El lenguaje de las destituciones
ORLANDO FREIRE SANTANA | La Habana | 18 de Julio de 2016 - 10:15 CEST.
En una sociedad cerrada como la cubana es preciso leer entre líneas para
descifrar buena parte de las noticias que aparecen en los medios de
difusión. Un ejemplo de ello lo tenemos cuando es destituido algún
funcionario, ocasión en la que debemos aguzar los sentidos para imaginar
si estamos ante una tronación, una jubilación con reconocimiento por el
trabajo realizado, o una promoción.
Recientemente se han producido cuatro sustituciones de funcionarios de
primer nivel en la Isla, en las que se han manifestado las tres
características anteriores. Son los casos de Julián González Toledo,
Yuniasky Crespo Baquero, Rodolfo Alarcón y Marino Murillo.
La escueta nota oficial donde se informaba la destitución de Julián
González Toledo como ministro de Cultura, sin reconocer su trabajo, ni
el habitual "el compañero pasa a desempeñar otras responsabilidades",
denota que el tipo fue tronado, y que el General-Presidente no estaba
complacido con su labor.
En realidad Julián González Toledo siempre fue una figura gris, sin
calibre para trazar políticas culturales, y dedicado únicamente a
administrar recursos y realizar visitas a entidades artísticas. Nunca
pudo desprenderse de la sombra que proyectaba el poderoso Abel Prieto
desde su puesto de asesor de Raúl Castro. Este último se habría cansado
de contar con un ministro pelele, que apenas se hacía escuchar en las
reuniones del Consejo de Ministros y en las sesiones de la Asamblea
Nacional del Poder Popular.
A Rodolfo Alarcón se le notaba algo mayorcito para continuar como
ministro de Educación Superior. Ahora, con la política de no promover a
los cuadros mayores de 60 años, era el momento ideal para realizar
cambios en la jefatura de ese organismo. A Alarcón se le reconoció el
trabajo realizado —también fue viceministro durante varios años—, lo que
significa que irá a una jubilación bendecida por la maquinaria del
poder. Sin embargo, el plan pijama al que pudiera someterse, ya sin el
rango de ministro, tal vez no sea del agrado de un hombre acostumbrado a
vivir entre prebendas.
En el caso de Yuniasky Crespo Baquero, hace rato ya que su apariencia
física no se correspondía con la condición de primera secretaria de la
Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). No obstante, en el pleno de la
organización juvenil en que se dio a conocer su sustitución, el segundo
hombre en la nomenclatura raulista, José Ramón Machado Ventura, expresó
que Yuniasky desarrolló un trabajo "con resultados", y que en lo
adelante trabajaría en el Partido. Evidentemente, aquí estaríamos en
presencia de una promoción.
Y llegamos al más mediático de los movimientos, ya que se relaciona con
la candente situación económica de la Isla: el relevo de Marino Murillo
como ministro de Economía y Planificación. No hacía falta que se le
reconociera el trabajo realizado —lo cual se hizo— para aquilatar que
Murillo no ha perdido el respaldo de la cúpula del poder. Todo indica
que el General-Presidente estima que las reformas marchan lentamente, y
ha decidido que Murillo se dedique a tiempo completo a las tareas de
actualización del modelo económico.
Es muy probable que haya impaciencia por acabar con la dualidad
monetaria y cambiaria, algo que pudiera estar frenando las inversiones
extranjeras directas en el país, una inyección de recursos que necesita
urgentemente la Isla para afrontar la contracción económica que se le
viene encima.
Por otra parte, no sería la primera vez que los gobernantes acuden o
profundizan en las reformas pro mercado para paliar el temporal que se
abate sobre la economía. Así sucedió en los años 70, cuando las
concepciones idealistas del Che Guevara y Fidel Castro llevaron el país
a la ruina. Y después en los años 90, cuando parafraseando a una vieja
película italiana, Cuba quedó "seducida y abandonada" tras la
desaparición del bloque soviético.
Tampoco es la primera vez que Murillo es liberado del cargo de ministro
para trabajar solamente en la actualización del modelo. En aquella
primera ocasión fue nombrado Adel Yzquierdo en la jefatura del
Ministerio de Economía y Planificación (MEP). Pero, al parecer, este
último no encajó en el cargo, y Murillo regresó al MEP. Veremos si
ahora el trabajo de Ricardo Cabrisas permite que el zar de la economía
se pueda concentrar en la implementación de las reformas.
Source: El lenguaje de las destituciones | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1468703710_23910.html
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