miércoles, 27 de marzo de 2013

Fósiles de la barbarie

Fósiles de la barbarie
Miércoles, Marzo 27, 2013 | Por José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, marzo, www.cubanet.org -Las mamarrachadas de mítines de
repudio que le han montado en los últimos días a disidentes cubanos de
visita en el exterior, pasa de ser otra prueba, ya innecesaria, de la
mano larga del régimen en lo que a represión se refiere, para ser un
síntoma de su muy avanzado estado de putrefacción. Y no sólo eso.
También nos revela el ocaso de la violencia política, que en otros
tiempos cundió el pánico en muchas partes del mundo como estandarte de
izquierdas radicales, pero cuyos rezagos apenas son vistos hoy como
bufonerías de baja estofa.

Por más curados de espanto que estemos, siempre el régimen nos sorprende
rompiendo sus propias marcas de retrogradación. En momentos en que hasta
ETA y las narcoguerrillas, últimos atisbos de la violencia como partera
de la historia (según lo excretado por Marx), demuestran darse cuenta de
la extemporaneidad del postulado, los caciques no sólo continúan
apostando por su cruda aplicación para imponerse en Cuba, sino que aún
sueñan con exportarlo.

Y no deja de ser curioso que incurran en tamaño atolondramiento justo
cuando están intentando venderse internacionalmente como aperturistas y
reformadores.

Si no existieran otras pruebas para desenmascararlos como lo que en
verdad son -fósiles de la barbarie- ante instituciones y gobiernos que
aún creen o fingen creer en su voluntad de cambio, bastaría con el
espectáculo que acaban de brindar las embajadas de Cuba en Brasil,
México o España, organizando a la metralla de esos países para que
agredan a ciudadanos cubanos, a los que precisamente nuestras embajadas
en el exterior debieran representar y proteger.

En el panorama del mundo moderno no han de abundar ejemplos de
ciudadanos decentes y pacíficos que, al estar de visita en el
extranjero, deben temerle más que a ninguna otra amenaza, a la de sus
propias representaciones diplomáticas.

El propósito del régimen, ridículo pero también siniestro, de durar a la
dura, en vez de durar cambiando, no podría resultar más evidente. Pero
llama la atención que ni los medios informativos ni las instituciones
que tienen que velar por el respeto a las normas diplomáticas hayan
reparado en lo escandaloso del asunto.

Tal vez se deba al poco relieve noticioso de esas piaras de patéticos
gritones que organizan nuestras embajadas en el exterior, pero aun así,
nada justifica la indolencia de pasar por alto el comportamiento
irrespetuoso de la diplomacia cubana, no ya para con sus ciudadanos,
sino contra los códigos del mundo civilizado.

Hasta la mismísima sede de la ONU en Nueva York ha sido testigo en estos
días del agresivo y tarado empeño de los representantes del régimen por
silenciar a la brava la voz ecuánime y diáfana de nuestra sociedad civil
alternativa. Debe ser muy desesperada la situación de un gobierno que
está dispuesto a desembozarse así ante el mundo sólo por callarle la
boca a un humilde ciudadano.

De pronto, podría parecer que no se trata más que de uno de esos
pintorescos incidentes que han tipificado en las últimas décadas el
delirio histriónico de nuestra dictadura. Pero bien ubicado en el actual
contexto de globalización y civilidad hacia las que tiende el planeta,
este agresivo pataleo de nuestros fósiles de la barbarie no debiera
quedar impune, o al menos no sin poner en entredicho el discurso
civilizador y conciliatorio de instituciones como la ONU, entre otras.

http://www.cubanet.org/articulos/fosiles-de-la-barbarie/

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