lunes, 2 de julio de 2012

El Socialismo del siglo XXI y el cambio de mentalidad en Cuba

El Socialismo del siglo XXI y el cambio de mentalidad en Cuba
julio 2, 2012
Vicente Morín Aguado

HAVANA TIMES — En reiteradas ocasiones, el Presidente cubano Raúl Castro
ha insistido en la importancia de un cambio de mentalidad, objetivo del
Partido, considerado como uno de los asuntos más difíciles a lograr. De
entre varias, extraemos estas palabras del también Primer Secretario del
PCC, dichas al clausurar su Sexto Congreso, el diecinueve de abril de 2011:

"Cambiar la mentalidad en la vida del Partido, según mi opinión, es lo
que más trabajo nos llevará superar, al estar atada durante años a los
mismos dogmas y criterios obsoletos".

Precisamente, el máximo cónclave partidista, dedicado por entero a la
economía, en lo que se ha llamado "Actualización del modelo socialista
cubano", dio curso a un proceso de reformas que da un mayor espacio al
mercado, ampliando el trabajo por cuenta propia y otras formas de
propiedad como la privada en pequeña o mediana dimensión y la
cooperativa, sin desmantelar la amplia base del patrimonio estatal,
conquista esencial del socialismo.

Si mencionamos al Estado como categoría económica, la mayoría de los
cubanos, especialmente los hombres y mujeres que ya peinan canas,
imaginan el Socialismo clásico, con sus variantes conocidas, desde que
Lenin lidereó la Revolución Bolchevique.

Entrando entonces en el dilema de "los dogmas y criterios obsoletos",
acudimos a Hugo Chávez Frías, discípulo declarado de Fidel Castro y
amigo entrañable de la Cuba revolucionaria.

El presidente venezolano habla reiteradamente de El Socialismo del Siglo
XXI, sin aventurarse en los difíciles caminos de la teoría económica,
más bien ocupándose de alcanzar la mayor cuota de justicia social para
su pueblo, acompañada del máximo posible de solidaridad en todos los
ámbitos.

Socialismo con mecanismos de mercado

Evidentemente, el antiguo socialismo, por muchos llamado "Socialismo
Real", fracasó en Europa y la URSS.

Unos primero y otros después, los países sobrevivientes de aquel
extraordinario experimento social, debieron aplicar reformas, signadas
siempre, incluso ahora en Cuba, por la apertura al mercado.

Tal parece un regreso al pasado capitalista, aunque sin perder el Poder
de los trabajadores, simbolizado en la conservación del partido único,
de ideología marxista-leninista, con especial impacto de los fundadores
reconocidos en cada nación.

Venezuela, a la que podríamos llamar tentativamente como un socialismo
emergente, surgido en el nuevo milenio, parte de una variante inversa:
un capitalismo y un sistema político típicos del Tercer Mundo, aunque
con la ayuda de inmensos recursos petroleros.

La tarea de Chávez ha sido conquistar espacios al régimen existente,
consolidando la propiedad estatal sobre los estratégicos hidrocarburos,
a la par de crear nuevas empresas públicas, así como formas solidarias,
para distribuir la riqueza en manos del Estado.

¿A dónde iremos nosotros? ¿A dónde debemos ir?… Cierta lógica apunta a
una confluencia entre el intento venezolano y el modelo cubano. Sin
perder lo conquistado, el destino parece ser privatizar o
cooperativizar, con finalidad social y controles públicos, según sea
aconsejable, áreas mayoritarias de los servicios, así como ciertas zonas
de la actividad directamente productora de bienes materiales.

¿Por qué decimos confluencia? Porque deseamos que nuestros amigos
venezolanos eviten caer en el absolutismo de intervenir a los barberos,
vendedores de frituras, dueños de pequeños restaurantes y otras muchas
pequeñas o medianas propiedades, tan mal administradas y escasamente
productivas en otras latitudes del derrumbado proyecto socialista, lo
que igualmente sucede ahora en el nuestro.

Una mentalidad centrista lentamente abriendo a mecanismos no explotador
de mercado

El sentir y las opiniones populares de los cubanos apuntan en esa
dirección, corroborada por decenas de miles de opiniones, vertidas
durante las discusiones populares, previas al Sexto Congreso del Partido.

Criterios que enriquecieron, cambiaron y/o modificaron los llamados
Lineamientos, como normativas que rigen los cambios del modelo económico
cubano.

Ahora se percibe una voluntad de hacer cumplir lo acordado, partiendo de
un cabal conocimiento y reconocimiento de nuestra realidad.

Lo anterior es un gran paso de avance pero chocamos con ese necesario
"cambio de mentalidad", de antemano previsto como el "gran escollo" en
el largo camino por recorrer.

Un repaso a las opiniones de los lectores de Granma, publicadas los
viernes, es tremendamente ilustrativo del difícil debate actual que vive
la sociedad cubana.

En esas páginas, una señora se queja porque su celular presentaba
problemas en las teclas y fue hasta un taller estatal, donde no encontró
el arreglo.

