miércoles, 8 de febrero de 2017

La burocracia y el funcionariado

La burocracia y el funcionariado
7 febrero, 2017 11:57 pm por Luis Cino Àlvarez

Arroyo Naranjo, La Habana, Luis Cino, (PD) A inicios de los años 60,
Fidel Castro y Che Guevara hablaban del burocratismo como un mal
heredado del estado burgués, al que había que combatir y erradicar,
aunque según aseguraban, ya estaba en vías de extinción.

Por entonces, proliferaban los organismos del Estado nombrados -como el
partido único, la Juventud Comunista, las organizaciones de masas, los
ministerios, las fuerzas armadas y los órganos represivos- por sus muy
sonoras siglas o las combinaciones de ellas ( la Oficoda, la JUCEI, la
JUCEPLAN, la ENMIU) el papeleo, las planillas, los cuños, las firmas y
las reuniones por cualquier causa, las disposiciones absurdas, las
orientaciones y las contra-orientaciones, siempre venidas de arriba.

Las personas, para cualquier trámite, aun el más sencillo e
intrascendente, como cambiar la dirección de su casa o mudarse de
bodega, tenían que hacer largas colas y ser peloteados de oficina en
oficina, de un compañero burócrata encargado de atender un asunto a
otro, con igual mala cara y desinterés en solucionar algo.

Si ha cambiado la burocracia desde entonces, en estas décadas que se nos
han hecho tan largas a los que hemos tenido que vivirlas a puro
sufrimiento, ha sido para hacerse más fuerte y poderosa. Es lógico. La
burocracia es inherente al socialismo real, que es el que ha imperado y
aun impera en Cuba, por mucho que se hable del liderazgo carismático de
Fidel Castro, del legado guevarista y de la excepcionalidad de la
revolución cubana, que bajó de las lomas y no llegó con los tanques del
Ejército Rojo, ni falta que le hizo para calcar entusiastamente las
recetas de Lenin y Stalin…

En Cuba, como ocurrió en los demás países del nunca bien vituperado
socialismo real, el aparato burocrático acumuló poder, se hizo
gigantesco, inamovible y se ha fundido y confundido con el
funcionariado. Y cada vez está no solo más alejado de los intereses
populares, sino frontalmente contrapuesto a ellos. Es quien ejerce, a
nombre del jefazo, la dictadura sobre el proletariado.

La burocracia-funcionariado, testaruda, egoísta, mezquina, corrupta,
reacia a todo cambio que no redunde en su provecho, pone trabas a los
intentos de reformar el sistema para intentar la sobrevida –la llamada
actualización del modelo económico y los Lineamientos del VI Congreso
del Partido Comunista, que se implementan a paso de tortuga, con muchas
más pausas que prisa.

La burocracia- funcionariado se ha convertido en el más peligroso de los
gérmenes que amenazan la supervivencia de eso que todavía se empeñan en
llamar la revolución. Y la dirigencia del Estado-Partido-Gobierno está
advertida del peligro, sabe que son pirañas, enloquecidas y voraces,
pero no puede prescindir de ellas.

Los gobernantes dicen combatir la corrupción, pero no le causa daños ni
bajas a los adversarios: es una paternalista y regañona guerra, que solo
quita el sueño a algún que otro imprudente que exageró y se sabe caído
en desgracia.

Y así, siguen los desfalcos. Los resultados de una investigación
realizada el pasado año por la Contraloría General de la República
revelaron que solamente las empresas estatales habaneras tuvieron
pérdidas ascendentes a más de 51 millones de pesos convertibles.
Explicaron que se debió al descontrol, la falta de vigilancia, "la
ineficiencia en la gestión y falta de integralidad en la planificación".
No se habló de responsables, y menos aún, de sanciones.

La burocracia-funcionariado es el reservorio de los ortodoxos, de los
retranqueros que no quieren cambien las cosas de lugar, se pone
paranoica, recela de todo y de todos, estrecha el embudo, censura y
prohíbe, se niega a ceder espacios, a desatar las fuerzas productivas,
se opone y obstaculiza el desempeño económico autónomo, tanto de los
llamados cuentapropistas (que no sean de la elite, de los suyos) como de
las cooperativas.

Es la burocracia-funcionariado y no los emprendedores privados, como
insisten en hacer ver, la que se opone denodadamente a la socialización
y redistribución de la riqueza. Atrincherada en los ministerios, le
interesa más mantener su poder, sus privilegios, sus ganancias, que la
implementación de medidas efectivas que conduzcan a un desarrollo que
permita se beneficien equitativamente todos los miembros de la sociedad.

Y así, las instituciones del estado y el gobierno se hacen cada vez más
disfuncionales e incapaces. Darían risa si no dieran grima…

La burocracia-funcionariado, hablando en los términos de la jerga
oficialista, sería contrarrevolucionaria y anti-socialista. Solo que ya
resulta bastante hiperbólico llamar revolución y socialismo a lo que va
quedando del castrismo.

Entonces, la burocracia decisora, con todo lo que le cuelga, es la
guardiana, en el fondo de la gruta, más que de la llama, de los
rescoldos del castro-socialismo verde olivo. ¡Y así quieren que no se
apague!
luicino2012@gmail.com; Luis Cino

Source: La burocracia y el funcionariado | Primavera Digital -
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