domingo, 3 de julio de 2011

El fin de Chávez y el gobierno cubano

Publicado el domingo, 07.03.11

El fin de Chávez y el gobierno cubano
CARLOS ALBERTO MONTANER:

La prioridad de los servicios cubanos es apuntalar al chavismo en el
poder a cualquier costo. Dan por sentado que Chávez se morirá pronto y
hacen planes. Están en estado de alerta y se mueven en esa dirección a
toda máquina. Cuando Adán Chávez, el hermano mayor de Hugo, ya al
corriente del cáncer que afectaba al Presidente, regresó de Cuba hace
unos días y dijo en Caracas, públicamente, que había que pensar en
defender a la revolución bolivariana por cualquier vía al margen de las
elecciones, estaba describiendo el punto de vista y la desesperada
estrategia de La Habana.

Era predecible. Raúl Castro y su hermano tienen buenas razones para
temer que Chávez, si se muere, se lleva a la tumba a la revolución
cubana. Esos 100,000 barriles diarios de petróleo, y los copiosos
subsidios que le concede a la Isla, son el principal sostén de una
dictadura asombrosamente improductiva, como no se cansan de denunciar
los propios mandamases del régimen. Si se corta ese flujo de recursos la
hecatombe sería mayor que la padecida cuando desaparecieron la URSS y su
generoso subsidio. Entonces, a principios de los noventa, la capacidad
de consumo de los cubanos se contrajo súbitamente en un 40%. Ahora sería
peor.

El escenario que Raúl y Fidel temen es probable que suceda: la cúpula
chavista, sorprendida por la desaparición del caudillo venezolano, se
divide y es barrida en las urnas. Eso es lo que quieren evitar. Todos
saben que en ese país no hay nadie en las filas oficialistas que
despierte simpatías populares. Chávez no creó un partido sino un coro de
sicofantes. Muerto o en medio de una prolongada etapa agónica,
simplemente, no tiene sustituto. Por eso Adán comenzó a preparar las
condiciones para un escenario violento. Tratarán de imponerse por la
fuerza y la represión utilizando a los chavistas cercanos al castrismo,
más o menos como Moscú, durante la Guerra Fría, dominaba a sus satélites
utilizando a los camaradas locales prosoviéticos. Lejos de pactar un
acuerdo pacífico con la oposición, van a "radicalizar el proceso", como
dicen en la jerga. En ello les va la vida.

El fin de la colaboración entre La Habana y Caracas conlleva otro
aspecto muy grave para los Castro. En Venezuela hay unos sesenta mil
cooperantes cubanos. Si el chavismo pierde el poder tendrían que
repatriarlos rápidamente y temen que un porcentaje grande intente
quedarse. Hay planes de contingencia para evacuarlos por cualquier medio
en una especie de Dunkerque caribeño si la situación se hace muy
crítica, pero antes de llegar a ese punto el gobierno de Raúl Castro
hará cualquier cosa por mantener su jugosa colonia.

Los demócratas venezolanos de la oposición, naturalmente, no se cruzarán
de brazos. No son idiotas. El mensaje que ya le están susurrando al oído
a los diputados chavistas y a los militares con mando de tropa va en la
otra dirección: es inútil tratar de convertir el gobierno de Caracas en
una dictadura procomunista contra la voluntad del 80% de todos los
venezolanos, incluida la mayor parte de los chavistas, como confirman
todas las encuestas. Ese intento terminaría en un baño de sangre. No hay
chavismo sin Chávez y nadie sabe exactamente qué es la revolución
bolivariana más allá de un inmenso desorden que se ha tragado un billón
(trillón en inglés) de petrodólares mientras demolía una buena parte del
tejido empresarial. Llegó el momento de quitarle la mecha a la bomba de
tiempo mediante unos comicios honrados y el compromiso de no pasarle la
factura a nadie por los 12 años de chavismo.

Los chavistas –dicen– no pueden ni deben subordinar los intereses
venezolanos a la conveniencia de Cuba. Para ellos (por lo menos para los
que ya están al habla con sus adversarios) la desaparición del teniente
coronel es una oportunidad de consolidar dos grandes fuerzas políticas
de centroderecha y centroizquierda que, recurriendo a procedimientos
democráticos, le den estabilidad al país tras la desaparición de Chávez.

Es probable, en suma, que Cuba no consiga imponer su voluntad en
Venezuela, pese a todo el empeño que ponga en el esfuerzo. Cuando Moscú
era la metrópolis del mundillo comunista de Centroeuropa, tenía varias
divisiones del Ejército Rojo ocupando el territorio de sus satélites y
les suministraba petróleo y gas a precios preferenciales a esos países.
La relación de Cuba con Venezuela es diferente. Los satélites de la URSS
en gran medida eran parásitos económicos de Moscú. Cuba es un paraíso de
su satélite. Los venezolanos no necesitan para nada a los cubanos. Esa
relación de fuerzas acabará prevaleciendo.

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http://www.elnuevoherald.com/2011/07/03/972330/carlos-alberto-montaner-el-fin.html

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