Opositores o disidentes, ¿esa es la cuestión?
FRANCISCO ALMAGRO DOMÍNGUEZ | Miami | 8 de Marzo de 2017 - 08:19 CET.
Si usted tuviera un patio con gallinas y patos, ¿a quién daría primero
de comer? Unos dirán a los patos, y dirán sus razones. Otros que a las
gallinas, y argumentos de más. Y están para quienes da lo mismo, porque
son aves de corral similares. Esta es una vieja historia didáctica para
enseñar la llamada "ilusión de alternativas"; que ante un hecho nimio,
intrascendente como puede ser darle de comer a los animales, se puede
crear la fantasía de las diferencias. Se podría decir, también, que
ilusión al fin, nada práctico trae consigo. Sin embargo, crear
alternativas puede ser un primer e importante paso para acabar con la
inacción, el tedio, el conformismo. Solo cuando el ser humano encuentra
un camino alterno puede seguir adelante.
José Luis García Pérez, "Antúnez", acaba de hacer una declaración en la
televisión de Miami que encierra una interesante reflexión sobre la
oposición cubana y su futuro. Ha dicho Antúnez que una cosa es ser
disidente y otra opositor. Ha creado la ilusión de alternativas: disidir
y oponerse son dos situaciones distintas. Para el exprisionero político
por 17 largos años, disidente es aquel que quiere cambios dentro del
gobierno vigente; un opositor, quien lucha por un cambio de ese gobierno.
De tal manera, se podría pensar que el disidente es un opositor en
ciernes, un "proto-opositor". En cierta manera, la Real Academia de la
Lengua (RAE) da la razón a Antúnez cuando enuncia que disidir es
separarse de la común doctrina, de la creencia o conducta. Del mismo
modo, opositor para la RAE es quien hace la "acción y efecto de
oponerse", o sea, presupone una participación activa en contra de
alguien o de algo.
¿A dónde nos lleva esta disquisición que pudiera parecer bizantina, sin
sentido? Como parece inferir García Pérez, la ideología comunista está
en franco declive por su miseria teórica y la falta de respuestas
prácticas para adaptarse al mundo de hoy día. Después de haber hecho una
trasmutación ideológica satisfactoria hilvanando nacionalismo,
estalinismo y altas dosis de culto al líder a principios del milenio,
los tanques pensantes del régimen no pasan de ser hoy blogueros a la
riposta, antiguos cadáveres políticos y académicos resurrectos por obra
y gracia de la necesidad de sobrevivencia política.
Parecen lejanos los días en que los centros de investigación dedicados
a América, EEUU, Europa, a la Economía Mundial, a la Filosofía y otras
ciencias sociales presentaban trabajos errados en su consecución
práctica, pero teórica y científicamente eran dignos de lecturas
mínimas. La academia comunista cubana "producía" pensamiento, aunque
fuera soso, impracticable. Ahora, como el azúcar, nada. Hoy esos mismos
centros, casi todos adscritos al Comité Central del Partido, están
plagados de "disidentes"; individuos que no caminan vestidos de blanco
con una flor por la Quinta Avenida, sino peor: andan los pasillos y las
oficinas del Gobierno con ropas traídas de Miami, informes que nada
dicen, y la conocida careta de falsas lealtades. Ellos, más que nadie,
son los verdaderos disidentes. Están en La Habana. No en Miami ni en
Madrid.
Porque, ¿a quién podríamos llamar opositor? ¿A Dagoberto Valdés, un
católico cuyo carisma personal creó Vitral, uno de los proyectos
culturales más interesantes e inclusivos, y que jamás se ha declarado en
"acción" contra el Gobierno?; ¿El padre José Conrado, un sacerdote
contrario a todos los "reinos de este mundo" pero visceralmente opuesto
a la violencia? ¿Eran opositoras las Damas de Blanco primeras?
Conocidas desde sus inicios por quien escribe, miembro comprometido de
la comunidad católica de Santa Rita, comenzaron siendo un grupo de
mujeres e hijas de presos políticos; sentadas al final de la iglesia
con sus ropas blancas, y lideradas por esa maestra de amor que era Laura
Pollán, caminaban en silencio por las aceras de Miramar, sin más. Los
mencionados, católicos todos, ¿son disidentes u opositores? ¿Para quién?
¿Para la Iglesia, o para el régimen? ¿Para ambos?
Habría todavía una pregunta más sugestiva: ¿cómo se llega a la categoría
de opositor? Convertirse en disidente parece muy claro: frustración.
Basta un minuto en la vida para darse cuenta de estar siendo engañado, y
como un castillo de naipes, todo se viene abajo. Por lo menos el "alma"
nunca más le pertenece al otro. Pero, estar en contra, en "acción", es
otra cosa.
Por ejemplo, la llamada "oposición leal", ¿dónde está su actividad para
cambiar el estatus quo? Pudiera llamarse disidencia leal ya que la
plataforma Cuba Posible da cabida a todo tipo de ideas menos las de
franca oposición, y en un malabarismo semántico que pocos comprenden,
deja que "disidentes" y "proto-disidentes" se expresen. A tal punto Cuba
Posible molesta, o al menos eso parece, que ha sido ácidamente criticada
en la Isla por uno de los peores francotiradores mediáticos del régimen.
¿Es la disidencia de Manuel Cuesta Morua, quien se autodefine
socialista, una oposición liberal por su hacer fuera y dentro de la
Isla? ¿Cuál es la diferencia con Dimas Castellanos, opositor pacífico
menos conocido y de igual manera en una época luchador por mejoras
dentro de un socialismo humano, coherente, nacionalista? Por último,
los cubanos que estamos fuera de la Isla —casi tres millones—, por las
razones que sean, ¿somos opositores anónimos o disidentes conocidos?
El régimen cubano debería tener en cuenta que, entre los llamados
disidentes y opositores fuera y dentro de la Isla, hay una mayoría
abrumadora. Ya no tienen el apoyo del soberano, aunque este no pueda
expresarse. Y aunque no todos quieren el cambio de la misma manera,
todos quieren lo mismo. Somos del mismo "patio". Y tarde o temprano
habrá que alimentar a todos por igual. Para el régimen, esa es la única
alternativa que le queda ante la Historia.
Source: Opositores o disidentes, ¿esa es la cuestión? | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1488585136_29399.html
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