Alguien en la acera de enfrente le recomendó a un trabajador por cuenta
propia, el cual resolvió la rotura en sólo siete minutos, con garantía
incluida. La mujer termina preguntándose: ¿Por qué el Estado se da el
lujo de perder clientes, credibilidad e ingreso económico?…

Lo interesante es que el disgusto y la decepción están dados por
preconcebir que el asunto debió resolverlo el Estado y no el trabajador
privado.

Buscando criterios, otro opinante recuerda cómo décadas atrás los CDR
recogían la materia prima de forma voluntaria, sin mediar estímulos
monetarios, preguntándose si esta tarea dejó de serlo para la actual
organización masiva cubana, única de su tipo en el mundo.

Como es ya igualmente popular, gente en su mayoría de bajos ingresos,
colectan las principales materias primas reciclables: botellas de
cristal, cartón, papel, latas de aluminio, metales no ferrosos y otros,
que venden exitosamente en establecimientos creados por el Estado para
estos fines.

Evidentemente, estos nuevos mecanismos demuestran tener éxito. Entonces
es lógica la decisión de los Comités de Defensa de la Revolución, al
encaminar sus esfuerzos hacia otras actividades o, inclusive, dentro del
tema de las materias primas, plantearse objetivos diferentes.

Nuevos tiempos exigen un cambio de mentalidad, exigen y necesitan
cambiar "dogmas y criterios obsoletos".

Cooperativas sensibles al mercado

En ocasiones, sin proponérselo, un lector da respuesta a la inquietud de
otro, mostrando la posibilidad real de romper con los viejos esquemas de
pensamiento y de acción.

Tal es el caso de una queja sobre los talleres para reparar vehículos
automotores. Es muy común que no hay piezas de repuesto, sin embargo,
los mecánicos las tienen "por debajo de la mesa" y las ofrecen con
precios diferenciados.

De igual forma, si el cliente desea trabajo rápido y eficiente, debe
pagar la "propina obligada", algo así como un precio particular por la
mano de obra del mecánico.

Sin embargo, el caso anterior motiva una reflexión del lector: "Este
accionar de una especie de empresa privada en nuestros talleres se ha
convertido en una práctica desde hace algunos años. Se utilizan las
instalaciones, recursos y medios de la empresa estatal con fines
privados y yo me pregunto: ¿No sería mejor convertir estos talleres en
una empresa cooperativa?…

El asunto no es reiterar "el dogma" de hacer eficiente,¿a la fuerza o
por arte de magia?, a los consabidos talleres, por décadas incapaces de
satisfacer e las expectativas populares.

Se impone, como lógicamente pensó el citado lector, "cambiar todo lo que
deba ser cambiado",que es hacer Revolución, según la expresión de Fidel,
reproducida en todos los establecimientos y plazas del país.

Es vergonzoso y alarmante, cómo un sin fin de instalaciones productivas
o de los servicios, funcionan con recursos del Estado e inclusive sus
trabajadores invierten de su propio peculio, para mantener o ampliar las
ofertas de bienes y servicios. Posteriormente se reparten las ganancias,
reportando una parte a la empresa estatal.

De facto y ante los ojos "vendados" de quiénes deben impedir estas
acciones, han convertido su establecimiento en la antesala, un tanto
desvirtuada por las circunstancias, de una cooperativa.

Otra práctica repetida es producir más con menos, tomando lo ahorrado
como algo propio. En una panadería se producen trescientos panes con los
recursos para doscientos, con la consiguiente reducción en la calidad de
los mismos. Los cien panes "adicionales" se transforman en ingresos
extra para los implicados.

Ahora lo esperado, el asunto que está por verse, es si la voluntad
expresada y convertida en Lineamientos, será ejecutada y completada con
los nuevos pasos que necesariamente han de venir.

¿Nos atreveremos a cooperativizar las panaderías, incapaces hoy de
darnos un pan medianamente bueno?

Nueva fase del experimento

También Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, publica
artículos que llaman al cambio de mentalidad. Puede leerse uno de Félix
López, titulado "Fotograma por cuenta propia", donde el periodista afirma:

Con todas sus virtudes y sus defectos, la "fotografía" actual del
entorno es bien diferente a la de hace dos años atrás. Y para bien. Lo
dicen las estadísticas y la opinión popular: el sesenta y seis por
ciento de los cubanos que hoy se desenvuelven en el trabajo por cuenta
propia carecían de vínculo laboral. La economía familiar, en muchos
casos, comienza a moverse favorablemente.

Una buena parte de quiénes opinan en contra de los cambios parecen
olvidar la realidad, en su afán por vivir en el pasado, mentalmente
atrincherados, tal vez porque en la mayoría de los casos carecen de
imaginación, iniciativa o recursos para incorporarse a las nuevas formas
de funcionamiento económico-social.

Ha echado a andar una nueva etapa de ese gran experimento, escaso en
definiciones y repetido continuamente como lema: El socialismo del siglo
veintiuno.

Ahora está por verse si los cambios nos traerán un nivel de producción,
capaz de hacer realidad aquel principio de los fundadores del ideal
socialista, repetido en los "Manuales de Economía Política", el cual
proclamaba como objetivo esencial La Satisfacción de las necesidades
cada vez más crecientes de la población.
—–

Vicente Morín Aguado: morfamily@correodecuba.cu

http://www.havanatimes.org/sp/?p=66544

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