Un espécimen ausente
FERNANDO DÁMASO | La Habana | 21 de Mayo de 2017 - 08:28 CEST.
Durante los años de la República, quienes se dedicaban a la política,
poseían personalidad propia, la cual los identificaba, diferenciándolos
entre sí. Los había liberales, conservadores y hasta radicales de uno u
otro extremo, así como combinaciones de los mismos. En un momento
determinado, construían alianzas entre sí, con el fin de lograr
determinados objetivos y, en otro, las deshacían, también por otros
nuevos objetivos.
Podían apoyar a uno u otro candidato presidencial o constituirse ellos
mismos en candidatos. En su bregar político disfrutaban de una gran
dosis de libertad individual. Esta les permitía, sumado el carisma o
falta de él, ser seguidos o repudiados por muchos ciudadanos, según las
opiniones políticas de cada quien.
Entre muchos sobresalían Juan Gualberto Gómez, Enrique José Varona,
Cosme de la Torriente, Manuel y Carlos Márquez Sterling, Rubén Martínez
Villena, Antonio Guiteras, José Manuel Cortina, Eduardo R. Chibás, Ramón
Grau San Martín, Pelayo Cuervo, Emilio Núñez Portuondo y otros, cada uno
con sus virtudes y defectos.
No podemos decir que todos eran buenos y honestos, pero tampoco podemos
afirmar que todos eran malos y deshonestos.
Con el advenimiento del totalitarismo, estos fueron barridos del
escenario nacional, y el papel que desempeñaban se concentró en una
única figura y en sus más cercanos colaboradores. Todos los demás
actores, sin personalidad política individual alguna, se convirtieron en
simples ejecutores de los deseos de esta figura. Esta situación anómala
ha traído como consecuencias que, en 58 años, no haya surgido ni se haya
desarrollado ninguna verdadera personalidad política.
Todos los que han cumplido y cumplen estas funciones, han sido y son
simples funcionarios gubernamentales sin arraigo real entre la
población. Debido a ello, son promovidos y removidos sin ningún tipo de
trascendencia entre los ciudadanos: aparecen, brillan el tiempo que les
es dado, desaparecen y pasan al olvido. Los ejemplos sobran en
municipios, provincias y en la nación.
En realidad, en Cuba, la política, como profesión, ha desaparecido,
diluida en una mezcla de populismo y totalitarismo donde, quienes
supuestamente ejercen las funciones que corresponden a esta profesión,
lo hacen sin poder real de convocatoria ni de ejecución: son simples
cumplidores de órdenes recibidas del poder absoluto central, y
repetidores de consignas más que de conceptos verdaderamente políticos.
Un caso llamativo lo constituye el de la actual presidenta de la
Federación Estudiantil Universitaria (la otrora FEU de José Antonio
Echevarría), quien, con apenas 24 años de edad y sin ninguna trayectoria
política relevante, fue designada miembro del Consejo de Estado (más
bien Consejo de Ancianos), con el único objetivo de disminuir,
artificialmente, el promedio de edad del mismo, ya que muy pocos
consideran que pueda ejercer alguna influencia en él.
Volver a hacer de la política una profesión responsable constituye una
tarea pendiente de los cubanos, la cual no será nada fácil, teniendo en
cuenta las sistemáticas injurias lanzadas contra la ejercida durante los
56 años de la República, y la carencia total de ella durante los 58 de
totalitarismo.
Source: Un espécimen ausente | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1495024219_31184.html
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