sábado, 24 de marzo de 2012

Bochorno

Bochorno
Jueves, 22 de Marzo de 2012 14:39
Luis Cino Álvarez

Cuba actualidad Arroyo Naranjo, La Habana, (PD) Aunque no soy un
católico practicante –lo soy "a mi manera", como son casi todos los
cubanos que dicen serlo-, nunca negué que lo fuese en los tiempos de las
iglesias cerradas o casi vacías y las planillas "cuéntame tu vida" con
la ominosa pregunta de si uno tenía creencias religiosas. Y no me
arrepiento. Por eso, en estos momentos me siento con todo derecho a
decir sin ambages que la actitud de la Iglesia Católica cubana me abochorna.

No se puede sentir otra cosa que bochorno luego de la -más que
autorización- invitación cardenalicia para que efectivos de Seguridad
del Estado penetraran en la Iglesia de Nuestra Señora de la Caridad, en
Centro Habana, y desalojaran a la fuerza a los trece disidentes –la
mitad de ellos, mujeres y ancianos- que ocupaban el templo desde hacía
más de dos días.

No fue una sorpresa. Luego del comunicado del Arzobispado, que parecía
escrito por un funcionario de orden interior de alguna prisión y
expresamente destinado al periódico Granma y el NTV, todos esperábamos
un desenlace represivo.

Pero no tenía necesariamente que haber sido así. Había muchas maneras de
negociar. No creo que los ocupantes fuesen más rígidos e intolerantes
que los personeros el régimen. Y miren lo bien que se las arregla
últimamente el Cardenal Ortega para tratar con ellos.

Pero la jerarquía eclesiástica no tiene mucha paciencia ni disposición
para tratar con disidentes. Al menos, eso fue lo que demostró hace
varios días el obispo Emilio Aranguren al sacar a gritos y empujones a
otro grupo de disidentes de la Iglesia de San Isidro, en Holguín. Les
advirtió que si no se iban, vendría su gente a desalojarlos.

Y no es que los sacerdotes no deban ser enérgicos a la hora de hacer
respetar los templos. Sólo que no deben exagerar. Porque, ¿a quién se
refería el obispo Aranguren cuando advirtió que utilizaría a "los
suyos", a "su gente", para desalojar a los disidentes? ¿Acaso ya la
Iglesia dispone de su propia brigada de respuesta rápida?

Así y todo, es preferible un sacerdote que parezca un sheriff y la
posibilidad de una banda parapolicial de beatos y calambucos antes que
invitar a la policía política a entrar en los templos a sacar a rastras
a un puñado de personas pacíficas que sólo querían que se escucharan sus
demandas. Porque de eso se trataba, por mucho que Orlando Márquez, el
vocero del cardenal Ortega, afirmara en el comunicado del Arzobispado
que se trataba de "una estrategia preparada y coordinada con antelación
para crear situaciones críticas" durante la visita del Papa Benedicto
XVI. ¿O es que el compañero Márquez dispone de informaciones en ese
sentido suministradas a él por sus compañeros del Departamento Seguridad
del Estado?

No nos agrada el método de ocupar templos a aquellos que consideramos
que esos son sitios sólo para orar al Señor y que por sagrados, hay que
respetar. Pero mucho más insultante que la presencia en el templo de los
que confunden el escenario para sus protestas, es la irrupción de una
fuerza policial, por muy desarmada que digan haya ido. Que la haya
invitado el cardenal Ortega es todavía peor.

La jerarquía católica cubana, y particularmente el cardenal Jaime
Ortega, es culpable del foso que se crea entre la iglesia y no sólo los
opositores, sino la mayoría de los cubanos que aspiran a vivir en
libertad y no disponen de espacios institucionales donde expresar sus
demandas. Es culpable, porque al asumir hipócrita y unilateralmente una
mediación con el régimen sin definir a través de qué medios y qué se
propone, creó expectativas que ahora no sabe llenar y mucho menos tiene
coraje para hacerlo.

¿Se contentará la Iglesia con que le permitan abrir seminarios, le
devuelvan algunas propiedades confiscadas, autoricen algún feriado
religioso y le concedan al cardenal de vez en cuando unos minutos en la
radio y la televisión?

¿Acaso no debemos esperar que la Iglesia proteja a los que no tienen
pan, a los débiles y los perseguidos? ¿O es que en Cuba su función
social se va a limitar a hacer un poco de caridad, dar cursos para
cuentapropistas, bendecir los Lineamientos Económicos y Sociales del
Partido Comunista y hacer misas por la salud de gobernantes extranjeros?

¿Preferirá la Iglesia cultivar las buenas relaciones con el régimen
antes que con sus sufridos fieles?

Antes que se repitan la ocupación de otro templo o algo peor, será mejor
que la jerarquía católica deje la hipocresía y defina claramente hacia
dónde va y qué quiere. Y que deje de hacer (mala) política. O al menos
diga a favor de quién la hace. Para saber de una vez -sin que haya
máscaras ni confusiones- que no se puede contar con ella para la causa
de la libertad.

Para Cuba actualidad: luicino2012@gmail.com

http://primaveradigital.org/primavera/component/content/article/117-politica/3692-bochorno.html

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