miércoles, 10 de agosto de 2016

Despotismo y Revolución

Despotismo y Revolución
HILDEBRANDO CHAVIANO MONTES | La Habana | 10 de Agosto de 2016 - 05:11
CEST.

Éxodo imparable, escasez de alimentos, decrecimiento del PIB,
manifestaciones callejeras, huelgas de hambre, baja productividad,
pérdida de credibilidad de los gobernantes, desesperanza, corrupción,
apatía, abusos policiales, promesas incumplidas, proliferación de
alcohólicos, delatores, provocadores, asaltantes y proxenetas.

¿En realidad alguien piensa en serio que Cuba avanza o que siquiera
tiene un futuro viable? Viendo a miles de cubanos en Turbo, Colombia, me
pregunto si no les dará vergüenza a los gobernantes cubanos que todos
los años miles de "hombres nuevos", nacidos después de 1959, y educados
por la revolución de Fidel Castro en los principios solidarios y
antimperialistas, decidan largarse dejando atrás casa, familia y
propiedades en una estampida semejante a la de los animales de la selva
cuando perciben el olor de un incendio. Arriesgarlo todo a cambio de
escapar del infierno en que los Castro y comparsa han convertido a Cuba.

Los berlineses democráticos se atrevían a brincar el muro convertido en
paredón de fusilamiento, los cubanos tienen la maldición de vivir en una
isla cercada por un muro de agua, y aunque Pablo Milanés y otros muchos
la amemos hasta el dolor, nada detiene el deseo de todos los que escapan
o al menos lo intentan, de ofrecer una mejor vida a sus hijos. Es su
derecho.

La crisis migratoria cubana no tiene nada que ver con la Ley de Ajuste
Cubano o la Helms-Burton, es producto de la crisis política que vive el
país. Los cubanos que se fugan son también emigrantes políticos porque
huyen de un régimen que los priva de todo derecho, incluso el de
quejarse. Muchos de ellos con el miedo a los fantasmas de la Seguridad
del Estado en el cuerpo, dicen que emigraron a EEUU en busca de mejoras
económicas, lo cual aunque es cierto, trae a la memoria que lo que dio
inicio a la guerra de independencia cubana en el año 1868 fueron razones
fundamentalmente económicas provocadas por la anacrónica y estúpida
política de la Corona española respecto a los derechos de los
productores, empleados y comerciantes de la Colonia, no solo de los
esclavos.

Los cubanos de La Florida y Nueva York que apoyaron a los
independentistas habían emigrado en busca de mejoras económicas, pero no
por gusto se vieron identificados con la causa de la independencia.
Todas las generaciones de cubanos que han sufrido en la diáspora, tienen
un denominador común; los gobiernos despóticos que hemos padecido
impuestos por la fuerza, pero mantenidos un poco por ingenuidad, otro
poco por desidia y mucho por la desunión que nos identifica.

Exigir a los gobiernos de Ecuador, Colombia, Panamá o Centroamérica que
permitan el paso o la estancia de los cubanos en esos países por razones
humanitarias es justo, aunque no sea la solución del problema. Los
países de la región deben exigir al Gobierno cubano que satisfaga la
necesidad de libertad que reclama la población de la Isla con los pies
en polvorosa.

El Gobierno de Cuba puede ignorar a un puñado de huelguistas porque de
manera cínica se desentiende del hecho y a nadie en el mundo le importa
que se mueran, las mujeres pueden ser apaleadas en las calles porque en
tiempos en que la violencia contra la mujer casi no es noticia, unas
cuantas mujeres vejadas es algo que no causa escándalo en los países
civilizados. Pero la situación de los migrantes cubanos en Sudamérica
afecta a terceros, y los gobiernos de esos países tratan por todos los
medios de congraciarse con el régimen de La Habana en lugar de exigirle
a Raúl Castro que primero se abra a su pueblo antes que al mundo.

La venta del país a pedacitos a franceses, españoles, canadienses y
norteamericanos, no va a parar el flujo migratorio ni mejorar las
condiciones de vida de los cubanos. Permitir que los huelguistas
terminen como Zapata Tamayo, tampoco ayuda. Solo leyes justas que
permitan el enriquecimiento y la libertad de los cubanos, lograrán que
se interesen por regresar a su país en lugar de obsesionarse por dejarlo.

El mundo debe abrirse a Cuba como dijo el Papa, pero sin olvidar que
cuando dijo Cuba, se refería a los cubanos, no a la familia Castro, y
cuando una empresa francesa paga por la compra de un aeropuerto
desnacionalizado, ese dinero no beneficia en nada al pueblo, sino a las
finanzas de un grupúsculo oportunista.

Source: Despotismo y Revolución | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1470412961_24396.html

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