sábado, 3 de marzo de 2012

Cuba se prepara para el poschavismo

Cuba se prepara para el poschavismo
[03-03-2012]
Carlos Alberto Montaner
Periodista, escritor y político

(www.miscelaneasdecuba.net).- El gobierno cubano da por descontado que
Chávez se morirá a corto plazo. Me lo dijo un diplomático acreditado en
Cuba recitando unos conocidos versos de Martí: "El palacio está de luto
y en el trono llora el rey/ el hijo del rey se ha muerto/ se le ha
muerto el hijo al rey".

Todavía no ha ocurrido. El hijo del rey todavía está vivo, aunque muy
averiado, pero Raúl y un desconsolado Fidel dan su muerte como un hecho
inevitable. Para Fidel es una catástrofe política. Chávez era su
heredero en la tarea de luchar contra el imperialismo yanqui y crear un
glorioso mundillo colectivista y autoritario como el que se hundió tras
la "traición" de Gorbachov hace ya más de 20 años. Raúl no servía para
nada de eso. Carecía de la facultad de soñar que puebla la sesera
incendiaria de los revolucionarios. Raúl era demasiado pragmático,
demasiado apegado a la realidad, esa cosa extraña y despreciable.

Fidel ha vuelto al estado anímico del prechavismo. En los noventa del
siglo pasado languidecía melancólicamente convencido de que todo había
sido inútil, cuando, súbitamente, apareció Chávez en el panorama con una
cartera repleta de petrodólares y la furia del cruzado en la mirada.
Fidel se volvió a ilusionar. Rápido, ensíllenme de nuevo a Rocinante.
Ése era el hombre. Ése era su discípulo amado, el hijo de sus entrañas
ideológicas, y ahora parece que se le muere en la flor de la vida
política, a los 57 añitos.

¿Quién es el heredero? Dentro de Venezuela, nadie. Fuera de Venezuela,
menos todavía. En el chavismo hay media docena que quisieran ocupar la
poltrona presidencial –Cabello, Maduro, Jaua, Rangel Silva, Adam Chávez,
José Vicente Rangel–, pero ninguno posee esa descocada vocación
mesiánica que se necesita para salir a conquistar el planeta.
Potencialmente, cualquiera de ellos puede administrar a palo y
tentetieso el manicomio local, pero no es eso lo que Fidel tenía en su
atormentada cabeza cuando ungió a Chávez como sucesor de su trono
revolucionario.

Raúl Castro, que es un tipo previsor y metódico, ya está haciendo sus
planes de contingencia. Para la dictadura son fundamentales los 110 000
barriles de petróleo que Venezuela aporta diariamente. Esa notable
cantidad de crudo puede ser sustituida por las extracciones que Repsol
intenta realizar en aguas cubanas, pero según los cálculos de la empresa
española, sólo hay un 17% de posibilidades de hallar ese petróleo y el
bolsón de combustible quizás es una cuarta parte de lo que La Habana
calcula.

En cualquier caso, si lo encuentran, ese petróleo tardará unos dos años
en llegar a las termoeléctricas cubanas para generar electricidad –su
principal destino– y a los mercados internacionales para adquirir
dólares, para lo cual ya se ha creado una comisión destinada a
administrar esos hipotéticos fondos. Raúl, pues, necesita prolongar al
menos por dos años el ordeño de la generosa vaca venezolana.

¿Cómo intenta lograrlo? Primero, formando parte, muy cuidadosamente,
aunque de forma poco visible, del mecanismo de trasmisión de la
autoridad que escogerá al sucesor de Chávez. Segundo, acercándose
discretamente a Henrique Capriles, el popular candidato de la oposición
democrática, quien tiene una altísima probabilidad de ganar las
elecciones del 7 de octubre.

Según el análisis de "los cubanos" (así les llaman a los interventores
castristas), cualquiera que compita contra Capriles va a perder, y ni
siquiera tendrá la oportunidad de hacer trampas sin provocar un golpe
militar por la derecha que sería catastrófico para La Habana.

De manera que la fórmula más conveniente para Cuba es disolver
pacíficamente el matrimonio contra natura entre los dos países, pero
dándose el plazo de dos años que Raúl Castro cree necesitar para que la
economía de la Isla no experimente la misma contracción que padeció tras
el fin del subsidio soviético. Entonces, la ya miserable capacidad de
consumo de los cubanos sufrió una merma del 50% y hubo miles de casos de
desnutrición que provocaron la ceguera a muchas personas (ninguna de
ellas, por cierto, perteneciente a la clase dominante).

¿Tendrán éxito las maniobras de Raúl? No lo creo. Generalmente, esos
planes nunca funcionan. Las cosas ocurren de otro modo porque están
sujetas a decisiones y sucesos imprevisibles que cambian el panorama en
un instante. Es lo que los analistas llaman "los factores
imponderables". ¿Quién hubiera pensado que el fin del chavismo se
generaría a destiempo en la oscura humedad de un colon impertinente. Esa
es la extraña belleza de la historia.

http://miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=35306

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