Una historia sucia
Para mantener la ciudad limpia se necesita de una infraestructura
material, pero también de educar en la higiene y reforzar la legalidad
al respecto.
REGINA COYULA, La Habana | Mayo 27, 2014
El desarrollo de la civilización crea basura. Ese problema crece
proporcionalmente a la población, y es un tema de prioridad en la
sociedad moderna, donde cada vez más, se crean centros de investigación
destinados al estudio del tratamiento de los desechos; se transforman
los procesos industriales y desde edad temprana, con educación y leyes
se inculca en la población el cuidado del entorno.
En los centros urbanos la basura doméstica es un serio problema por su
impacto. Hace casi medio siglo, la tecnología de punta en este sector
era un camión que recogía mecánicamente el contenedor de basura sin
derramar su contenido y sin dejar olor. Esa tecnología fue adoptada en
La Habana con algún retraso, y luego de unos meses, ya los camiones se
veían sucios y dejaban a su paso un olor inconfundible. Esa misma
tecnología sigue utilizándose, aunque desde hace años el parque de
camiones colectores resulta insuficiente. Las alternativas han ido desde
habilitar tractores con remolque en áreas de la periferia hasta
improvisar vertederos y enterrar, o quemar con petróleo con la
consiguiente emisión de contaminantes.
La irregularidad en la recogida de basura constituye una potencial
amenaza para la salud por la proliferación de insectos y roedores
La irregularidad en la recogida de basura constituye una potencial
amenaza para la salud por la proliferación de insectos y roedores;
animales callejeros rompen los paquetes y derraman su contenido para
hacer caótica una situación ya de por sí complicada. En algunos barrios
no existen tanques colectores; allí los vecinos cuelgan las bolsas de
basura de cercas, postes o árboles al recaudo de los animales, y deben
estar atentos para que las personas que se dedican a "bucear" en la
basura, las latas o cualquier cosa recuperable dejen las bolsas donde
estaban.
Miramar, una zona residencial de uno de los municipios de La Habana con
mejores condiciones, fue escogida para hacer la prueba de clasificar la
basura según los estándares internacionales. Le entregaron a cada
familia tres recipientes plásticos de colores diferenciados para
depositar basura orgánica, plástico, vidrio y papel y cartón. En poco
tiempo, la mayoría destinó los recipientes a otra función, con el
consiguiente fracaso del experimento.
La indisciplina social contribuye también de otra forma. Es frecuente la
desaparición de los contenedores, cuando menos, de su tapa, para materia
prima de objetos artesanales de variado uso doméstico como percheros, o
pinzas de tender ropa. Fue frecuente también la mutilación de las ruedas
de dichos contenedores, tan frecuente, que se volvió prioridad la
búsqueda y sanción de los nuevos "propietarios" con multas por maltrato
de la propiedad social.
No se vislumbra una mejoría, ni siquiera a nivel doméstico, para
garantizar al menos el empaque seguro de los "desechos sólidos", puesto
que las bolsas de basura biodegradables se venden en divisas a un precio
ajeno a las posibilidades de la población.
La ciudad tiene un aspecto sucio. Papeles, latas, cajas, bolsas de
polietileno danzan o yacen abandonados al viento. Escasean los cestos y
como nadie se ha acostumbrado a ellos, una gran parte de la población es
incapaz de retener una lata de refresco o un cucurucho de maní hasta
encontrar un cesto. Mucho tendremos que hacer por la educación para un
entorno más limpio. Educación y leyes.
Source: Una historia sucia -
http://www.14ymedio.com/opinion/historia-sucia-servicios_comunales_0_1556844303.html
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