sábado, 6 de agosto de 2016

Blanquearle la cara al castrismo

Blanquearle la cara al castrismo
LUIS FELIPE ROJAS | La Habana | 6 de Agosto de 2016 - 07:33 CEST.

La era del perdón de Occidente a Cuba está llena de eufemismos y
maquillajes para arreglar la piel de la más vieja dictadura del hemisferio.

Al régimen cubano muy pocos medios de prensa y líderes de opinión
quieren —o se atreven a— llamarle dictadura, sino Gobierno. Las manadas
de empresarios antiembargo cuando van por mojitos y cubalibres al hotel
Inglaterra no se reúnen con los lacayos castristas sino con funcionarios
del Gobierno.

En caso de que la hubiere, los visitantes no hacen una exigencia sino
una petición. Está claro, los cómplices no se restriegan las cosas entre
sí, se hacen recomendaciones.

Las largas jornadas de pugilateo con los desalmados sostenedores del
autoritarismo verdeolivo son "sesiones de trabajo". Los escupitajos que
la prepotencia castrista y castrense lanza a sus interlocutores reciben
el nombre de "tensas relaciones".

Lo que pasa Cuba adentro es otro tanto.

La policía se hace acompañar de testigos para registrar una vivienda, y
no para allanarla, nunca para asaltarla. Aunque esos "testigos" sean
miembros activos de los ya tristemente célebres Comités de Defensa de la
Revolución (CDR) o las Brigadas de Respuesta Rápida. En caso de que el
registro cuente con la oposición de los moradores —porque las fuerzas
policiales casi nunca presentan órdenes judiciales al efecto—, los
"aguerridos combatientes" usan la fuerza, casi nunca desmedida.

Nadie quiere hablar de secuestro en la Isla, ningún medio le da crédito
a ese acto habitual, porque a fin de cuentas las desapariciones solo
duran horas —o días si el detenido ha sufrido magulladuras visibles.
Jamás un corresponsal extranjero va calificar así una detención, mucho
menos lo va decir una legación diplomática. En todo caso si el rapto
conlleva las conocidas patadas y piñazos le agregarán el adjetivo de
arbitrario. No importa que los familiares se desgañiten indagando la
suerte del desaparecido por cada estación policial. Ningún graduado de
una escuela militar de nivel superior va a revelar el paradero de un
ciudadano guardado bajo llave, porque seguramente esa información la
quieren para "desprestigiar a la revolución".

Los tiempos cambian y ya nadie le llama cuartel a una unidad (policial o
militar, aunque los ministros de ambos cuerpos castrenses estén bajo la
misma batuta). Las fuerzas en un país socialista están para cuidar el
orden y no para ejercer la represión, lo demás es difamar, y eso es
penado en cualquier parte del mundo.

Es difícil escuchar decir que los policías cubanos propinan golpizas,
ellos reducen a los revoltosos a la fuerza. Nadie quiere hacer de
aguafiestas en la luna de miel que vive el castrismo. No hay en la Isla
cipayos ni paramilitares, sino simpatizantes del Gobierno.

Estamos en 2016 y los vecinos se acercan al Gobierno y no al Gobierno
comunista. Cuando vuelven a Europa o a los diferentes estados de EEUU
prefieren decir que han conversado con La Habana y no con la dictadura
castrista.

Raúl Castro sonríe, ya ha dejado de ser un déspota para lucir la piel de
un vecino difícil.

Source: Blanquearle la cara al castrismo | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1470414051_24398.html

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