viernes, 12 de febrero de 2016

El fetecún de los fantasmas

El fetecún de los fantasmas
ORLANDO LUIS PARDO LAZO | Reikiavik | 12 Feb 2016 - 10:24 am.

En cuarticos de hospital. Con seguros de vida más o menos solventes. En
manos de la salud pública de este o aquel país, Cuba incluida. Con
visitas de familiares menos o más renuentes a la política. Contestando
las entrevistas pre-póstumas de algún que otro biógrafo salido como de
la nada. Con sueritos de sacarosa fisiológica y calmantes vía venosa o
rectal. Absolutamente anónimos, así en la Isla como en el exilio, o en
ambos.

Así mueren hoy los hitos clásicos del castrismo y el anticastrismo, las
vedettes de la barbarie. Así caen los iconos histriónicos de la
revolución y la contrarrevolución. Así sus cuerpos se convierten en
cadáveres que se convertirán en carroña. Fallecimientos de fantasmas,
sin luto pero con meriendita. Y con titulares patisecos en nuestra
prensa siempre local, sea dentro o fuera de Cuba. Mientras una firma de
abogados les desguaza sus herencias y carencias entre una parentela
reconocible apenas por el mismo apellido.

Hace rato que los cubanos no somos un pueblo. Montoncitos de gente
coagulados alrededor de un apellido 50% foráneo, que arrastramos hasta
nuestro próximo matrimonio. Así y todo debiéramos mostrar misericordia a
nuestros compatriotas en trance terminal. Esta gerontocracia primero
guerrera y después chanchullera se merece un tin de solemnidad, además
de nuestra inmediata amnesia. Estos viejitos exverdugos están sufriendo
ahora la peor parte de sus protagonismos de patria: la tara tétrica de
sobrevivir demasiado.

Llegaron al futuro como peor pudieron los muy cabroncitos y, en
consecuencia, ahora comienzan a confundirse sus edades y las fechas más
famosas de sus fechorías. Cuesta distinguir dónde murieron, si es que
murieron. O si aún siguen enchufados a un respirador Made in China
importado a Punto Cero o a la Torre de la Libertad.

Sus nietos ya tienen o deberían tener nietos, aunque ninguno sepa ni
jota de Cuba, residan donde residan. En tanto nación desmemoriada les
debemos en este instante si no un minuto de silencio, al menos sí un
silencio minucioso. Estamos de pronto ante los tatarahéroes y los
tataravillanos de un presente prehistórico con mil y un Fideles, pero
sin Fidel. Léase, sin los aliados y enemigos emblemáticos que gravitaban
en la órbita de Fidel. Léase, ante un caos cubano a cuentagotas. Sin
epicentro, sin épica.

En efecto, los cubanos nos adentramos con felicidad en una especie de
fidelismo fantasma. En breve, no podremos nombrar ni a una sola fuerza
viva de la historia contemporánea nacional. Se nos fueron, se nos van. A
pepe timbales, sin pagarla. Sin pedir perdón, esa pendejada:
arrepentirse, ¿para qué?

Los cubanos somos testigos de otra especie de operación masacre, pero al
natural. Como a un personaje de la vida misma de Rodolfo Walsh, nos han
dejado solos los muy hijos de puta. Nuestros patriarcas se partieron o
están estirando la pata. La intemporalidad de Henry Miller torna a
campear por sus respetos en el Trópico de Cáncer.

Esta cauterización clínica también trae sus ventajas. Por ejemplo, que
no haya momias museables, pues todos estos magníficos moribundos lucen
horrendos incluso décadas antes de sus certificados de defunción.
Parecen personajes de Poe. El castrismo como catatonia. Con la piel
hecha polvo, tumores apenas disimulados, bocas sin dientes, esfínteres
infalibles en sus goteras de orines o heces fecales.

Y semejante fealdad solo se salva a golpes de incinerador, verdadera
metáfora de la tardía transición cubana. En lugar de mausoleos,
tendremos polvo esparcido sobre la Isla o el exilio, o sobre ambos. Los
supersticiosos podrán ver esto como un amarre. Pero la concreta es que
los mortales cubanos podremos contar de cero con otra Cuba, que con
suerte ha de ser menos Cuba que la Cuba a la cañona de esos cubanos
inmortales que ya se mueren.

Source: El fetecún de los fantasmas | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1454944972_20072.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario