De la sexualidad de los cubanos
21 Marzo, 2017 9:25 pm por Luis Cino Àlvarez
Arroyo Naranjo, La Habana, Luis Cino (PD) En 1980, Gay Talese, que junto
a Tom Wolfe fue uno de los creadores del Nuevo Periodismo, escribió Thy
neighbors's wife, un libro sobre la sexualidad en la sociedad
norteamericana, estremecedor por su franqueza y el tratamiento sin
afeites del tema.
Sería muy útil que alguien se animara a escribir un libro así sobre el
sexo en Cuba. Pero si alguien se decidiera a hacerlo, lo más seguro es
que no se caracterizaría por la sinceridad.
Los anales de la sexualidad cubana están llenos de mitos, prejuicios,
supercherías, falsas creencias. Y las consiguientes barbaridades, como
no. Como eso de las perlas implantadas en el pene, generalmente sin las
adecuadas condiciones de higiene, con el objetivo de "hacer sentir más a
las jebas".
De muy poco vale la educación sexual que chapuceramente se imparte en
las escuelas y que tiende más a confundir que a esclarecer.
Desde la niñez, empiezan las preocupaciones e inseguridades con las
proporciones de los genitales.
El desempeño sexual es otra preocupación más seria aun. Si se exagera en
dicha preocupación puede tornarse en patológica. De ahí parten muchos
casos tanto de exhibicionismo -los famosos "disparadores" y "pajeros",
que no son más que violadores frustrados- como de impotencia y todo tipo
de disfunciones.
Los hombres cubanos nos pasamos la vida esforzándonos por comportarnos
como atletas sexuales. Se supone que es lo que se espera que seamos. Por
eso, presumimos de nuestras hazañas amatorias. Cuando fracasamos en
algún lance, nos sentimos casi al borde del suicidio.
La mayoría de los cubanos y las cubanas, como siervos de la lujuria,
verdaderos batidos de hormonas, siempre estamos en plan de ligue. O al
menos nos esforzamos por dar esa impresión. Para que no digan que no
somos los más calientes del mundo.
Con lo sexualmente desinhibidos que solemos mostrarnos, somos bastante
conservadores, hipócritas y mentirosos cuando hablamos de ciertos temas.
No hay dudas de que subsisten -y de qué modo- el machismo y los
complejos de culpas que nos legó el catolicismo. Súmele a eso los
rezagos tribales traídos de las selvas de África y cocinados con leña en
los barracones de esclavos. Y todo agravado por el socialismo chambón y
gamberro que nos han impuesto en más de medio siglo a varias
generaciones de cubanos, privados de individualidad y forzados a fingir.
¡Cuántas sorpresas y sustos nos depararían aun hoy, con CENESEX y todo,
un informe como aquel del doctor Kimsey que estremeció a la puritana
sociedad norteamericana de los años 50! ¿Se imaginan, con lo machistas
que somos, si se supiera el por ciento de esposas infieles o el de
hombres y mujeres que han tenido, al menos una vez, alguna experiencia
homosexual?
¿Nos son útiles los mitos, las payasadas y las mentiras a tiempo de
bolero? ¿Nos han hecho más plenos y felices? Todo lo contrario. Nos
hacen mucho daño, nos lastran para funcionar como seres humanos
equilibrados, sin tener que recurrir al psicólogo.
Pero, ¡qué le vamos a hacer! Como decía una vieja canción de Roberto
Carlos, ese gran filósofo pop y sexólogo, como la princesa Mariela
Castro, con su teoría del cóncavo y convexo y su hipótesis de cama y
mesa: "a veces las mentiras también ayudan a vivir".
luicino2012@gmail.com; Luis Cino
Source: De la sexualidad de los cubanos | Primavera Digital -
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