martes, 22 de noviembre de 2016

El futuro de la libertad

El futuro de la libertad
JOSÉ AZEL

Tiene futuro la libertad?

De acuerdo al Democracy Index –compilado por la Unidad de Inteligencia
de The Economist– en 2008, el 14.4 por ciento de la población mundial
vivía en naciones donde las libertades civiles y las libertades
políticas básicas eran respetadas y reguladas por una cultura política
conducente al florecimiento de principios democráticos. El Democracy
Index de 2015 reporta que menos del 9 por ciento de la población mundial
puede decirse que vive en libertad política.

Esta tendencia no es un buen presagio para la libertad, pero para
evaluar si la libertad tiene un futuro es necesario investigar más
profundamente la libertad en sí misma. Tanto el psicólogo social Erich
Fromm en su libro de 1941 El miedo a la libertad, como el teórico
político Isaiah Berlin en Dos conceptos de libertad (1958), establecen
una distinción entre libertad positiva y libertad negativa.

Libertad negativa es entendida como libertad "de" la interferencia de
otras personas. Es decir, libertad de la opresión o coerción. La
coerción aparece cuando las acciones de un individuo son dirigidas a
servir no sus propias intenciones, sino las de otros, o un supuesto fin
superior.

Libertad de opresión o de coerción es el valor supremo del ideal liberal
de un ciudadano libre para perseguir su propia idea de vida
satisfactoria, sin interferencia del Estado, siempre que no le cause
daño a otros. En el liberalismo clásico, el papel del Estado es
mayormente asegurar el funcionamiento pacífico de una sociedad de
individuos libres, enfatizando igualdad ante la ley e igualdad de
oportunidades, no necesariamente igualdad de resultados.

Igualdad ante la ley e igualdad de resultados son incompatibles, y
tratar a las personas como iguales ante la ley asegura que individuos
con diferentes talentos, intereses, niveles de ambición y propósitos,
alcanzarán resultados desiguales. Aparentemente, muchas sociedades
alrededor del mundo se sienten incómodas con los resultados desiguales
que necesariamente resultan de la igualdad ante la ley.

En contraste, la libertad positiva, o libertad "para", espera que el
Estado interfiera y trate a los individuos desigualmente, excusando a
algunos a someterse al imperio de la ley. Las políticas de libertad
"para" demandan que el Estado busque cambiar los fenómenos sociales que
pueden impedir a algunos a actuar libremente.

La visión socialista del Estado de Bienestar –en el sentido del "para"–
justifica que el Estado utilice opresión y coerción para lograr un
resultado deseado de distribución de la producción y corregir
desigualdades creadas por el libre mercado. Esta visión supone que los
individuos no son los mejores jueces de lo que sería mejor para ellos, y
por consiguiente el Estado, que lo sabe mejor, debe decidir en nombre de
ellos.

La libertad negativa describe libertad de tiranía y del ejercicio
arbitrario de la autoridad. La libertad positiva especifica los medios
para actuar. La interacción de ambos conceptos de libertad crea los
conflictos sobre lo que significa libertad. La libertad "para" requiere
necesariamente coerción gubernamental, y debilita la libertad "de".

Buscando detrás de esos aspectos de la filosofía política de la libertad
encontramos un conflicto más básico en la percepción de la naturaleza
humana. Los liberales, como defensores de la supremacía de la libertad,
creen que generalmente los individuos son más virtuosos que malvados, y
que en consecuencia la sociedad puede permitir amplios espacios para las
libertades individuales. Los socialistas tienen una visión más negativa
de la naturaleza humana, razonando que se necesita una autoridad fuerte
para contener los intrínsicamente torcidos y corruptos impulsos de las
personas.

Incluso entre los Padres Fundadores de EEUU el miedo a la naturaleza
humana desenfrenada era predominante. Benjamín Franklin nos ofreció una
imagen clásica: "La democracia son dos lobos y un cordero votando sobre
qué van a almorzar".

El futuro de la libertad depende de nuestra comprensión de que la
cooperación social y la prosperidad económica solamente son posibles
cuando la libertad individual se maximiza en un ambiente democrático. El
futuro de la libertad depende de ser libres de la coerción del gobierno.
Lamentablemente, el estado actual de la libertad en el mundo sugiere que
no hemos aprendido esa lección, y que los gobiernos opresivos están
creciendo. El futuro de la libertad democrática peligra.

Investigador Senior en el ICCAS UM, y autor del libro Mañana in Cuba.

Source: El futuro de la libertad | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article116253243.html

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