El socialismo de cuartel
21 Marzo, 2017 9:12 pm por Rogelio Fabio Hurtado
Marianao, La Habana, Rogelio Fabio Hurtado, (PD) "Un pueblo no se
gobierna como se manda un campamento", le sentenció previsor Martí al
marcial Máximo Gómez.
Desde 1959 vivimos sometidos a las órdenes de un caudillo revolucionario
triunfante. Para derrocar al impopular régimen del General Batista, el
orden militar impuesto por el autodesignado Comandante fue lógico y
éxitoso. Para reconstruir la sociedad, no. Las órdenes no alcanzan para
preveer y regular todos los procesos vitales de una sociedad.
Al autoritarismo vino a sumarse el calco minucioso del modelo
marxista-leninista totalitario y estéril. Al cancelar todo el espacio
político, el Partido Unico se convierte en la práctica en una cofradía
de colegas, incapaces de levantar la voz contra el compañero, a menos
que la orden de ejecución venga desde arriba. Eso, crea una atmósfera de
complicidad mutua, reforzada porque no existe opinión pública de ninguna
clase, ni espacio para el desacuerdo: todo el que critique, es aliado
del enemigo imperialista. Entonces, el error puede hacerse pasar por
victoria y hasta convertirse en hábito por costumbre. Y con frecuencia
se le embalsama bajo un barniz retórico como tradición heroica.
A estas alturas, el escenario está listo para que medren los más cínicos
oportunistas. Para la masa, está la resignación, la estampida o la
corrupción atrincherada en una doble moral cada vez más compartida.
Acaso lo peor de este mal sea que no existe reserva social a la que
acudir. Las instituciones religiosas son cooptadas desde arriba,
mediante pequeños beneficios que premian el silencio y la pasividad
social.La educación está rigurosamente controlada desde los cuarteles. Y
de la prensa, ni hablar. Cada vez somos menos los que la hojeamos. No
creo que muchos crean en ella. El sector intelectual, anda tranquilo y
feliz, en sus respectivas jaulas.
Por fin, la mínima disidencia, acéfala y satisfecha con entrar y salir
de los aeropuertos internacionales, privada de accesos a la población
que faciliten una base social suficiente, queda reducida a
individualidades fáciles de controlar para la represión. Y ya ni
siquiera asoma la llamada oposición leal.
Así, la sociedad carece de tensión interna. Las individualidades
persiguen exclusivamente beneficios personales, siempre que no demanden
demasiado sacrificio. Como en los tiempos de la esclavitud, el ocio se
ha convertido en valor.
Ojalá me equivoque, pero estamos varados en una calma chicha perpetua.
No queda sino sentarse a jugar dominó hasta la muerte.
Recuerdo, por si consuela, otro apotegma martiano: "Todo cuanto sea
incompatible con la dignidad humana, caerá".
rhur46@yahoo.com; Rogelio Fabio Hurtado
Source: El socialismo de cuartel | Primavera Digital -
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