martes, 27 de mayo de 2014

Cosecha de tempestades

Cosecha de tempestades
Aunque la práctica fraudulenta es común en las escuelas cubanas, este
caso ha provocado una profunda reflexión en la sociedad, incluso en los
medios de prensa oficial.
Yoani Sánchez
mayo 26, 2014

Hoy, mientras publico este texto, miles de estudiantes de La Habana
están sentados frente a su examen de matemática. En el cronograma de
ingreso a la Universidad se ha debido incorporar una nueva convocatoria
para esta asignatura, después de un escandaloso caso de fraude. El
filtrado y la venta de las preguntas a evaluar terminaron con la
anulación de la prueba anterior, tres profesores detenidos y un número
impreciso de alumnos investigados.

Aunque la práctica fraudulenta es común en las escuelas cubanas, este
caso ha provocado una profunda reflexión en la sociedad, incluso en los
medios de prensa oficial. Hemos visto en nuestra pantalla chica decenas
de entrevistas a gente que repudia la falsedad de copiar de otro y la
mentira de adjudicarse conocimientos que no se tiene. Todas las personas
consultadas dicen estar en contra de semejante estafa. Pocos, o ninguno,
reflexionan sobre el entorno de hipocresías, dobleces y simulaciones en
que han crecido estos adolescentes que tienen ahora entre dieciséis y
diecisiete años.

Justo esta hornada de escolares se educó bajo algunos experimentos
educativos como los llamados maestros emergentes. ¿Hay mayor fraude que
tener frente al aula alguien que dice ser maestro pero no posee ni los
valores éticos ni los conocimientos para ejercer tan digna profesión?
¿Cómo pedirles honestidad si la pantalla del televisor por donde
recibieron sus tele-clases, jamás logró transmitirles códigos morales
adecuados? Son estos muchachos, que en este minuto se enfrentan a una
prueba de matemática, hijos directos de mi generación, rodeada de
artificiales resultados académicos y de calificaciones infladas.

Vale la pena recordar que durante décadas las escuelas y los maestros
que no lograran que sus clases estuvieran por encima de los noventa
puntos o cercanas a los cien, eran regañados, se les quitaba la
emulación y hasta recibían penalizaciones administrativas y materiales.
Era la época en que todos debían aprobar, fuera como fuera. Esos tiempos
en que Fidel Castro leía en la tribuna los resultados académicos de los
preuniversitarios con promociones elevadas, sabiendo –en su fuero
interno- que aquello era una gran mentira creada para él.

Se volvió frecuente que los profesores dictaran las preguntas del examen
con antelación, pasaran por la mesa de los que se demoraban más, para
"soplarles" las respuestas, o –simplemente- salieran del aula dejando a
los alumnos solos para que pudieran copiarse las respuestas unos de
otros. Para quienes estudiábamos con tesón siempre resultó muy
frustrante la complicidad de tantos maestros y metodólogos de educación
con la práctica del fraude académico. Nosotros somos los padres de esta
generación que hoy se evalúa en las aulas habaneras. ¿Cómo iban a ser
distintos? ¿Cómo vamos a pedirles que no hagan lo que tanto han visto hacer?

Artículo publicado por Yoani Sánchez en el blog Generación Y el 26 de
Mayo de 2014

Source: Cosecha de tempestades -
http://www.martinoticias.com/content/cosecha-de-tempestades/35462.html

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