Mesianismos en plena crisis
El caudillismo latinoamericano de izquierda se desinfla sin remedio
Martes, julio 19, 2016 | Leonardo Calvo Cardenas
LA HABANA, Cuba.- Desde el ascenso al poder del finado presidente
venezolano Hugo Chávez a finales del siglo pasado, el escenario político
del subcontinente se fue poblando de gobiernos de imagen y discurso
progresista, supuestamente encaminados a curar los males sociales y
políticos que agobian a nuestros países. Varios años después estos
proyectos sustentados en el caudillismo populista de clara vocación
totalitaria se desinflan sin remedio y dejan a esos países con varios
traumas e incertidumbres difíciles de solucionar.
Esta vez no por la fuerza de las armas y el terror, sino capitalizando
eficazmente las frustraciones y esperanzas de importantes sectores de la
sociedad, los caudillos revolucionarios fueron obteniendo más o menos
sólidas mayorías electorales. Por lo general esas campañas y poderes han
sido respaldados y sostenidos por los petrodólares venezolanos, porque
el malogrado presidente Chávez, fiel al legado de Fidel Castro, su
progenitor y mentor político, mientras desgarraba el cuerpo y el alma de
su nación, dilapidó una parte considerable de la copiosa renta petrolera
en patrocinar materialmente esos proyectos políticos.
Hegemonía impuesta, intolerancia corriente, muchos conatos de
corrupción, secuestro de los poderes públicos y la crisis económica de
los últimos años fueron enrareciendo el clima sociopolítico de casi
todos estos países. La crisis del modelo de caudillismo mesiánico
castro-chavista ha sobrevenido sin remedio. Hace ya varios años que la
demagógica y oportunista payasada del dandy cowboy pseudorrevolucionario
Manuel Zelaya en honduras fue interrumpida por un rápido operativo
concertado de fuerzas parlamentarias y militares.
Otro demagogo contumaz, el exobispo paraguayo Fernando Lugo, padre
oculto de tantos niños mientras ejercía su piadoso ministerio, también
fue retirado de la presidencia de Paraguay por una mayoritaria
concertación parlamentaria.
Aunque el presidente ecuatoriano Rafael Correa continúa hablando sin
parar, demostró realismo y lucidez al decidir no presentarse como
candidato a las próximas elecciones, tal vez interpretando certeramente
los avances de las fuerzas políticas adversarias y además consciente de
las cuentas que acumula por su acoso y persecución enfermiza del
ejercicio de las libertades de opinión e información.
Por su parte, el presidente boliviano Evo Morales ya perdió el referendo
a partir del cual pretendía garantizarse un tercer mandato presidencial.
Un pilar fuerte de la marea chavista cayó cuando el empresario
conservador Mauricio Macri derrotó al poco carismático candidato del
oficialismo en las pasadas elecciones presidenciales en Argentina. Así,
Cristina Fernández salió de la Casa Rosada con muchos cuestionamientos y
unas cuantas acusaciones.
Analizando a los pesos pesados del equipo, quienes pasan por horas
bajas, vemos que los gobiernos del Partido de los Trabajadores de Brasil
(PT), primero Luiz Inácio Lula da Silva y luego Dilma Rousseff, después
de acumular innegables éxitos en el proceso de desarrollo económico y
social de Brasil, después de fortalecer la imagen del gigante
sudamericano como una sólida potencia emergente, pagan el precio de una
ya dilatada crisis económica y de la larga saga de escándalos de
corrupción que ha manchado la imagen de su partido y sus gobiernos.
La presidenta Rousseff ha sido suspendida de su cargo por un proceso de
juicio político en el cual ha quedado claro que el partido mayoritario
en Brasil es su exaliado PMDB, convertido en su principal adversario. El
argumento socorrido de los líderes del PT es que el ahora presidente
provisional Michel Temer y sus colegas son corruptos consagrados, y la
pregunta podía ser: ¿Cómo sostener tantos años de alianza y coalición
con semejantes delincuentes?
El tiempo dirá la última palabra de esta saga, pero habida cuenta de lo
bien posesionados y organizados que están los promotores del juicio
político no parece fácil que Dilma vuelva a retomar su cargo.
El caso más grave sin embargo es el de Venezuela, escenario hoy de una
crisis política, económica y social que confirma el fracaso total del
modelo. Ni las ventajas que implicaban los altos precios del petróleo o
que su enemigo ideológico Estados Unidos fuera su principal y seguro
mercado pudieron impedir que el difunto presidente Chávez diera rienda
suelta a sus excentricidades y voluntarismos, estimulado siempre por sus
mentores de La Habana, desviando muchos recursos hacia las campañas y el
apoyo político de sus correligionarios del continente y más allá,
subsidiando la pobreza para asegurarse un apoyo popular que han ido
perdiendo sin remedio y depauperando material y socialmente a una nación
de tantas potencialidades.
Políticamente las elecciones parlamentarias de diciembre pasado, donde
la oposición concertada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD)
literalmente arrasó para ganar la mayoría absoluta en la Asamblea
Nacional, demostraron que el chavismo no solo perdió el rumbo político y
la conexión con la sociedad, si no toda posibilidad de cumplir su
objetivo cardinal, eternizarse en el poder con el respaldo del pueblo
venezolano.
Caída en picada de la economía y del apoyo popular al gobierno,
inflación y desabastecimiento insoluble, violencia social y política
matizan el escenario venezolano que se torna realmente peligroso.
Las causas de la crisis
Una vez más un experimentos de ingeniería social de imagen y discurso
progresista no se centran en el humanismo consecuente y colocan a los
individuos como objeto del paternalismo, la manipulación, la exclusión o
la represión.
Los nuevos poderes "revolucionarios" no se fundamentan en un pleno
espíritu democrático ni en un liderazgo horizontal e institucional,
están marcados por el caudillismo carismático de líderes personalistas y
pretendidamente infalibles, cuyos errores y desgastes causan un daño
capital a sus proyectos políticos.
Resulta grave la persistencia de estos sacrificados revolucionarios que
buscan perpetuarse en el poder a toda costa, en contraste con otros
izquierdistas del subcontinente como los chilenos o uruguayos, quienes
demuestran ética, responsabilidad y respeto a la alternancia, los
derechos y espacios ajenos, logrando compaginar su sólido prestigio con
la estabilidad de sus naciones.
¿Qué depara el futuro inmediato?
Cerrado el grifo de los petrodólares venezolanos y con mucho del
prestigio de los caudillos bastante disminuido, parece que veremos el
avance inmediato de las fuerzas conservadoras en el subcontinente
En mi criterio, librar a nuestros sufridos países del real peligro de
los mesianismos de inspiración totalitaria sería una aliciente
promisorio, lo cual, sin embargo, no conjura la incertidumbre sobre la
real posibilidad de construir, al fin, sociedades realmente democráticas
con prosperidad y justicia social para todos sin distinción.
Montesinos3788@gmail.com
Source: Mesianismos en plena crisis | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/mesianismos-en-plena-crisis/
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