lunes, 26 de marzo de 2012

Un minuto nada más

Publicado el lunes, 03.26.12

Un minuto nada más
Gina Montaner

El Papa Benedicto XVI llega hoy a Cuba después de visitar México. El
objetivo principal de su gira es mejorar la imagen del catolicismo en
medio de una crisis de fe entre creyentes que se pasan a otras
religiones y que sienten una profunda desilusión por los numerosos
escándalos de pederastia que hasta hace muy poco la Iglesia ocultaba. Lo
cierto es que cada vez hay menos sacerdotes y monjas y que, como ocurre
en la isla caribeña y en la nación azteca, la santería y las
congregaciones cristianas protestantes parecen atraer más adeptos.

Está claro que al Papa, en calidad de representante de Dios en la
Tierra, le toca hacer de relaciones públicas de una institución a la que
cada vez le cuesta más resultar atractiva entre nuevas generaciones a
las que les parece razonable usar contraceptivos o aceptar las
diferentes preferencias sexuales de sus congéneres.

Bien, es comprensible que el pontífice haga lo que le corresponde a
cualquier representante de una empresa en apuros: librar la batalla del
marketing. Y, desde luego, el Vaticano, que tiene bancos e intereses en
la Bolsa, cuenta con siglos de experiencia a la hora de diseminar su
doctrina.

Sin embargo, cabría esperar de su Santidad algo más que una voluntad
corporativista. Por ejemplo, las víctimas de la violencia en México, que
es el mal más extendido y que más muertes genera en el país, pidieron
una audiencia papal. No es que Benedicto XVI tenga la capacidad de
acabar de una vez con los feminicidios en Ciudad Juárez o los crímenes
que cometen los carteles de la droga. Pero, de acuerdo al Nuevo
Testamento, una palabra suya bastaría para sanar el dolor de los que han
perdido a un ser querido en el fuego cruzado entre el gobierno y los narcos.

En cuanto a los cubanos, desde 1989 se trata de la segunda vez que un
Papa se asoma a esa isla secuestrada por la dinastía castrista. Hace
catorce años lo hizo Juan Pablo II y, a diferencia del poder
liberalizador que ejerció en su país natal, Polonia, en Cuba no se
reunió con los disidentes, limitándose a lanzar una proclama genérica:
Que Cuba se abriera al mundo y que el mundo se abriera a Cuba. Ahora
viaja su sucesor a una tierra que continúa siendo un campo de concentración.

La alta jerarquía de la Iglesia cubana se ha encargado de aclarar que la
agenda pastoral del Papa no incluye recibir a la oposición democrática,
a pesar de que las pacíficas y devotas Damas de Blanco han pedido que
por los menos les dedique un minuto de su tiempo. Desde la instauración
de la dictadura castrista, la estrategia de la curia en Cuba ha sido la
del compromiso y la negociación con el régimen. Una postura opuesta a la
de los sacerdotes que en la lucha contra Batista se alzaron en la Sierra
Maestra junto a los revolucionarios que prometieron restablecer una
república democrática.

Hoy en día la consigna del arzobispo Jaime Ortega es la de no contrariar
al gobierno y se ha notado en las semanas previas a la visita de
Ratzinger. A diferencia de otros lugares en Latinoamérica e incluso en
Estados Unidos, donde los templos católicos han servido de santuarios a
víctimas de persecuciones políticas o de acoso migratorio, en Cuba los
activistas que se han encerrado en las iglesias para protestar por la
violación a los derechos humanos, han sido desalojados por la policía
política con la mediación eclesiástica.

Si alguna vez la Iglesia estuvo cerca de la causa de pueblos azotados
por la violencia y la opresión, queda poco de esa piedra angular que
fundó San Pedro. Sus estrategias pueden llegar a confundirse con las de
un gran holding que busca desesperadamente clientes, pero sin el pulso
de movimiento de base que toca la fibra de los más desesperados de la
Tierra. Esos hijos de los que Dios parece haberse olvidado.

Si unas mujeres indefensas y piadosas le piden un minuto al Papa y éste
no se los concede, es que algo falla en la Casa del Señor. No me extraña
que las ovejas huyan de su pastor.

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http://www.elnuevoherald.com/2012/03/26/1159418/gina-montaner-un-minuto-nada-mas.html

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