Publicado el viernes, 03.22.13
Buscando la inmortalidad del Partido
Pedro Corzo
El régimen cubano nunca se institucionalizó y aunque por años la
consigna "El Partido es Inmortal" fue omnipresente, la realidad es que
el caudillismo de los hermanos Castro fue la columna vertebral de un
sistema y de un entramado de intereses, que ha permitido la
sobrevivencia del estado totalitario.
En teoría el gobierno estaba identificado con una ideología, pero su
actuación se ha correspondido con los intereses de conservar el poder
más que con la doctrina.
No obstante, hay que reconocer que en los centros laborales y en
cualquier instancia del gobierno, el Partido Comunista de Cuba cumplía
un rol protagónico, porque los dos máximos conductores del Partido y en
consecuencia del proceso, Fidel y Raúl Castro, eran los funcionarios más
importantes de un gobierno que se suponía era designado por la jerarquía
de esa organización política.
La dirección del PCC en cualquier instancia administrativa era de suma
importancia. La troika del poder castrista supuestamente se sostenía en
el núcleo del Partido, la Administración y los Sindicatos y como parte
del Partido, el Comité de Base de la Unión de Jóvenes Comunistas.
El Partido y la Juventud han sido históricamente las canteras
fundamentales de la administración pública, incluida las fuerzas
armadas, servicio diplomático, cuerpos represivos y de inteligencia.
Poseer uno de estos carnés es, al menos en teoría, el testimonio del
compromiso que ha contraído el individuo con el régimen, y en
consecuencia, su disposición a cumplir obedientemente todos los mandados
que devengan de la jerarquía política.
Aspirar a una posición con este titulo de fidelidad doctrinal le
confiere al portador una ventaja sobre cualquier otro individuo con
igual o mayor calificación.
En Cuba la constitución y los poderes públicos funcionan en base a la
voluntad de la jerarquía. Hasta el presente nunca ha funcionado un
estado de derecho, por lo que la conducción del gobierno responde a
intereses, coyunturales o de largo plazo, pero no a los postulados
éticos del pensamiento político proclamado.
El Partido ha sido un instrumento para educar en el respeto y obediencia
absoluta, condimentado con la ideología oficial, a los hermanos Castro.
La clave siempre ha sido la lealtad al proceso que ellos conducen,
aunque las determinaciones del régimen en algún momento, como ha
ocurrido en numerosas ocasiones, no se adecuen a la doctrina.
Pero si en las perspectivas del grupo gobernante se ha llegado a la
conclusión de que el proceso de sucesión ha culminado exitosamente, es
de suponer que los Castro, los amos del juego, busquen la manera de que
el Partido Comunista de Cuba deje de ser una entelequia y asuma el rol
de conductor de la nación que la carta magna le confiere.
En principio y de forma espontánea, los partidarios del nuevo régimen
identificaron como en una trinidad al Estado, Fidel y la Revolución,
después el Partido ocupó el lugar de la revolución, lo que no afectó a
las otras entidades que continuaron vigentes, aunque en realidad todo el
poder siempre estuvo centralizado en Fidel Castro.
El tiempo agotó las promesas, y la población, aunque en su mayoría no ha
asumido el protagonismo que le corresponde, ha perdido la confianza en
el régimen.
Al agotamiento del sistema hay que sumar la decrepitud de los jerarcas.
Fidel Castro tuvo que abandonar la escena política, no por
reconocimientos de los fracasos, sino porque su salud no podía seguir
albergando su maldad.
Raúl Castro, quizás más observador y previsor que su hermano, se ha
percatado que la corrupción y el desencanto de la nomenclatura está
corroyendo la dictadura, condición que puede generar la hecatombe para
quienes han detentado un poder absoluto por más de cinco décadas, por lo
que tal vez en esta ocasión esté dispuesto a conceder protagonismo real
a individuos que no tienen vínculos con la "épica revolucionaria".
En consecuencia es de esperar que si el Partido Comunista hasta el
momento ha servido como un selecto club del cual salieron los
funcionarios más importantes del país con la divisa de servir a los
Castro por encima de todo, ahora se transforme en una entidad
comprometida en la formación de individuos con sentido de equipo y
plenamente identificados en la comunidad de intereses, porque solo así
podrán conservar el control sobre un pueblo que más temprano que tarde,
reclamará sus derechos de la manera que estime conveniente.
Periodista de Radio Martí.
http://www.elnuevoherald.com/2013/03/22/1436616/pedro-corzo-buscando-la-inmortalidad.html
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