lunes, 15 de febrero de 2016

Son creíbles los medios de Cuba?

¿Son creíbles los medios de Cuba?
ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES | La Habana | 15 Feb 2016 - 9:39 am.

La doctora Olga Rosa González, del Centro de Estudios Hemisféricos y
sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana (CESHEU), cometió
hace unos días una de las mayores pifias por parte de un funcionario del
régimen cuando declaró en una entrevista que si la emisora Radio TV
Martí fuese "desfederalizada" y gestionada por una entidad privada,
ganaría en credibilidad pues no sería ya un entidad del Gobierno de
Estados Unidos.

La investigadora del think tank marxista-leninista afirmó que una
emisora radial no operada directamente por el Gobierno de Washington
"podría contratar a periodistas independientes que ya no serían pagados,
oficialmente, por el Gobierno estadounidense sino por una entidad privada".

Agregó que con su privatización, Radio TV Martí "podría lograr un nivel
de credibilidad importante ante sus públicos" y sus periodistas
sentirían más libertad.

La burbuja política en que está inmersa la doctora González le impidió
percatarse de que lo que hizo fue destacar que medios como Granma,
Juventud Rebelde, la Televisión Nacional, Radio Habana-Cuba, y las
restantes plataformas de comunicación en Cuba no tienen credibilidad
precisamente por ser propiedad estatal y estár gestionadas directamente
por el Gobierno y el Departamento Ideológico (DI) del Comité Central del
Partido Comunista (PCC).

Al tocar el tema de los periodistas independientes, González puso sobre
el tapete que, en la Isla, a los periodistas que no trabajan en los
medios estatales (los independientes) se les apalea, hostiga y
encarcela, y se les impide hacer su trabajo.

El de la doctora González es un error académico típico de sistemas
totalitarios, donde a los ciudadanos, incluidos los académicos
—acostumbrados a que la élite dictatorial piense por ellos y a no
analizar con criterio propio las causas de la devastadora crisis
nacional, ni la inviabilidad del sistema sociopolítico imperante—, se
les adormecen las neuronas.

En Cuba la población es educada para obedecer sin rechistar las
"orientaciones" del PCC y del Gobierno. Y hay aquí una diferencia clave:
mientras la dictadura convencional de Fulgencio Batista censuraba o
clausuraba los medios opositores, el régimen totalitario de los Castro
convirtió en propiedad del Estado a todos los medios de comunicación.

A partir de ahí, desde 1960 Fidel Castro utilizó la TV cubana, ya
propiedad suya, y los demás medios, para lavarle el cerebro a la
población con un discurso totalitario.

Cuba, líder en 1958

Aquella televisión cubana había sido la pionera de Latinoamérica y no
por obra del gobierno de Carlos Prío, sino de los audaces empresarios
Gaspar Pumarejo y Goar Mestre, quienes convirtieron a Cuba en el segundo
país del mundo, tras Estados Unidos, en poseer una red nacional de
televisión.

Los académicos de la Isla serían sancionados hoy si investigasen y
revelasen lo que casi nadie sabe allí. Cuba era la nación de América
Latina con más periódicos, revistas, y aparatos de TV per cápita; con un
millón de radiorreceptores, era el octavo país del planeta en cantidad
per cápita. Había decenas de diarios nacionales, 126 revistas semanales
y 160 radioemisoras. Todos privados, contrataban a periodistas
independientes, tal y como desea la doctora González que haga Radio Martí.

Es cierto que los medios de propiedad estatal pierden credibilidad al
tener que ajustarse al perfil informativo de cada Gobierno —aunque en
democracias hay mecanismos reguladores que se ocupan de las cuotas de
objetividad e independencia—, pero resulta insólito que según el CESHEU,
a los medios y periodistas que trabajan para el Gobierno de EEUU les
falta la credibilidad que sí tienen quienes se emplean en los medios
propiedad del Gobierno castrista. ¿Cuál lógica es esa?

Si los gobiernos de Nicolás Maduro, Evo Morales, Daniel Ortega, Rafael
Correa o Dilma Rousseff, tuviesen radioemisoras lanzando un mensaje
izquierdista y de propaganda favorable a La Habana, los académicos
isleños, lejos de cuestionar su credibilidad, los elogiarían, como
ensalzan a Radio Habana-Cuba, que invade el éter con loas al castrismo y
ataques a Washington y el capitalismo.

Manipulación de la noticia

En Cuba no solo no hay libertad de prensa porque el Estado monopoliza
los medios, sino que cada medio manipula la información cotidianamente.
No se basan en la regla de oro enunciada por José Martí de que "la
palabra es para decir la verdad, no para ocultarla", sino en la cínica
filosofía del estadounidense William James: "Solo es verdad lo que me es
útil". Para los Castro y el PCC, si algo es verdad pero no conviene a la
"revolución", es mentira y no se publica o difunde. Y si es mentira, o
una verdad a medias, pero conveniente, se publica al instante sin
remilgos acerca de su veracidad.

El ocultamiento de lo no conveniente y la manipulación de lo que se
publica ya forma parte del ADN del periodismo en Cuba. Esa antiética es
lo normal. El redactor hace lo que le enseñaron en la universidad y le
dicen sus jefes.

Si el presidente de una nación dice que se debe levantar el embargo a
Cuba y expresa su deseo de que haya una apertura política en la Isla,
además de libertad de expresión y que no se reprima a los opositores,
los editores de los medios cubanos publican únicamente lo del embargo y
suprimen olímpicamente todo lo demás.

En la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana había una
asignatura llamada "Cable Internacional" —no sé si aún existe. En el
examen, los profesores entregaban a los estudiantes despachos noticiosos
de agencias de prensa internacionales, y les pedían redactarlos
"correctamente". En la medida en que el alumno lo limpiara del "veneno
capitalista", obtenía una mejor o peor calificación.

Y de la espantosa realidad cubana ni hablar. La versión edulcorada que
ofrecen los medios oficiales es absurdamente ridícula. Un extranjero que
compre Granma no va a tener ni la más mínima idea de lo que ocurre en el
país.

Tampoco se cumple allí la regla universal de que de toda noticia hay que
ofrecer todos los elementos y ángulos, y que con despolitizada
objetividad hay que reflejar las dos caras de la moneda y no una sola.
El PCC obliga a que solo se dé la cara favorable a la "revolución".

Ninguno de los directores de los más de 500 medios que hay en Cuba tiene
autoridad para decidir nada medianamente importante. No pueden trazar la
política editorial, ni publicar nada que no haya sido aprobado por el
PCC, o no haya pasado por la férrea censura.

La censura no se ejerce con la presencia física de un censor, sino que
cada periodista tiene trazada una raya imaginaria (autocensura) que no
puede pasar si quiere seguir en la profesión. En todas las instancias
territoriales del PCC hay funcionarios del DI encargados de que nadie
pase esa raya. Y funciona igualmente para los corresponsales extranjeros.

Tras este bosquejo de los medios oficiales de comunicación en Cuba, cabe
preguntarse: ¿son creíbles?

Moraleja: con tan frágil techo de cristal, los doctores y doctoras del
CESHEU no deberían tirar piedras al vecino del Norte.

Source: ¿Son creíbles los medios de Cuba? | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/1455525349_20219.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario