miércoles, 8 de febrero de 2017

Cómo vive el cubano? (II)

¿Cómo vive el cubano? (II)
7 febrero, 2017 11:24 pm por Eduardo Martínez Rodríguez

El Cerro, La Habana, Emaro, (PD) Dentro de Cuba, a pesar de la
propaganda, existen varias clases de cubanos. Clases sociales
antagónicas peor que en el capitalismo, porque la superior tiene todo el
poder y acalla y aplasta a las demás debajo, cuando debíamos ser todos
iguales.

Antes de 1959, los adinerados y poderosos no se ocultaban para serlo ni
pretendían que los de abajo creyeran otra cosa.

Irá el visitante (muy hipotética e improbablemente) a una residencia en
los barrios elegantes y caros de antaño (Siboney, Atabey, Cubanacán,
Nuevo Vedado, Kholy) donde residen los dirigentes políticos y altos
militares, barrios muy custodiados, y verá a una vivienda que se toma
media manzana, un alto muro a su alrededor que imposibilita ver hacia
adentro. Si es invitado a entrar, notará lo bien cuidado del lugar, los
empleados domésticos, la bien abastecida despensa, la exagerada
amplitud, un televisor de pantalla plana de cincuenta pulgadas encendido
con disponibilidad de varios canales extranjeros por cable, incluyendo
la CNN; probablemente se vean varias computadoras de mesa en los
cuartos, alguna laptop tirada sobre el sofá, conectadas a Internet.
Tendrán anexo a la vivienda un garaje para tres autos, generalmente
Audi, Mercedes, BMW o VW.

Sus moradores le dirán que Cuba es lo mejor del mundo y que hay que
respetar su soberanía, idiosincrasia y sistema de gobierno.

Para esta clase de nuevos ricos socialistas no importa realmente el
dinero (aunque lo tienen), sino el poder, las relaciones e influencias.
Este grupo no tiene necesidad de violentar ninguna ley o reglamento, al
menos visiblemente. Estas personas tienen sus tiendas y mercados
exclusivos, y también sus clínicas. Visitará, menos dificultosamente, un
apartamento en Miramar, espacioso, donde tal vez alquilen a turistas.
Puede que tengan un televisor de cincuenta pulgadas, pero ya no tendrá
canales por cable ni antena satelital. Descubrirá usted después, a
medida que haga amistad con estas personas, que a pesar de que puedan
ser adeptos al gobierno, pagan a algún otro vecino por un cable
clandestino para poder ver las emisoras norteamericanas de habla
hispana, lo cual es pecado en esta nación, por lo que si son
descubiertos les impondrán elevadas multas, y les retirarán el cable y
de las antenas. Los cubanos solo pueden ver la TV oficial. Excepto los
de la clase alta.

El propietario de la vivienda llegará en su coche Lada, o Geely, en muy
buen estado y lo dejará en el exclusivo y custodiado estacionamiento del
sótano.

Estas dos viviendas anteriores siempre tendrán aire acondicionado
central. Casi todos sus habitantes son hoscos y tienden a hablar poco
con los demás, fuera de su círculo íntimo, aunque se muestran muy
educados y amables llegado el caso. Son decididamente socialistas o
revolucionarios.

Le será más asequible llegar a una casa de Centro Habana, de Diez de
Octubre o La Habana Vieja en buen estado constructivo e ingresar a un
domicilio de gente muy amable, generalmente con algún negocio privado
como renta de habitaciones a turistas (no a cubanos) o alguna cafetería
o paladar (restaurante) elegante. Verá un televisor de pantalla plana de
veinte o treinta pulgadas. Se notará un confort medio. Puede que tengan
el cable (antena ilegal) pero serán muy cautos con esto y apagarán el
equipo cuando arriben extraños. Puede que sean músicos, artistas de
renombre, artesanos, literatos exitosos, o bandidos de media monta, (los
de cuello blanco pertenecen a las clases superiores). Asisten a los
mismos mercados que todos los demás de abajo, pero cuentan con mayores
ingresos por lo que son mejor atendidos. Asistirán a los mismos
hospitales y policlínicos que los de abajo, pero como pueden dejar
mayores propinas, no sufrirán las largas esperas por las ausencias de
médicos, u otro personal imprescindible, o los graves desabastecimientos
de medicamentos que no conocen los de arriba. Estas personas se callan
cuidadosamente sus opiniones políticas. Temen perder lo poco que tienen
o han conseguido con tanto esfuerzo.

