El Gobierno cubano no quiere ajustarse a las normas internacionales de DD HH
PEDRO CAMPOS, Miami | 07/07/2017
Al ser rechazada y considerada de "innecesaria e injerencista" la
declaración del Parlamento Europeo en relación al acuerdo entre Cuba y
la Unión Europea sobre Diálogo Político y Cooperación, por parte de la
Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Nacional del Poder
Popular y la cancillería, el Gobierno del general Raúl Castro está
enviando un mensaje muy claro al mundo y al pueblo cubano: no está
dispuesto a ajustarse a las normas internacionales en materia de
derechos humanos.
No es nada nuevo. Desde que los hermanos Castro llegaron al poder en
1959, en la cresta de la ola democrático-revolucionaria que se propuso
derribar la dictadura de Batista y restaurar la Constitución del 40 y la
institucionalidad democrática, decidieron violar las normas
internacionales sobre derechos humanos, especialmente los civiles,
económicos y políticos, para poder garantizar el establecimiento de la
"dictadura del proletariado" e instaurar un socialismo al estilo de la URSS.
El objetivo era "destruir el Estado burgués, sus leyes e instituciones
y, sobre sus ruinas, construir el nuevo Estado socialista, con nuevas
leyes e instituciones que respondieran a los intereses del proletariado
en el poder", tales eran las lecciones fundamentales del folleto El
Estado y la Revolución de Lenin, que ambos hermanos leyeron y asumieron
de manera oportunista para perpetuarse en el poder.
Más o menos todo lo que pasó después es historia que se repite:
aplastamiento de la oposición, expropiación y estatalización de toda la
propiedad privada, concentración del poder económico y político, nueva
constitución "socialista" inamovible, partido único, exaltación de lo
colectivo o social, sobre lo individual, el Estado dueño y señor, la
continuación del trabajo asalariado para el Estado explotador, el
paternalismo con la salud y la educación "gratis" y todo eso que han
llamado socialismo, que nada tiene que ver con el reino de la libertad y
la liberación humana de la enajenación del trabajo y sus condiciones de
subsistencia.
Esos derechos, a los que no quiere verse forzado el Gobierno de Raúl
Castro, serían el programa ideal del socialismo, al decir de José
Saramago, si se respetaran integralmente. Y no fue casualidad que
juristas y diplomáticos cubanos estuvieran involucrados activamente en
la confección de la Declaración Universal de Derechos Humanos aprobada
por la ONU en 1948, con Cuba como signataria, por la sencilla razón de
que por esos derechos venían luchando los cubanos desde 1868 y estaban
siendo precisados y ampliados en cada una de las constituciones cubanas.
No hay que olvidar que las guerras de independencia de Cuba contra
España en el siglo XIX estuvieron inspiradas también en la Revolución
Francesa y en la Declaración de Independencia de las 13 Colonias de
América del Norte, así como en todo el ideario humanista del siglo XIX.
Pretender que la Carta Internacional de los Derechos Humanos (La
Declaración Universal, los pactos y acuerdos y regulaciones
internacionales) va contra la soberanía del pueblo cubano es
precisamente intentar violarla, pues la única forma de garantizar la
soberanía del pueblo cubano es respetando esos derechos.
La comisión de relaciones internacionales del Parlamento cubano llega al
ridículo, pues al tiempo que declara: "No reconocemos derecho alguno al
Parlamento Europeo para abordar asuntos que solo competen al pueblo
cubano, que continúa construyendo una Nación soberana, independiente,
socialista, democrática, próspera y sostenible", también señala que: "el
Parlamento Europeo debería ocuparse de atender el profundo y creciente
deterioro de la confianza de los ciudadanos europeos en las
instituciones comunitarias (...). Debería también la Eurocámara atender
la galopante corrupción en sectores políticos europeos, el creciente
deterioro de los sistemas de seguridad social, principalmente vinculados
a la salud, la persistencia de altas tasas de desempleo,
fundamentalmente juvenil, y los escasos avances que se aprecian en lo
concerniente a la igualdad de género en Europa".
El colmo del cinismo: "Ustedes no tienen derecho a criticarnos a
nosotros. Nosotros sí a ustedes."
Por demás Cuba hoy no es soberana, ni independiente, ni socialista, ni
democrática. De prosperidad y sostenibilidad, ni hablar.
No es soberana porque la soberanía, que reside en el pueblo, ha sido
secuestrada por un gobierno militar todo poseedor y todo decisor que
impide la libertad de expresión de asociación y de elección.
No es independiente, porque desde los primeros años de la "revolución"
empezó a depender económica, política y militarmente de la URSS, después
del petróleo venezolano para subsistir económicamente y ahora pretende
depender de las inversiones internacionales y del turismo de EE UU,
porque destruyó la industria azucarera y no ha sido capaz de desarrollar
su economía.
No es socialista, porque en su nombre lo que se edificó fue un
capitalismo monopolista de Estado, mal administrado por la siempre misma
burocracia que concentró la propiedad y mantuvo el trabajo asalariado,
ha frenado el desarrollo de las fuerzas productivas y eliminado y
obstaculizado el trabajo libre, privado o asociado, de cuentapropistas,
cooperativistas, sistemas autogestionarios, comunitarios y demás
trabajadores asociados, que caracterizarían la sociedad postcapitalista.
Y no es democrática, porque el sistema político unipartidista, basado en
el artículo 5 de la constitución cubana, impide la libertad de
expresión, de asociación, de elección, el multipartidismo y la libertad
de actividad económica.
Cuba podrá ser soberana, independiente, socialista y democrática el día
que se respeten íntegramente los derechos humanos aceptados
internacionalmente y que el actual Gobierno cubano se niega a reconocer.
Source: El Gobierno cubano no quiere ajustarse a las normas
internacionales de DD HH -
http://www.14ymedio.com/blogs/cajon_de_sastre/Gobierno-ajustarse-internacionales-DD-HH_7_2249844994.html
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