lunes, 25 de marzo de 2013

Yoani y los tontos útiles

Yoani y los tontos útiles
Juan Antonio Blanco | Miami | 18 Mar 2013 - 10:08 am.

Todo indica que en vísperas de la llegada de Yoani Sánchez a Miami sus
enemigos de La Habana intentan agazaparse en esta ciudad tras el
intocable principio de pluralismo democrático.

¿Cree La Habana que podrá encontrar tontos útiles en Miami? Desde Lenin
hasta nuestros días se ha llamado "tontos útiles" a aquellas personas
cuyos sentimientos son manipulados por una izquierda inescrupulosa para
que apoyen de manera ciega sus objetivos. A veces —cuando no se trata de
oportunistas— a los tontos se les recluta entre personas, con
motivaciones humanistas y democráticas, timadas por una propaganda que
se disfraza con esos mismos valores para ocultar la naturaleza represiva
y autocrática de sus promotores.

Intelectuales, estudiantes, sacerdotes, pacifistas, líderes sindicales y
personas de vocación democrática se han dejado seducir una y otra vez
por las edulcoradas versiones de sociedades con gulags. Destacadísimos
académicos como Jean-Paul Sartre y Noam Chomsky empañaron su trayectoria
intelectual minimizando los horrores de la Rusia de Stalin, la China de
Mao, o incluso la Camboya de Pol Pot. Como ese ejercicio se ha repetido
en infinidad de ocasiones, desde los bolcheviques hasta los castristas y
las FARC de Colombia, se ha llegado a creer que a estas alturas ya es
fácil identificar a los manipuladores. Lamentablemente, la cosa no es
así de sencilla.

Los timadores suelen ser flexibles. A veces no les conviene —o el
contexto impide— movilizar a la extrema izquierda y sus admiradores para
estas tareas. En esos casos se les hace necesario manipular a los
adversarios ideológicos e incentivarlos a materializar,
inadvertidamente, el inconfesable propósito que persiguen. A fin de
cuentas, el objetivo que buscan es manipular emociones y valores de
cualquier grupo en función de inducirlos a actuar del modo por ellos
planificado. La meta es lo importante; quien ayude a alcanzarla es
intrascendente. El truco es sacudir el capote rojo frente al toro y
enfurecerlo hasta que arremeta en la dirección deseada.

En vísperas de la visita de Yoani Sánchez a Miami —donde no es fácil
para la inteligencia cubana encontrar una izquierda radical que le sirva
de tropa de choque, como fue el caso con sus fanáticos en Brasil o
México— la táctica parece ser la de provocar y privilegiar las
declaraciones de ciertos grupos al estilo de Vigilia Mambisa por encima
de los ditirambos radiales de los voceros locales del Gobierno cubano.
La tropa de choque en Miami tiene que ser reclutada por La Habana
—inadvertidamente— entre personas de derecha, o no habrá nadie relevante
que organice un acto de repudio a Yoani.

Sea con un mensaje u otro, el propósito es valerse de toda triquiñuela
posible para movilizar prejuicios y explotar heridas viejas —pero aún
abiertas— a fin de asegurar el cumplimiento de dos objetivos: a)
asesinar la reputación de Yoani Sánchez ante unos y otros, y b) desviar
la atención del público hacia las calumnias vertidas contra su persona
(para que no mediten sobre su mensaje y el impacto devastador que este
ha tenido sobre la imagen internacional de la elite de poder en la Isla).

Para un régimen que a inicios del siglo XXI ha perdido casi todo capital
financiero y se le evapora por vía migratoria el capital humano, Yoani
representa un peligro de primer orden al poner en crisis el capital
simbólico del que ha gozado por décadas en el exterior. Las crónicas de
Yoani sobre la cotidianidad en la Isla echan por tierra la fantasiosa
imagen de infinita felicidad que la propaganda oficial construyera sobre
la sociedad cubana por cincuenta años.

Como dijera Eliécer Ávila (quien estuvo a cargo de una de las secciones
de ciberguerra en Cuba) parafraseando las palabras de Juan Pablo II, el
gobierno de La Habana se dedica a filtrar la realidad cubana que sale al
exterior y depurar también la realidad externa que llega a los
ciudadanos de a pie. Yoani ha iniciado un movimiento de blogueros
independientes que, haciendo uso de las nuevas tecnologías, socava ese
propósito. En la Cuba de 2013 eso es un desafío tan significativo para
la elite de poder como lo era en 1959 la existencia de prensa y medios
de comunicación fuera de su control en la Isla.

Hay una gigantesca diferencia entre aquel exiliado al que pueda
irritarle la moderación expositiva de Yoani porque tuvo que marchar al
destierro después de ver fusilados sus familiares y aquel otro que ha
llamado desde algún blog a emplear la violencia (Vigilia Mambisa no ha
llegado nunca a ese extremo) para sabotear sus presentaciones en
instituciones públicas y privadas que gozan de la más alta estima de
todas las comunidades que cohabitan Miami. Es difícil dejar de
preguntarse si detrás de esas extremas exhortaciones y los seudónimos
empleados para hacerlas circular se esconde la mano de la sección de
medidas activas de la inteligencia cubana.

Vale la pena recordar que, según la documentación en manos del FBI,
sembrar rumores y divisiones en el exilio era una de las misiones
principales de la "Red Avispa". El topo infiltrado en Hermanos al
Rescate no presumía de posiciones no violentas, sino que azuzaba a sus
colegas a lanzar armas, en vez de proclamas, sobre la Isla. ¿Cómo
podrían justificar luego el asesinato de los pilotos cubanoamericanos si
no lograban sembrar previamente evidencias de que se trataba de
violentos terroristas? ¿Cómo seguir presentando al exilio cubano como
una comunidad intolerante y sedienta de venganza si recibe de manera
cordial e intercambia opiniones civilizadamente con personas que radican
en la Isla y no siempre coinciden con sus perspectivas?

Todo indica que en vísperas de la llegada de Yoani a Miami sus enemigos
de La Habana intentan agazaparse en esta ciudad, irónicamente, tras el
intocable principio de pluralismo democrático. Quieren invocarlo como
sombrilla que los autorice a ejercer la difamación para reclutar y
movilizar tontos útiles. En nombre del pluralismo desean "reventar" las
presentaciones de Yoani —contra quien el Gobierno cubano ha movilizado
todos sus efectivos en esta gira, incluyendo su diaria programación
radial en Miami—, con absoluto irrespeto a ella, a las instituciones
anfitrionas y a la sociedad democrática estadounidense.

Quienes imaginaron que a fuerza de gritos histéricos y payasadas durante
su gira podrían destruir la imagen de Yoani ante la opinión pública
internacional —esa que ella les ha volteado gradualmente escribiendo su
blog Generación Y desde un destartalado edificio en Cuba— deberían
aprender la lección. El efecto ha sido el inverso. Sus actos de repudio
contra esta mujer que no pierde la serenidad ni devuelve los insultos,
solo han logrado mostrar al mundo el rostro verdadero de la dictadura
cubana. Lejos de provocar que la opinión pública internacional cuestione
a Yoani han confirmado sus denuncias y consolidado un estado de opinión
en su contra.

En Miami, sea cual sea el criterio que algún exiliado pueda tener sobre
alguna idea de Yoani o sobre la forma que ella escogió para exponerla,
no les va a ser fácil reclutar tontos después de tantos años. A estas
alturas, los toros se ríen del viejo truco de que alguien venga a agitar
un capote rojo ante sus ojos.

http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/1363597731_1869.html

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