lunes, 27 de agosto de 2012

Jineteo en las alturas

Jineteo en las alturas
Lunes, Agosto 27, 2012 | Por Leonel Alberto P. Belette

LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -Desde temprano, todos en el
barrio comenzaron a engalanarse para asistir a la fastuosa boda de
Katrine con un ciudadano español dedicado al negocio de hacer jamones.
No eran las nupcias de una joven cualquiera, sino de la aguerrida hija
de un alto oficial jubilado del Ministerio del Interior y presidente del
Comité de Defensa de la Revolución en el edificio.

"Menos mal que logró enganchar un gallego cincuentón, porque con 34 años
ya estaba pasada de edad", comentaban felices algunas vecinas, antes de
partir hacia los festejos, que el novio pagó, en "La Cecilia", uno de
los restaurantes más lujosos de la ciudad. Además, como detalle de
sobremesa, tuvo la cortesía de regalar un puro Cohíba a cada asistente
masculino, y mucho ron.

Con vistas a la boda, Julio, un ex pupilo del pintor Pedro Ugando y ex
almacenero de La Casa de Las Américas, al que las autoridades toleran su
predilección sexual por adolescentes huérfanos, se había encargado de
imprimirle algo de refinamiento a la muchacha, vulgar desde la cuna,
famosa entre los que la conocen por su frase predilecta: "Mi bollo".

En realidad, los tortolitos, por el temor a envidias y "revolucionarias"
especulaciones, se habían casado a finales del pasado año, pero en sumo
silencio. Incluso, compraron y habilitaron una casa para mantener
alejada a la novia de la zona.

El secretismo no fue infundado, ya que los inquisidores cederistas
califican sin más como jinetera a cualquier mujer que mantenga
relaciones íntimas con un extranjero. Sin embargo, Katrine no les encajó
en el perfil de simple prostituta, pues se dedicaba a la atención
legalizada de inversionistas "de alto interés económico para el gobierno".

A la boda acudieron varias "compañeras de lucha" hasta de los confines
de Escocia. Además de residentes de lo que fuera el Puesto de Mando de
Fidel Castro. Todo mezclado, como diría el poeta.

El padre de Katrine no pudo aportar mucho al festín. A pesar de haber
pertenecido a las tropas élites encargadas de la defensa del Palacio de
La Moneda, durante el gobierno de Allende, en Chile, y de combatir en
las tantas guerras impulsadas por los Castro en África y otros lares, al
licenciarse, en los 90, no pudo ni siquiera mantener su auto marca Lada,
y debió cederlo a la hija. La paradoja es cruda y la vergüenza lo inunda
en ocasiones. No por su suerte, dado que es un hombre sencillo, sino por
el triste destino que la sociedad castrista ha deparado a sus defensores.

Su caso no es único. Tiempo atrás, Ramón , vecino y antiguo camarada del
padre de Katrine, y héroe de las Alturas del Golán, se convirtió en
referente bufo para todo el barrio, cuando, al ir a visitar a una hija
casada con un noruego, llegó al colmo de telefonear desde esa nación
sólo por verificar si en su ausencia se estaba cumpliendo con la guardia
del CDR.

Es para destriparse de la risa. Pero lo que sí parece algo muy serio son
las razones que hoy impulsan a los hijos de encumbrados funcionarios
cubanos a recurrir a formas encubiertas de prostitución, emigración o
rejuegos matrimoniales con extranjeros, en su desesperación por escapar
bien lejos del nefasto legado de sus progenitores.

http://www.cubanet.org/articulos/jineteo-en-las-alturas/

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