domingo, 26 de marzo de 2017

La gente prefiere escapar de Cuba o sobrevivir en el mercado negro antes que buscarse problemas

"La gente prefiere escapar de Cuba o sobrevivir en el mercado negro
antes que buscarse problemas"
Así explica el escritor y ex preso político Jorge Olivera Castillo la
apatía política cubana: "Hay un daño antropológico serio por años de
mentira, de doble moral, de tener que robar para sobrevivir"
Por Claudia Peiró 26 de marzo de 2017
cpeiro@infobae.com

Jorge Olivera Castillo está de visita en Argentina. Esta es la segunda
vez que sale de su país. La primera fue a los 19 años para cumplir su
servicio militar en Angola, una guerra por la cual pasaron 300 mil
cubanos en total. Progresivamente decepcionado por el régimen castrista,
a partir de 1993 se convierte en uno de los animadores de una incipiente
prensa independiente en Cuba. Una decisión que no será gratuita. En el
año 2003 es arrestado junto con otros disidentes -75 en total- y
condenado a 18 años de prisión por atentar contra la seguridad pública.
Con sus escritos, aclaremos, ya que toda la actividad de Olivera
Castillo era periodística.

En la cárcel –sólo cumplirá dos años de la brutal condena pero en
condiciones durísimas– se convertirá en escritor. Ya ha publicado varios
libros de poesía y cuentos: Antes que amanezca y otros relatos,
Sobrevivir en la boca del lobo, Tatuajes en la memoria y En cuerpo y
alma, entre otros.

Una vez liberado, Olivera Castillo se negó a dejar Cuba. Recientemente,
el régimen lo autorizó a viajar a Estados Unidos, para un período de
estudios en Harvard. Pero regresará a su país donde, dice, los cambios
son muy lentos y se dan en lo económico antes que en lo político, esfera
en la cual el castrismo sigue manteniendo un férreo control. Olivera
Castillo también lamenta que, pese a los pocos avances en materia de
democratización, la solidaridad internacional con la disidencia cubana
haya disminuido.

A continuación, su charla con Infobae.

— Esta es la segunda vez que usted sale de Cuba, ¿la primera fue…?

— La primera fue una salida que siempre voy a recordar porque tenía 19
años y fui como soldado a una guerra en Angola, a 9 mil kilómetros de
Cuba, donde me vi en peligro de muerte en muchas ocasiones.
Afortunadamente pude sobrevivir y regresar a los 26 meses.

— ¿Cuál era el interés cubano que se defendía en esa guerra?

— Esa guerra era parte de la Guerra Fría. Fue una guerra combinada entre
Cuba y la Unión Soviética, que se enfrentaba con Estados Unidos en un
conflicto traspolado a otro continente. Era una guerra contra las
fuerzas internas del apartheid, del gobierno de Sudáfrica, a la vez
apoyadas por los Estados Unidos. Fue una guerra muy prolongada; pasaron
por allá unos 300 mil cubanos. Contribuyó en parte a la liberación de
Namibia y también a la caída del apartheid. Pero creo que fue una
derrota desde el punto de vista geopolítico porque Angola es actualmente
capitalista, un país muy corrupto, tiene de Cuba solo apoyo diplomático
y político en los foros de las Naciones Unidas.

— ¿Usted fue siempre un crítico del régimen?

— Fue algo progresivo. Todo el mundo de mi generación creyó en los
paradigmas de la Revolución Cubana. Desde que nacemos estamos
bombardeados por una gran cantidad de información en torno a esta
cuestión singular que es el socialismo en Cuba. Y de cierta manera uno
llega a creer toda esta avalancha de información. Pero fue una paulatina
toma de conciencia, sobre todo después que regresé de Angola y comencé a
trabajar como editor de la televisión cubana durante 10 años, entre 1983
y 1993. Era ya un disidente potencial pero tenía miedo de saltar la
barrera, o sea, quitarme la máscara y declararme públicamente como un
antagonista del autoritarismo que padecemos hace casi 6 décadas. Y
entonces llegó un día de mediados de 1993, en que decido finalmente
declararme opuesto al statu quo y ahí comienza una labor que cumple ya
24 años ininterrumpidos.

