Seis propuestas para el consenso democrático
PEDRO CAMPOS, La Habana | Agosto 11, 2015
Los cubanos partidarios de la democratización, dentro y fuera de la
Isla, están haciendo un esfuerzo para buscar consensos que ayuden a
presentar un amplio frente común por la democracia que incluya a todos.
En este sentido, hay seis vías y necesidades que pretendo abordar
brevemente sin otro ánimo que contribuir al debate sobre el tema.
La independencia
El pensamiento diferente y opositor en Cuba, si quiere realmente avanzar
para lograr un consenso entre los partidarios de la democratización,
debe despojarse de todo neoplattismo y asumir la lucha
independientemente de las políticas norteamericanas.
Antes del 17 de diciembre, muchos apoyaban la política de embargo y
presiones de EE UU con la esperanza de forzar un cambio en Cuba. Ahora,
esos mismos se oponen a la política de acercamiento del Gobierno
estadounidense.
En varias ocasiones hemos leído o escuchado esta letanía: Obama le ha
dado todo a los Castro y estos no han cambiado nada.
¿Quiénes tienen que exigir que se respeten los derechos humanos del
pueblo cubano, y luchar por la democratización en Cuba? ¿El Gobierno
norteamericano o los cubanos? Simple: nos toca, no podemos delegar esa
tarea.
Por suerte, una buena parte de los cubanos no quiere comprometer el
futuro de la nación y rechaza esa mentalidad de subordinación de la
lucha por la democratización a las políticas de EE UU.
Quienes, desde la oposición, quieren medir todo por la visión de cada
cual hacia la actual política de Washington hacen el juego al
divisionismo y a los que, en el poder, nada pretenden cambiar en Cuba.
De este modo, en la práctica, trasladan a tierra cubana la lucha entre
republicanos y demócratas por el control político de EE UU, algo con lo
que nada tenemos que ver los cubanos.
La política de EE UU es su política. Podemos estar en contra o a favor,
pero eso no debe dividir al movimiento democrático cubano.
Rechazo a las divisiones
Es necesario echar a un lado todo lo que nos divide, lo que no quiere
decir que no se mantengan los desacuerdos, ni impida que cada cual haga
lo que estime dentro de los marcos democráticos. Un grupo no puede
exigir el apoyo de otros a determinadas acciones o imponer posturas y
líderes.
No está de más recordar el daño que el divisionismo ha ocasionado
históricamente a los cubanos.
No pudimos derrotar a España en las guerras de independencia por las
divisiones en el campo mambí. Pasó lo mismo con la URSS, que se
aprovechó de nuestras discordias para instalar sus cohetes en Cuba y
convertirnos en una base militar enfilada contra nuestros vecinos.
Históricamente, esas intervenciones foráneas en nuestros asuntos siempre
estuvieron relacionadas con que una parte de los cubanos buscaba apoyo
en una potencia extraña. ¡Aprendamos de una vez a vivir en paz entre
nosotros o seguiremos siendo víctimas fáciles de extraños por la desunión!
Esos errores no pueden repetirse y el movimiento democrático cubano que
incluye posiciones de izquierda, centro y derecha, deberá ser capaz de
superar sus diferencias y poner en primer plano la lucha por la
democratización.
Unidad en la diversidad
El tercer aspecto a tener en cuenta es precisamente el tipo de unidad.
No es posible pretender una unanimidad que siempre será falsa. Debemos
buscar los puntos comunes que nos unen, desechar los que no compartimos
y estructurar la coordinación sobre unos puntos básicos para actuar en
conjunto.
Una vez alcanzada la democracia, no la que queramos cada uno de
nosotros, sino la que el pueblo determine libre y soberanamente, cada
organización o individuo desplegará su programa.
No deberíamos vernos como una organización, sino como conjunto de
organizaciones y personas, sin que nadie se sienta más o menos
importante por el número de simpatizantes o miembros, como tampoco
deberíamos identificar uno o unos pocos líderes que representen a ese
conjunto, de manera que se garantice la unidad en la diversidad, la
independencia política e ideológica y comencemos a actuar
democráticamente, como aspiramos a que funcione la sociedad.
La unidad en la diversidad implica además el pleno respeto a las
diferencias.
Un nuevo lenguaje
Es de suma importancia la adopción de un nuevo lenguaje que excluya las
descalificaciones y los términos agresivos usados tradicionalmente por
el Gobierno y parte de la oposición para referirse a los adversarios.
Se precisa de un lenguaje de carácter proactivo, que subordine la
crítica a las propuestas y sugerencias para salir del estado en que nos
encontramos. Que abandone el anti y las palabras negativas y las
sustituya con palabras positivas y a favor de.
Un lenguaje que no tenga que ver con el usado durante la Guerra Fría y
esté a tono con los nuevos tiempos, sea aceptable y entendible por las
mayorías y, especialmente, que incluya sus necesidades más perentorias:
la vivienda, la alimentación, el vestido, el transporte y el acceso a
las nuevas tecnologías de la información.
Medios y Métodos
Si se busca una sociedad democrática de verdad donde quepamos todos, los
medios para alcanzarla solo pueden ser democráticos.
La Historia ha demostrado que la violencia engendra violencia, tanto
física como verbal o gestual. La Revolución del 59 buscaba restaurar la
democracia por medio de la fuerza y los que llegaron al poder por esa
vía todavía se sostienen por el uso de la fuerza. Los ¨revolucionarios¨
tildaban de reformistas traidores a los partidarios de la salida
democrática y pacífica, y llevan más de medio siglo discriminando y
reprimiendo el pensamiento diferente. La verdad: más ¨revolucionarios¨
así ¿para qué?
La violencia debe ser desterrada por los que aspiran a una sociedad
plenamente democrática. Los métodos deben caracterizarse por el diálogo
y la negociación, afines a los objetivos humanistas, pacíficos y
democráticos.
Soberanía popular
Existen diferentes visiones sobre la nueva democracia que desearíamos
los cubanos. Los del Gobierno trabajan en una nueva ley electoral y en
una nueva Constitución que se hace clandestinamente, a espaldas del
pueblo. ¿Cómo confiar en que de ahí salga algo verdaderamente
democrático? No queda más remedio que suponer que se cocina alguna forma
de continuismo donde el centralismo estará por encima de la democracia,
como hasta ahora, en nombre de un socialismo que nunca ha existido.
Otros desearán un tipo de democracia ¨representativa¨, pero ¿cómo
garantizar que los poderosos dueños del dinero no se queden con el poder
político, como siempre lo han hecho?
No pocos pensamos, sin pretender imponer nada, que quizás sería mejor
una democracia con todos sus componentes clásicos, que combine la
representatividad, con iguales posibilidades para todas las opciones
políticas y especialmente con la participación directa de todos los
ciudadanos en las decisiones que a todos afectan, con referendos y
presupuestos participativos transparentes a todos los niveles, donde no
manden los partidos, sino los ciudadanos y que los cargos electos, con
tiempos fijos, revocables y renovables, no decidan nada, solo ejecuten.
Una democracia donde el comandante sea el pueblo y los elegidos sus
servidores.
Cada cual tiene derecho a desear un futuro para Cuba, pero lo que se
alcance debe ser el resultado del debate público, en libertad, con plena
horizontalidad, en busca de la ecuación que aceptemos todos y sea
decidida soberanamente por el pueblo, diáspora incluida, en referendo.
Source: Seis propuestas para el consenso democrático -
http://www.14ymedio.com/opinion/Vias-necesidades-consenso-democratico_0_1832216766.html
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