domingo, 9 de agosto de 2015

Un carnaval encerrado

Un carnaval encerrado
VICENTE MORÍN AGUADO | La Habana | 8 Ago 2015 - 11:09 pm.

Unos segundos de fuegos artificiales, muchos policías con perros, este
viernes comenzó el carnaval de La Habana.

A las nueve de la noche sonaron los fuegos artificiales durante unos
escasos segundos, había comenzado el Carnaval de La Habana, pasarían
carrozas más que fúnebres, aunque bellas cubanas de todas las
tonalidades posibles bailaran al son de una música obligada por la
supervivencia.

No es fácil encerrar a dos millones de personas en algo más de diez
cuadras, entre el parque Maceo y el monumento al Maine, los accesos
laterales custodiados por decenas de policías, perros además. En el
Malecón casi emulando el número de guardias al de consumidores.

Las ofertas significan un simple traslado hacia el litoral de lo que
habitualmente se vende en cada barrio capitalino: cervezas dispensadas a
seis pesos la jarra; de botella a diez pesos; las demás, enlatadas,
entre 18 y 25 pesos, similar al precio del turista.

Comidas: pollo y cerdo, cerdo y pollo. La rutina de siempre, siempre al
mismo precio. "En definitiva, mejor me quedo en casa, gasto igual sin el
molote de gente, total no hay ventaja", dice alguien.

La respuesta viene de otro bebedor: "Lo que nos salva es el deseo de
salir de casa, de irnos a otro sitio, salir del aburrimiento, juntarnos,
hacer familia".

"No son fiestas populares", sentencia un entrado en años. "Antes, al
menos durante el carnaval, bajaban los precios, y la bachata era por
toda la ciudad, desde la Punta hasta la Chorrera y calles aledañas, sin
tanto control. Esto es un campo de concentración."

Los policías chequean a cada uno a en cada una de las entradas. El área
de fiesta ha sido previamente cerrada. Se planificó bien, resulta un
recinto bajo control total, cercado. Así debe ser en "la capital de
todos los cubanos", como dice el Canal TV Habana.

Marcan la diferencia esta vez los cuentapropistas, que tienen áreas de
venta de comestibles y venden en la avenida globos, papalotes y otros
juguetes de ocasión. Aunque inspectores, auxiliados por los sobrantes
policías aburridos, apoyan los "chequeos" buscando "ilegalidades". Y
corre el dinero en estas noches de carnaval.

Algún que otro extranjero salpica con su presencia el corto perímetro
carnavalesco. Carlos Eteiza, argentino, se atreve a decir: "Precios
baratos… Un pollo con arroz y una cerveza por dos dólares al cambio,
vaya, ustedes andan bien".

Bien poco sabe el señor de salarios y precios en Cuba y no vale la pena
replicarle. Mejor mirar para el cartel que oferta la cerveza dispensada,
lo menos caro de la noche, donde puede leerse: "QUIEN BEBE CERVEZA VIVE
MENOS: menos estresado, menos preocupado, menos triste, menos amargado".

Source: Un carnaval encerrado | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1439068164_16220.html

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