— ¿Una labor que consiste básicamente en escribir, no?

— Sí, fui uno de los fundadores del periodismo independiente, durante la
eclosión de las pequeñas agencias de prensa en 1995. Posteriormente, en
la cárcel, me convierto en escritor, tengo varios libros publicados en
distintos países. Me vi compulsado a escribir por mi encierro en una
celda de la prisión de Guantánamo, en solitario durante casi 9 meses, y
después por la terrible convivencia con delincuentes comunes de alta
peligrosidad.

— ¿En qué momento fue preso usted?

— Soy un preso de los 75, de la ola represiva de 3 días de arrestos, 18,
19 y 20 de marzo de 2003. El 4 de abril fui condenado a 18 años de
privación de libertad y estuve tras las rejas 21 meses. Las personas
piensan que Guantánamo es sólo la cárcel de Estados Unidos en el
territorio ocupado desde principios de siglo, pero en la parte cubana
hay un gran centro carcelario, que albergaba a cerca de 4 mil reos
cuando yo pasé por allá.

— ¿A qué se debió esa ola represiva del 2003?

— Hay dos tesis; primeramente, el Proyecto Varela, que impulsó Osvaldo
Payá, del Movimiento Cristiano de Liberación, que reunió 10 mil firmas
y, como lo autoriza la Constitución, trató de presentarlas y en cierta
forma desafiar al régimen. También la prensa independiente había crecido
y el gobierno estaba muy preocupado, sobre todo porque la presidencia de
George W. Bush había recrudecido en parte el embargo y también la
retórica confrontacional. Otra tesis fue que, como en aquel entonces
había 5 espías cubanos presos en Estados Unidos -luego fueron liberados
en el gobierno de Obama-, nosotros fuimos 75 presos. Quince por 5 da 75.
Incluso arrestaron a más de 75 pero después redondearon, liberaron a
algunos y quedaron 75. Puede haber sido una represalia.

— ¿Usted está completamente libre o en una suerte de libertad vigilada?

— Actualmente, somos 10 los que quedamos en Cuba del grupo de los 75;
los que renunciamos al destierro. Estamos diría con la espada de
Damocles en la cabeza porque no ha habido amnistía ni indulto; la
sanción se mantiene vigente. Fuimos liberados a través de una licencia
extra penal por motivos de salud. Y los 10 nos encontramos haciendo las
mismas labores que hacíamos cuando fuimos arrestados, pero el gobierno
nos ha tolerado de cierta manera. Yo sigo escribiendo, he sido amenazado
en años anteriores con volver a prisión pero hasta el momento… En fin,
todo el proceso está abierto y cualquier cosa puede pasar.

— ¿Ha cambiando algo en Cuba desde el acercamiento con Estados Unidos?

— Hay personas que dicen que no, pero sí ha cambiado porque, por mínimos
e intrascendentes que sean los cambios, no es la Cuba de hace 20 años en
la que yo no podría estar aquí sentado, conversando, ni viajar al
exterior. Hay un trabajo por cuenta propia que son las migajas que ha
dado el gobierno, que las personas pueden laborar con cierta
independencia de la oficialidad, pero con muchas limitaciones. Cuba ha
cambiado, pero la retórica represiva se ha mantenido. La cifra de presos
políticos anda por el centenar. Y la retórica confrontacional, de
descalificación de la oposición y de los líderes de la sociedad civil
alternativa y hacia el gobierno norteamericano ha aumentado
notablemente. Por eso yo no avizoro a corto y a mediano plazo que haya
una solución.

— El recambio de Raúl Castro que se avecina, ¿es algo que el régimen
tiene bajo control?

