Farmacéuticas cubanas apuestan por el agua milagrosa
marzo 20, 2013
Rogelio M. Díaz Moreno
HAVANA TIMES — El agua embotellada suele verse, según la conciencia y
nivel adquisitivo del observador, como una necesidad, un lujo, o un
negocio agresivo al medio ambiente e innecesario la mayoría de las veces.
En última instancia, es un negocio estándar para las compañías que
pueblan los anaqueles de los supermercados y hasta para los pequeños
estafadores que rellenan los envases vacíos con agua del grifo -con
frecuencia igual de buena.
Las empresas europeas Vichy y Evian, por ejemplo, sacan ganancias
millonarias con esta actividad, que multiplica cientos de veces el
precio de un litro del sencillo líquido. No obstante, acá en Cuba
tenemos compañías que dejan chiquitas a estos consorcios. No se trata de
Ciego Montero, ni de Los Portales.
El centro Labiofam, ubicado en las afueras de La Habana, multiplica el
precio del litro de agua por mucho más. Los pingues ingresos tienen la
ventaja adicional de no tropezar con tantas suspicacias ecológicas, pues
la etiqueta del frasco vendido opera una estafa de gran efectividad.
Labiofam comercializa una cantidad cada vez mayor de los mal llamados
medicamentos homeopáticos, de amplia aceptación entre el público con
problemas de salud y falta de cultura científica.
Cualquiera puede averiguar cómo se preparan estos "medicamentos". Las
mismísimas personas que recomiendan la homeopatía se lo pueden explicar.
Se toma una sustancia X y se diluye en agua hasta el punto que no queda
una simple molécula del compuesto original en trillones y trillones de
litros.
La descripción sencilla de la elaboración de la "medicina" homeopática
revela que, con ella, lo más que se puede resolver son los casos de
deshidratación. Por esta razón, la explicación del proceso nunca es
simple ni diáfana, sino que viene sazonada por una gran dosis de
rutilante palabrería y términos de alguna manera relacionados con las
corrientes filosóficas en boga.
Por ejemplo, a finales del siglo XVIII-principios del XIX, Samuel
Hanehman, "descubridor" de la Homeopatía, mencionaba "propiedades
divinos", mensajes de Dios, entre otros argumentos que convencían a las
personas.
Hoy los homeópatas dan a entender que se trata de propiedades de la
mecánica cuántica u otras de la física y la química que le otorgan al
agua una "impronta" o memoria de los poderes curativos de la sustancia
original. Tales propiedades no existen, según el nivel de conocimiento
de la ciencia actual.
En última instancia, la práctica ha confirmado la sobria realidad. La
homeopatía ha sido invalidada en numerosos estudios y ensayos clínicos,
y esta información está bastante accesible en numerosas revistas
científicas y bases de datos, como la cubana Infomed.
No obstante, todo esto no ha sido obstáculo para que un grupo con gran
iniciativa haya enraizado en Labiofam el lucrativo negocio de vender
agua milagrosa. En Cuba ya se conoce desde hace cierto tiempo, el
Vidatox 30CH, un frasquito homeopático obtenido "a partir" del veneno de
alacrán, que promete mejorar la calidad de vida de los pacientes
afectados por cáncer.
Hay que poner "a partir", entre comillas, porque al efectuar treinta
operaciones de dilución en las que el volumen inicial crece cien veces
añadiendo simplemente agua, usted se quedó con sales de calcio, sodio,
potasio, y hasta arsenio y uranio disueltos en agua, pero ya en su
pomito no le queda nada del alacrán.
Las personas afectadas por la grave enfermedad pagan buenos dineros por
un pomo con agua, un tilín de alcohol tal vez, y una etiqueta. Ante el
buen resultado comercial, otros mercachifles disfrazados de científicos
han salido a copiar el proceder de Labiofam, pero incrementado
exponencialmente.
Según una última información con la que tropecé en el diario
Trabajadores, el Instituto Finlay ha registrado recientemente toda una
docena de etiquetas homeopáticas contra males diferentes, dígase
problemas de insomnio, dolores menstruales, cefaleas, asma y demás.
Hay que enfatizar lo de la etiqueta, porque el formato externo es lo
único que puede distinguir a un pomo de agua de otro; a menos que tengan
porcentajes distintos de alcohol añadido, ni el más avezado especialista
podrá distinguir los pomitos de "medicina homeopática" contra una
enfermedad, de aquellos contra otra: todos contienen simplemente agua,
bien cara.
La impunidad con que operan estos practicantes del oscurantismo se ve
facilitada por las buenas relaciones políticas de su directiva, sumado a
la ausencia, en la sociedad cubana, de grupos de defensa de derechos de
los consumidores.
Con estas y otras aguas milagrosas que vienen en camino, se ofrece curar
nada más y nada menos que el cólera, el dengue y otros azotes virales
que demandan los correspondientes esfuerzos por parte de las autoridades
de la salud y de todo el país.
El colmo vendrá a ser el "compuesto" PrevengHo que serviría,
literalmente según el artículo de Trabajadores "para prevenir cualquier
dolencia".
A veces, la magnitud del disparate debería servir de alerta para la
sociedad y las instituciones que deben proteger a la población. Si este
PrevengHo tuviera algún sentido, ya se podrá liquidar el sistema
nacional de salud, por redundante.
Qué dengue, ni qué SIDA, ni qué infartos, ni qué cáncer, ni qué nada.
Unas goticas a cada cubano, un par de reverencias a los divinos
salvadores del Instituto Finlay, y a despreocuparnos y a vivir felices y
contentos. Y a salvar al mundo, de paso.
Lástima que no sea cierto. Lástima que todo no sea más que una estafa
vergonzosa, que le costará en el bolsillo y en la salud a nuestros
familiares, vecinos y compatriotas. Lástima que en nuestro propio país,
haya tales inescrupulosos mercachifles de la salud humana.
http://www.havanatimes.org/sp/?p=82149
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