Entrenadores de animales, un oficio polémico
Otra rama del cuentapropismo que no cuenta con la infraestructura necesaria
Jueves, junio 29, 2017 | Ernesto Aquino
LA HABANA, Cuba.- Con el incremento del interés por la adquisición de
animales afectivos, sobre todo perros de raza, gatos y caballos, ha
prosperado en la población cubana lo que muchos consideran "el vicio de
entrenar animales".
José Luis De Jongh Acosta, de 65 años, es un especialista en
Instrumentación Industrial y Controles Automáticos que desde hace 20 se
desempeña como entrenador canino profesional.
De Jongh Acosta, quien ha participado en múltiples eventos nacionales e
internacionales, considera que "el bajo poder adquisitivo promedio
afecta la calidad de la mayoría de los servicios profesionales dentro
del mercado laboral privado".
"Por una parte está la gente que para ganar dinero se ofrece como
profesional de 'cualquier cosa', y por la otra están los que necesitan
el servicio pero tienen una economía pobre, y la resultante de esta
ecuación son las improvisaciones lamentables que desprestigian cualquier
profesión, como está sucediendo con los entrenadores de animales
afectivos", continúa el entrenador.
José Luis, quien también entrena a los dueños de perros de raza para que
ellos mismos los manejen en los eventos competitivos, refiriéndose al
importe de las sesiones aclaró que "no existe una tarifa fija. El precio
depende de la edad y raza del perro, el tipo de entrenamiento y el
tiempo de duración".
Pero los entrenadores de perros para pelea opinan diferente sobre el
pago por su trabajo. Uno de ellos, que se reservó su identidad porque
"las peleas de perros son ilegales", comentó que "un entrenamiento
intensivo de 30 días de un staffordshire (conocido en Cuba como
stanford) puede costar entre 150 y 300 dólares, ya que en estas peleas
las apuestas son muy altas".
El hombre considera que "la gente está pagando precios muy altos por los
ejemplares de raza, desde 50 hasta 250 dólares por cada uno, sin contar
todo el gasto en vacunas y alimentación, de manera que si también
quieren tener un perro bien entrenado, pues que paguen. En Cuba, tener
un perro de raza y además entrenarlo, es un lujo. El cubano está más
para comerse a los perros que para tenerlos de mascota".
Otro de los animales que se ha popularizado en los últimos 10 años en la
capital habanera es el caballo que, acoplado a un coche de paseo o
carretón improvisado ha encontrado su lugar como alternativa a la
escasez de transporte.
Conversamos con Javier Corrales Moreno, de 37 años, un técnico medio en
Cultura Física y especialista integral de Ganadería, que ha participado
en diversos eventos como juez de rodeo.
Corrales Moreno, quien lleva "más de 10 años" según él mismo dedicándose
al entrenamiento de caballos, opina que "con independencia del
conocimiento especializado que pueda poseer un entrenador de animales u
otro profesional, la realidad es que el trabajador privado no cuenta con
los recursos ni las condiciones mínimas adecuadas para brindar un
servicio de calidad".
"En Cuba, el trabajo privado carece de una infraestructura y respaldo
jurídico básico que le permita funcionar con la seriedad y garantía que
deseamos todos. Si hay tanta gente improvisada usurpando el
profesionalismo es porque, de hecho, el trabajo por cuenta propia es una
opción laboral nacida de la peor improvisación", continúa explicando Javier.
Opiniones que cuentan
Algunas personas que ofrecieron su testimonio, entre discrepancias y
acuerdos, coincidieron en señalar que "la vida del cubano no la entiende
ni el propio cubano"; pero lo que sí está claro para la mayoría es "la
necesidad de buscar motivaciones, incentivos y responsabilidades que
nadie te imponga para levantarnos cada día".
Esperanza Rentería Villalta, una jubilada de 69 años que laboró en el
sector de la cultura considera que "cada día cuesta más educar a las
personas y crear vínculos afectivos entre ellas, puede que eso haya
incrementado el interés de mucha gente por entrenar a sus mascotas".
"En cuanto al riesgo que se corre de elegir mal a las personas que deben
servirnos creo que ese es el problema que ha caracterizado siempre a los
cubanos. Nos pasó durante el período republicano y en 1959 le pusimos la
tapa al pomo", asegura Rentería Villalta.
Marcos Rosales castillo, un profesor de música retirado, de 76 años, de
los cuales dedicó 10 a entrenar cotorras y sinsontes, fue muy categórico
cuando expresó: "El consumidor tiene un peso extraordinario en el
mercado. El buen servicio se mide por los resultados. Fíjate que ni
siquiera cuenta que tengas un certificado de conocimientos, porque aquí
en Cuba los títulos se compran o se intercambian por favores".
"Hay mucha gente empírica ofreciendo resultados laborales excelentes",
defendió Rosales Castillo. "Esa fama tan difundida de que el cubano es
un busca vidas que hace cualquier cosa para ganar dinero, es un mito. Es
cierto que somos muy polifacéticos y que en la canasta de nuestras
batallas te puedes encontrar de todo; pero también es cierto, y mucho,
que sabemos ganarnos la vida sin estafar a nadie".
Source: Entrenadores de animales, un oficio polémico CubanetCubanet -
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