están
sembrados, y erosionando el suelo, como la mala hierba.

http://www.cubanet.org/articulos/como-la-mala-hierba/

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