De negros y 'weonas'
NÉSTOR DÍAZ DE VILLEGAS | Hollywood | 28 de Febrero de 2017 - 08:37 CET.
Es curioso que los que claman racismo ante el dibujo de dos negros
jineteros cubanos no presten atención a las chilenas que van a
pescarlos. La acusación de racismo no las afecta, quedan fuera del
debate. Pero ellas son la demanda de la oferta y el yin del yang. No
existirían negros pingueros —ni en la realidad ni en la caricatura
cubanas— sin esas señoritas de Valparaíso.
Si vamos al caso, el estereotipo racial no fue creado por el
caricaturista sino por la caricatura en que ha degenerado la realidad
cubana. El régimen cría —y mantiene— patrones culturalmente atractivos y
económicamente rentables (gay, negro, prostituta, artista,
revolucionario). Además, se trata de un recurso dinámico, 100%
renovable. El negro, en tanto producto de explotación, cae en algún
renglón situado entre el médico internacionalista y el pelotero de las
Ligas Menores. Incluso a otro nivel, el nivel parlamentario, Esteban
Lazo cumple la misma función: es el negro "ficha" en el Palacio, lo que
Harry Belafonte llamó "a house nigger" al referirse a Colin Powell.
Porque el negro, en Cuba, no es dueño de su imagen: los blancos
terratenientes la tramitan por él, lo cual representa un obvio retroceso
con respecto a la situación de las llamadas "personas de color" en la
República. Si detectamos un elemento reaccionario en el nuevo racismo,
es porque, como ya ha sido demostrado por los historiadores, el cubano
—sea blanco, negro o chino— vive una situación retrógrada en lo tocante
a sus derechos civiles, aun con respecto al negro esclavo de la Colonia.
Es decir, la "negritud", en Cuba, es un asunto interracial y
transcultural, que afecta a todos los cubanos: el negro va por dentro.
El neoracismo es la consecuencia lógica de las condiciones
socioeconómicas del castrismo, una variedad nueva, no conectada
históricamente con lo que pudo haber sido el "racismo" en la República.
La oligarquía blanca gobierna el país, una casta dinástica española. La
situación del negro con respecto a esa entidad queda ilustrada en el
pasaje del documental Comandante, de Oliver Stone, en que Fidel condena
a muerte, delante de las cámaras, a tres negros cimarrones. Es un dato
de la mayor importancia que los trabajadores migratorios que laboraban
en la finca de los Castro, en Birán, fueran ajusticiados al final de
cada zafra.
Que el negro cubano fue reempaquetado y sindicalizado como símbolo
sexual, es algo que ni las cuentapropistas de los estudios de raza
podrán negar. La caricatura de Alen Lauzán podrá ser "racista", pero
únicamente dentro del contexto neocolonial de los estudios raciales
gringos, que han penetrado (ideológicamente) la academia cubana, no en
el contexto de las categorías interraciales cubanas, que superan
cualquier noción sociológica importada.
Source: De negros y 'weonas' | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1488236694_29275.html
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