jueves, 29 de marzo de 2012

La imposible actualización del socialismo

La imposible actualización del socialismo
[28-03-2012]
Elías Amor Bravo
Economista ULC

(www.miscelaneasdecuba.net).- He esperado intencionadamente el final de
la visita del Papa para abordar el análisis de las palabras del ministro
Murillo, en las que señala que "los cambios económicos son una
actualización del modelo socialista", y añade que en Cuba, "nunca habrá
cambios políticos".

Lo primero que debemos aclarar es que no se trata de enunciado nuevo alguno.

Desde que se lanzó el "manual del buen revolucionario" llamado
"Lineamientos", aprobado por el congreso del partido único el pasado
año, no se está diciendo otra cosa que eso. Raúl Castro reconoció
primero públicamente que la economía cubana estaba al borde del
precipicio, para decir después que lo que se tenía que hacer era
"actualizar el socialismo".


Ese concepto de "actualizar" algo que precisamente presume de su
modernidad y vanguardia es algo que nos cuesta asimilar, pero haciendo
un pequeño esfuerzo vamos a tratar de desmontar, con argumentos
procedentes de la Economía política, esta aberración que, de llevarse a
término, va a suponer más desdichas para el pueblo cubano.

Para empezar, lo primero que se tiene que destacar es que en la economía
castrista nunca ha existido el socialismo. La propiedad estatal de los
medios de producción, la confiscación de los derechos de propiedad, la
eliminación del mercado como instrumento de asignación de recursos,
tiene muy poco que ver con lo que se entiende por socialismo en las
naciones occidentales y democráticas.

Por ello, si se tiene que calificar el sistema económico castrista con
alguna etiqueta, no cabe duda que hay que hablar de comunismo, y además
reaccionario y de base estalinista, más propio de las primeras décadas
del siglo XX, que de los tiempos actuales de sociedad del conocimiento y
de las modernas tecnologías.

Anclados en ese modelo que ha mostrado en numerosas ocasiones que es
ineficiente y contrario a la razón humana, el castrismo raulista
pretende impulsar una "actualización", sin modificar los elementos
constitutivos del sistema que son los que producen más deficiencias y
desequilibrios. Dicho de otro modo, se plantea una acción modificativa
de algo que funciona de manera incorrecta.

Corolario, como la acción a realizar va en la misma dirección que los
defectos del sistema, se corre el riesgo cierto de que se agraven los
defectos que se pretenden corregir (corrupción, desigualdades,
improductividad, ineficiencia, agravios).

Actualizar lo que no funciona es un error, si no se alteran las bases
que lo convierten en algo inútil e inadecuado para los tiempos.

Murillo se empeña en seguir un guión de parches que sólo van dirigidos a
ganar un tiempo que los mercados internacionales no van a conceder a la
Isla, y que supone un obstáculo, yo diría empleando los términos
castristas, un embargo o bloqueo al pleno despliegue de las fuerzas
productivas internas de la economía cubana, que son las únicas que
pueden ayudar a superar un atraso relativo de más de medio siglo.

Es imposible la actualización del socialismo si no se modifica el
sistema de derechos de propiedad que consagra la mayor parte del capital
social y la acumulación de beneficios a un estado mediocre y falto de
objetivos estratégicos. Devolver el capital productivo a los cubanos
para que puedan ser libres de destinarlo a aquellas actividades que
resulten más rentables y compensen su esfuerzo, y consolidar un sistema
de derechos de propiedad legítimo y estable, protegido por las leyes,
que garantice el respeto de los contratos y los acuerdos, es condición
sine qua non para poner en funcionamiento las bases de la economía.

Advierto que como en los Lineamientos no se hace referencia alguna a
esta cuestión, nada de lo que se vaya a poner en marcha, dará los frutos
buscados. El castrismo no puede pretender jugar al capitalismo,
manteniendo estructuras totalitarias de funcionamiento de la economía.

El mercado exige libertad para que oferta y demanda alcancen equilibrios
óptimos y estables beneficiosos para todos, facilitando la acumulación
de recursos, el crecimiento económico y bienestar. No hay nada de
fanático en estas creencias que vienen avaladas por más de doscientos
años de funcionamiento de las estructuras de la economía de mercado.

Los críticos de la libertad se escudan en etiquetas creadas ex profeso a
partir de experiencias deformadas de acuerdo con sus objetivos. Es
cierto que crisis graves han sacudido las estructuras de la economía de
mercado libre, pero el capitalismo siempre ha salido más reforzado de
las crisis, y lo mismo hará ahora.

Lo que ni Rodríguez ni Castro pueden pretender es diseñar una "vía
castrista" para superar los atrasos de la economía de la Isla.
Actualizar, no. Que no pierdan tiempo de manera innecesaria. Lo que hace
falta es reordenar, reestructurar y apostar por un nuevo modelo
económico. Esto es crucial.

Cuánto más tiempo se pierda en esta tarea, más grave puede llegar a ser
la situación futura de la economía. Ya se ha observado como en los
últimos años de expansión latinoamericana, la economía castrista ha
registrado los peores resultados macroeconómicos de la región,
situándose en la cola de las cifras de crecimiento y perdido la ola de
estímulo que se ha desatado por toda la región.

Las deficiencias estructurales exigen un cambio en profundidad que, más
tarde o temprano, debe suponer los cambios políticos que niega Marino
Murillo, y que seguramente el podrá contemplar. La economía cubana
necesita ser puesta en valor, desplegando sus
potencialidades en la economía global, usando las mismas reglas del
juego que sus vecinos.

Finalizada la etapa de gratuidades, subvenciones a fondo perdido y
donaciones, los sectores productivos de la Isla se tienen que orientar
la exterior, promoviendo las condiciones para dar sustento y satisfacer
las necesidades de la población, primero, y los excedentes destinarlos
al comercio. Obtener ingresos del exterior por la vía competitiva
permitirá a la isla realizar los proyectos de inversión necesarios para
modernizar y mejorar las infraestructuras públicas y privadas.

Suscribiendo las palabras del ministro, sería necesario reafirmar
cambios, no actualización. Cambios valientes, de 180º que supongan un
nuevo comienzo, que apunten a la libertad política y el respeto del
marco de legalidad, suprimiendo arbitrariedades y la falta de seguridad
legal que se deriva de un sistema en el que la división de poderes es
inexistente. Eso se llama democracia y libertad, y su corolario en la
economía es el mercado, el sistema capitalista. La única vía posible.
Con nombres y apellidos.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=35612

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