El embargo, ruptura o contención
PEDRO CORZO
El objetivo de Estados Unidos cuando impuso el embargo a Cuba no fue
derrocar el régimen de los hermanos Castro. El embargo fue una
retaliación, un castigo a las disposiciones que había tomado el régimen
castrista en contra de los intereses económicos estadounidenses. El
embargo tampoco fue una especie de sanción al castrismo por los
fusilamientos, o por la situación de los derechos humanos en la isla.
Su propósito era estrictamente económico, aunque es cierto que con el
transcurso del tiempo y paralelo a la disminución de la capacidad de la
oposición para derrotar la dictadura por medio de las armas, se
transformó en el imaginario de un amplio sector de quienes enfrentaban
el castrismo, en el ariete que daría fin al totalitarismo insular.
Por supuesto que las diferencias ideológicas y políticas estaban
implícitas, pero las estrategias de Washington para derrocar la
dictadura se instrumentaron por medio de la ayuda al movimiento
clandestino en la isla, la expedición de la Brigada 2506 a Bahía de
Cochinos, la Operación Mongoose y otras maniobras ofensivas de menor
intensidad que con el tiempo desaparecieron de la agenda de los
ejecutivos estadounidenses.
Indudablemente que la hostilidad entre los dos gobiernos no desapareció.
Cuba se alineó con la Unión Soviética durante la Guerra Fría, y en
consecuencia las diferencias entre los dos países se hicieron más
graves. Ambos gobiernos nunca dejaron de ser enemigos y procuraron
mutuamente, sin llegar a una confrontación abierta, infringirse el mayor
daño posible.
Washington mantuvo una política hostil hacia el régimen de La Habana,
pero la agresividad de sus estrategias fueron disminuyendo. Las nuevas
disposiciones podrían ser útiles para entorpecer el fortalecimiento del
régimen y neutralizar, aunque fuera parcialmente, su influencia en el
exterior, pero no contenía elementos que por sí mismos hicieran posible
su derrocamiento.
Por su parte la dictadura insular nunca cesó sus agresiones contra
Estados Unidos o sus intereses. La subversión armada que patrocinó en el
hemisferio, la presencia mercenaria en África, la constitución del Foro
de Sao Paulo, la base de espionaje de Lourdes, la conversión de
Venezuela en un centro de desestabilización hemisférica, sin obviar,
entre otras prácticas, la intensa actividad que los servicios de
espionaje cubano ha desplegado en territorio estadounidense.
El gobierno de Cuba es por naturaleza belicoso y provocador. Durante
décadas insufló en la población el odio a Estados Unidos. Responsabilizó
a Washington de todos sus errores y fracasos. No en vano Fidel Castro
escribió desde la Sierra Maestra a su amiga y compañera en la
destrucción de Cuba, Celia Sánchez, "Una vez que la guerra llegue a su
fin, comenzaré lo que para mí es una guerra más larga y de mayor
envergadura, la guerra que voy a librar en contra de los americanos.
Comprendo que este será mi verdadero destino".
La Habana sin perder tiempo y, aunque mantiene relaciones comerciales
con más de 170 países, calificó el embargo de bloqueo, asumiendo el rol
de víctima de Washington, un papel que ha cumplido satisfactoriamente a
pesar de que el 6.6% de sus importaciones proceden de empresas
estadounidenses, y compañías de ese país suministran el 96% del arroz y
el 70% de la carne avícola que se consume en la isla.
Un trabajo del periodista Pablo Alfonso en Martinoticias, acota que Cuba
ha importado desde Estados Unidos entre el año 2000 al 2014, mas de
$4,600 millones. En el 2012, importó, del país que lo tiene "bloqueado",
la tercera parte de los alimentos que consumió y en el 2008 adquirió la
friolera de $695 millones en alimentos.
Sin duda alguna el embargo de Estados Unidos a Cuba afecta a este último
país, pero es muy peregrino asegurar, aunque la dictadura castrista lo
proclame, que el embargo ha sido y es la herramienta clave de Washington
para destruirla.
La Casa Blanca optó por la ruptura en los primeros años, después
estableció la política de contención en la que el embargo es fundamental
y por último instrumentó lo que podría calificarse de convivencia hostil
con la dictadura –condición que no fue afectada por la ley Helms-Burton–
de ahí el aumento del comercio y los numerosos acuerdos suscritos entre
ambos gobiernos.
La nueva política de Estados Unidos hacia Cuba podría restar
herramientas al arsenal retorico de la dictadura, pero no tiene por qué
afectar positivamente la situación de los derechos humanos en la isla,
como tampoco sucedió cuando esa medida económica fue impuesta hace casi
55 años.
Washington está a favor del fin del embargo, el problema es que no se
sabe a favor de qué está la dictadura cubana, a excepción de sobrevivir
a toda costa, aunque incluya dormir con el enemigo.
Source: PEDRO CORZO: El embargo, ruptura o contención | El Nuevo Herald
- http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/article30337626.html
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