sábado, 24 de marzo de 2012

Benedicto XXVI y Castro II

Benedicto XXVI y Castro II
Jueves, 22 de Marzo de 2012 14:42
José Antonio Fornaris

Cuba actualidad, Managua, La Habana, (PD) De acuerdo con lo anunciado
por la Iglesia Católica, el próximo día 26 de marzo arribará a la isla
el Papa Benedicto XVI. El Pontífice ofrecerá en esa misma fecha una misa
en Santiago de Cuba, y el 28 otra en la Plaza José Martí, en la capital.

Cuando en enero de 1998, Juan Pablo II estuvo en Cuba, había
expectativas, la gente esperaba algo. Era polaco y Polonia se había
librado del comunismo. Asimismo, desde el Vaticano había visto no sólo
la caída del Muro de Berlín, sino además el derrumbe de todo el campo
socialista en Europa.

Catorce años después no hay esperanza de nada espectacular con Benedicto
XVI. Se sabe ya que los logros hay que obtenerlos por esfuerzo propio,
que la Iglesia Católica no es una aliada en el camino hacia la
democracia, sino que más bien parece ser una amiga de los gobernantes
vitalicios de Cuba.

Dentro de ese contexto, cientos de disidentes en la isla firmaron una
misiva que solicitaba que el Papa no viniera, y una cantidad similar o
mayor de cubanos en Estados Unidos pidieron lo mismo.

Junto a eso, 13 personas, 8 hombres y 5 mujeres, ocuparon el día 13 de
marzo la Iglesia de la Caridad, en el municipio Centro Habana, para
hacer solicitudes al Papa y llamar la atención sobre la situación en el
país.

Dos días después los medios oficialistas, incluido el órgano oficial del
Comité Central del Partido Comunista, el diario Granma, publicaron un
comunicado del Arzobispado de la Habana, que condenaba el hecho.

"La iglesia escucha y acoge a todos, e igualmente intercede por todos,
pero no puede aceptar los intentos que desvirtúan la naturaleza de su
misión", se aseguró en el documento. Y de forma enfática destacó: "Nadie
tiene derecho a convertir los templos en trincheras políticas".

No es difícil estar de acuerdo con esa posición, pero el principal
responsable de ese incidente es el régimen, que no permite ningún
espacio a la oposición pacífica y mantiene un férreo apartheid político,
al mismo tiempo que difama y reprime de forma incivilizada a cualquiera
que manifieste su interés a favor de un cambio de gobierno en el país. Y
la segunda responsable es la propia iglesia, porque diga lo que diga, sí
se está ocupando de cuestiones políticas, aunque en Cuba, por las
características totalitarias del régimen, todo es político.

Cuando el cardenal agradece al Estado las facilidades brindadas para la
construcción de un nuevo seminario e invita al general Raúl M. Castro,
un gobernante que no ha sido electo en elecciones libres, justas y
democráticas, a la puesta en funcionamiento del nuevo centro eclesial,
eso es una actitud política.

Y también es un acto político cuando se cede la Catedral de La Habana
para una misa a favor de la salud del presidente venezolano Hugo Chávez
-la podían haber hecho en Venezuela, Dios está en todas partes-,
principal aliado del gobierno militar de los Castro, permitiendo además
que el canciller de Chávez, hiciera un discursito al final de la
homilía. Lo que convirtió la catedral habanera, con el beneplácito del
cardenal, que estaba presente, en una trinchera chavista.

Los ejemplos pueden ser múltiples, pero baste agregar que en abierta
contradicción con lo que dijo el comunicado del Arzobispado, en el
sentido de que las autoridades se habían comprometido "a no actuar en
modo alguno" contra las 13 personas que se encontraban dentro del
templo, esa misma noche, sobre las nueve, fuerzas policiales entraron y
las sacaron a rastras. Otra nota de la Iglesia, divulgada el día 16,
informó que a solicitud del Cardenal Jaime Ortega, los ocupantes fueron
"retirados" del templo.

Con el buen proceder de Ortega hacia el Estado, es probable que se les
conceda lo que tanto ha pedido la Iglesia, un espacio habitual dentro de
los medios de divulgación masiva. Luego, es lo más probable, se escogerá
entre la Internacional y la Marcha del 26 de Julio el tema musical de
presentación. Pero el asunto es que Jesús afirmó "sé de donde he venido
y a donde voy", pero la Iglesia Católica en Cuba quizás sepa de donde ha
venido, pero no hacia dónde va. ¿O es qué lo sabe y no le importa?

Dentro de todo ese panorama, la visita de Benedicto XVI servirá, más que
todo, para que la imagen del general Castro, un individuo que ha tenido
mucho que ver, durante más de medio siglo, con todas las penalidades
físicas y morales de la población de Cuba, que nunca ha manifestado
arrepentimiento, y que aún llama a la violencia entre cubanos al afirmar
que las calles son de los revolucionarios, es decir, de sus seguidores,
llegue a muchas partes del mundo junto a alguien, que se afirma es el
seguidor de San Pedro y representante de Cristo.

Para Cuba actualidad: fornarisjo@yahoo.com

http://primaveradigital.org/primavera/component/content/article/117-politica/3693-benedicto-xxvi-y-castro-ii.html

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