— Está todo bajo control. Raúl Castro ha tenido tiempo de organizar una
sucesión, sobre todo poner personas afines a él que responden
enteramente a su filosofía y a su manera de gobernar. Y esto lo ha
logrado con la complicidad o el apoyo de la comunidad internacional, al
menos de los centros hegemónicos de poder. Puede haber cambios porque la
economía hace mucho tiempo que está en números rojos; hubo un descenso
notable del Producto Interno Bruto el año pasado, en una economía
estancada desde la década del 90; están abocados a hacer cambios, hasta
dónde, no lo sé. Pero ineludiblemente hay que resolver los graves
problemas económicos y financieros. Avizoro, por lo menos en los
próximos tres o cuatro años, que se abra un poco más el diapasón
económico, no así el político. El sucesor designado de Raúl Castro es el
señor Miguel Díaz-Canel. Es el primer vicepresidente del Consejo de
Estado y de Ministros, nombrado a dedo, formado en la escuela del
Partido Comunista. Una trayectoria al servicio del régimen actual. Raúl
Castro se va a retirar en febrero del 2018 pero es muy probable que
conserve la Secretaria General del Partido, un puesto de mucho poder que
realmente decide las políticas dentro de Cuba.

— ¿Qué debería pasar para que haya un cambio? Porque la sociedad cubana
parece muy quieta.

— El ser humano promedio piensa en términos de costo-beneficio y las
personas consideran que hay que pagar un muy alto precio por algo que no
es seguro, que es la derrota del régimen de partido único. Entonces la
gente prefiere escapar de Cuba o insertarse en los mecanismos del
mercado negro y no buscarse problemas políticos. De ahí viene la
parálisis y la apatía de la población. Ha sido muy difícil, sobre todo
con la disminución del apoyo internacional. Me gusta pensar en política
con los pies sobre la tierra, por eso no veo muchas posibilidades de
cambios raigales, profundos, dentro de la sociedad cubana, hasta tanto
no haya un recambio generacional, sobre todo que desaparezcan del
espectro político figuras emblemáticas como los comandantes de la
Revolución y sobre todo Raúl Castro.

— El cubano de a pie, ¿tiene acceso a información, sabe lo que pasa?

— Se ha creado una matriz de opinión realmente paradigmática que no es
tal. Se ha creado una ilusión de que los servicios de salud pública y de
educación cubanos pueden competir con los países del primer mundo. Pero
esto no es más que una falacia, sobre todo internacional, porque nadie
dentro de Cuba se cree mucho eso. Padecemos directamente la disminución
ostensible de la calidad de estos servicios. Una economía estancada
desde la década del 90 no puede sustentar ni una educación de calidad ni
un servicio médico de calidad. Hace mucho tiempo que apenas hay
crecimiento. Y no confío en las estadísticas oficiales más bien creo que
hay un decrecimiento. Y sin la economía no se pueden sustentar
servicios, sobre todo de salud, que son tan caros.

— ¿Qué planes tiene usted para el futuro?

— Bueno, soy uno de los veteranos de la prensa independiente en Cuba y
ahora incursiono más en la cuestión literaria y artística. Estoy con una
beca en la Universidad de Harvard en estos momentos pero pienso regresar
a Cuba, y continuar la lucha, abogando por que se respeten los derechos
fundamentales y que todos los cubanos, independientemente de cómo
piensen, puedan ejercer sus derechos. No voy a cejar, aunque sé que no
es una lucha fácil, que queda largo trecho por recorrer aún, sobre todo
porque hay una disminución de la solidaridad internacional tanto de
gobiernos como de organizaciones. No obstante, creo que vale la pena, es
una labor realmente meritoria, somos un grupo pequeño en relación a la
población, pero hace falta mantener un foco para defender códigos
morales y éticos. Hay un daño antropológico serio, han sido afectadas
cuatro generaciones, con la mentira, la doble moral, las personas
fingiendo, teniendo que robar para poder sobrevivir. Y, cuando se actúa
así durante mucho tiempo, eso entraña un cambio psicológico y
sociológico, un daño cultural, antropológico, muy serio, y va a costar
mucho tiempo restaurar el tejido social.

Source: "La gente prefiere escapar de Cuba o sobrevivir en el mercado
negro antes que buscarse problemas" - Infobae -
http://www.infobae.com/america/mundo/2017/03/26/la-gente-prefiere-escapar-de-cuba-o-sobrevivir-en-el-mercado-negro-antes-que-buscarse-problemas/

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