A las viviendas de las personas de la clase baja usted puede ingresar
muy fácilmente si es invitado. Son siempre extremadamente amables y si
tienen televisor es alguno de antiguo. Las puertas se mantienen
abiertas. No hay antenas ni cables. Los muebles son viejos y puede que
sucios. Si ven computadora será un P3 o algo parecido, ya cacharreado.
Los muchachos tendrán IPhone viejos con juegos o música escandalosa
incorporados. Generalmente visten y se pelan a la usanza de los raperos
norteamericanos, no importa la raza. Tendrán siempre escasos
abastecimientos materiales (agradecerán que usted les regale veinte cuc
con lo cual irán directa e inmediatamente al mercado más cercano) y
muchísimas dificultades con el transporte, el sistema de salud muy
ineficiente, la inamistosa y ruda policía, los inspectores, etc. Sus
casas no tienen garaje, y si tienen auto, será un cacharrón
antediluviano reconstruido estilo tanque de guerra, diseñado para cargar
numerosos pasajeros por las destrozadas calles. Si hay garaje, será
externo y hecho con planchas de acero oxidadas u otros materiales de
desecho. Estos son los obreros o trabajadores de todo tipo, quienes
sobreviven con un minúsculo salario e inventado algo que les aporte un
poco más de efectivo para sobrevivir. La inmensa mayoría no se oculta
para expresar su descontento con el gobierno, en diversas gradaciones de
acuerdo a su información e inteligencia. Algunos viejos comunistas serán
reticentes en criticar al sistema aunque la estén pasando visiblemente
muy mal: eso les inculcaron.

La clase ultrabaja reside en los numerosos tugurios suburbanos o en las
zonas donde también se encuentran tugurios urbanos muy céntricos,
incluyendo El Vedado, antiguo centro de la ciudad (hoy no existe un
centro definido). Esto es la zona sur no reconstruida de La Habana
Vieja, gran parte de Centro Habana, muy deteriorada, El Cerro, La Lisa,
y otra grandísima parte de las urbanizaciones actuales. No es
recomendable la visita a los no residentes y desconocedores de estos
lugares. Nunca son bienvenidos, y si lo son no saldrán bien del lugar.
Aquí residen los desempleados crónicos, los traficantes de drogas y de
todo tipo de cosas. La policía y otras autoridades incursionan poco por
estos lares. Las viviendas son generalmente covachas malolientes, muchas
veces carentes de agua potable, o mansiones de muy mal gusto edificadas
sin plan ni diseño previo, enrejadas estilo prisión, para evitar robos.
Quienes pueden dedicar algo de pensamiento a la política se manifiestan
agresivamente contra el gobierno. Muchos son ilegales en la capital y
residen en llega-y-pon y viviendas muy aisladas, ocultas e ilegales,
confeccionadas con cualquier material en lugares generalmente insalubres.
Desgraciadamente, a la clase baja y ultrabaja pertenece el noventa por
ciento de la población urbana.

En el campo, generalmente residen en viviendas insalubres y gozan de
escasa cultura en proporción a la media cubana. No poseen artificios
electrónicos destacables, mucho menos computadoras ni acceso a Internet.
Su información internacional es muy escasa y tienden a creer en la
propaganda oficial.
eduardom57@nauta.cu; Eduardo Maro

Source: ¿Cómo vive el cubano? (II) | Primavera Digital -
https://primaveradigital.org/cubaprimaveradigital/como-vive-el-cubano-ii/

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