Kerry en La Habana
Los cubanos ignoran la trayectoria del senador por Massachusetts, el
primer secretario de Estado de EE UU que viaja la isla desde hace 70
años. Los medios de comunicación han rebajado deliberadamente la
trascendencia de la visita
RAFAEL ROJAS 11 AGO 2015
Desde principios de año, cuando comenzó a hablarse de una posible visita
del secretario de Estado, John Kerry, a La Habana, medios cubanos y
norteamericanos, como Granma y Cubadebate, CNN o The New York Times,han
publicado titulares que aluden al primer viaje de un canciller de
Estados Unidos a la isla "en 60 años". El cálculo sugiere que algún
secretario de Estado, Dean Acheson o John Foster Dulles, por ejemplo,
viajó a Cuba en los años cincuenta, durante la dictadura de Fulgencio
Batista.
En realidad no fue así. Los dos secretarios de Estado que viajaron por
última vez a Cuba fueron Cordel Hull, en 1940, cuando asistió a la
Conferencia Panamericana de ministros de Exteriores, en julio de ese
año, en La Habana, y Edward Stettinius, último ministro de Exteriores de
Franklin Roosevelt y primero de Harry Truman, en marzo de 1945, tras la
sucesión democrática de poderes entre Fulgencio Batista y Ramón Grau San
Martín del año anterior. En los años cincuenta, el subsecretario adjunto
Roy Rubottom visitó varias veces la isla y el vicepresidente Richard
Nixon lo hizo a principios de 1955, tras las elecciones manipuladas con
que el Gobierno de Batista intentó proyectar alguna legitimidad democrática.
De manera que el viaje de Kerry a Cuba es, por tanto, el primero de un
secretario de Estado en 70 años. Que los dos viajes anteriores, el de
Hull y el de Stettinius, se hayan producido en el periodo más
democrático de la historia contemporánea de Cuba, que va del
establecimiento de la Constitución de 1940 al golpe de Estado de 1952,
enmarca el precedente inmediato de la visita de Kerry en el apoyo de
Estados Unidos a la democracia cubana. Justo en aquellos 12 años en que
Cuba estuvo más próxima a una experiencia democrática y soberana fue
cuando las relaciones entre ambos países fueron más normales, por mucho
que al régimen actual le cueste reconocerlo.
El dato no es insignificante, ya que, sin refutar la intimidad entre
Estados Unidos y Cuba hasta 1960, cuando se quiebran las relaciones,
otorgaría a la normalización diplomática en curso un peso histórico
mayor que el que muchos le atribuyen. Desde el 17 de diciembre de 2014,
cuando Barack Obama y Raúl Castro anunciaron el restablecimiento de
relaciones, se inicia un choque de percepciones entre los actores
involucrados en el acuerdo que, del algún modo, resume la disputa
simbólica por el sentido de la nueva era bilateral. Rebajar o disimular
la importancia del viaje de Kerry es parte de ese choque de percepciones.
El giro diplomático de Obama se ha asociado al legado del presidente en
política exterior
El Gobierno de Barack Obama y, en especial, el Departamento de Estado
han asociado el giro diplomático hacia La Habana con el legado del
presidente en política exterior, sin entender ese legado, naturalmente,
como ruptura sino como reformulación del tradicional apoyo de Washington
a los derechos humanos en el hemisferio, desde una perspectiva menos
intervencionista. El Gobierno cubano, en cambio, ha limitado las
expectativas del viaje de Kerry y ha concentrado el énfasis de su
estrategia mediática y simbólica en la apertura de su embajada en
Washington. Izar la bandera cubana primero, en la capital del imperio,
antes de que éste ice la suya en La Habana, ha sido la infantil manera
de cantar una victoria que, para colmo, se atribuye a Fidel Castro,
gestor de la ruptura diplomática de 1960.
Un modo de constatar el deliberado rebajamiento del perfil de la visita
de Kerry es seguir la cobertura oficial del evento desde los medios
oficiales de la isla. Hasta pocos días antes de la llegada del
secretario de Estado, en los principales medios impresos y electrónicos
no se había publicado una semblanza del político de Colorado y senador
por Massachusetts. La ignorancia pública sobre Kerry en la isla es más
grave si se tienen en cuenta algunos elementos de su biografía:
combatiente en Vietnam en los años sesenta y opositor a la guerra en los
años setenta, católico practicante, rival de George W. Bush en las
elecciones de 2004, crítico de la política de Estados Unidos hacia
América Latina y Cuba.
Quienes no tienen Internet en Cuba han sido sometidos a una visión
monstruosa del país vecino
La fe religiosa de Kerry es de la mayor importancia en el análisis, ya
que se trata, junto con Joe Biden, de uno de los católicos más cercanos
al presidente Barack Obama. Se comprende mejor la intervención del papa
Francisco y Roma en el proceso de normalización diplomática tras
advertir esa conexión católica en la actual Administración demócrata. Y
se entiende mejor el porqué del ascenso paralelo de la popularidad del
presidente Barack Obama y del papa Francisco dentro de la isla, los dos
únicos políticos globales valorados por más del 80% de los encuestados
en un sondeo independiente de Bendixen y Amandi.
Hasta hace poco, en la edición electrónica de Granma, el buscador
arrojaba sólo cuatro entradas sobre Kerry: dos sobre los encuentros
formales con el canciller Bruno Rodríguez en Panamá y luego en
Washington, otra sobre una reunión del secretario con el canciller
palestino y otra más sobre la estrategia de Estados Unidos contra el
Estado Islámico, que, por lo visto, Cuba, al igual que Moscú y Teherán,
aprueba. Las múltiples entradas desfavorables al secretario de Estado,
relacionadas con los conflictos entre Washington y Rusia, Venezuela,
Siria y otros aliados de La Habana, han sido borradas, aunque algunas,
compensadas con algún que otro guiño amistoso, todavía pueden leerse en
los buscadores de Cubadebate y Juventud Rebelde.
La posición oficial del Gobierno cubano sobre el Estado Islámico es, en
buena medida, un acomodo difícil de la política exterior de la isla a la
coalición encabezada por el secretario Kerry. A pesar de reconocer que
EI es una agrupación "radical" o "extremista" —Granma no usa el término
terrorista— y que ataca "ciudades y minorías étnicas en Irak y Siria",
La Habana sigue suscribiendo la tesis del Gobierno sirio de que Estados
Unidos y las potencias occidentales han armado y apoyado al EI con el
fin de subvertir el poder de su aliado Bachar el Asad. Este tipo de
matizaciones mediáticas forman parte de la bienvenida al secretario de
Estado.
La mayoría de la población cubana, que no tiene acceso a Internet y que
durante más de medio siglo ha sido sometida a una visión monstruosa de
Estados Unidos y sus políticos, sean demócratas o republicanos, recibe a
John Kerry sin saber quién es ese primer secretario de Estado que viaja
a la isla después de 70 años. Los dirigentes cubanos acostumbran a
exaltar en sus discursos la "cultura" y "sabiduría" del pueblo cubano.
Lo intrigante es saber cuáles son las fuentes de información de que
dispone esa ciudadanía "sabia", rigurosamente excluida de las grandes
decisiones en política doméstica e internacional del Gobierno cubano.
Rafael Rojas es historiador.
Source: Cuba-EE UU: Kerry en La Habana | Opinión | EL PAÍS -
http://elpais.com/elpais/2015/08/07/opinion/1438951383_727365.html
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