¿Qué tengo doctor?
ORLANDO PALMA, La Habana | Julio 28, 2014
Faltaban diez minutos para que terminara la guardia, cuando apareció un
paciente con dolor abdominal. La doctora revisó si había consumido ya el
cupo de análisis o ultrasonidos que puede ordenar diariamente. Comprobó
que los había prescrito todos. Entonces le diagnosticó una indigestión y
le recomendó una sopa ligera para sortear el mal. Al otro día tuvieron
que intervenirlo de urgencia por una apendicitis complicada, y salvó la
vida de puro milagro.
Desde hace algunos años la propaganda oficial repite en la radio, la
televisión, los periódicos, las vallas callejeras y los carteles de las
instituciones de salud, que en Cuba "la medicina es gratis pero cuesta".
Al principio todos pensaban que se trataba de un simple llamado al
ahorro, cuando en realidad aquellas palabras vaticinaban algo más grave,
una política de recortes y limitaciones.
"Sólo puedo recetar unos diez análisis en cada turno de trabajo y tres
radiografías", cuenta Odalys, quien se desempeña como médico general en
un hospital de Las Tunas. "A veces vienen pacientes con dolores
producidos por algún traumatismo, pero si ya se me acabaron las placas,
sólo me queda ponerlos en observación para ver cómo evolucionan". Su
caso es común y en los cuerpos de guardia las restricciones de recursos
afectan aún más la atención e incrementan los errores en el diagnóstico.
Ahora en ningún hospital de la Isla un paciente puede solicitar hacerse
un chequeo médico general. Los análisis hematológicos para medir la
hemoglobina, el hematocrito, las plaquetas, el colesterol, los
triglicéridos o el ácido úrico, se prescriben a cuenta gotas. Esta regla
puede romperse si se tiene algún amigo o familiar en los entramados del
sector sanitario. "El que tiene un amigo, tiene un central", dice el
refrán, que debería cambiarse a "el que tiene un amigo, tiene un hospital".
Por su parte, estudios como las radiografías simples y contrastadas, los
ultrasonidos, las tomografías axiales computarizadas, resonancias
magnéticas nucleares y colonoscopias, no pueden realizarse en muchas
ocasiones por falta de reactivos, agua destilada, películas
radiográficas, líquidos reveladores u otros elementos imprescindibles.
En respuesta a estas carencias, el Ministerio de Salud Pública se ha
visto obligado a cambiar la estrategia sanitaria. Ahora se prioriza el
concepto de que "la clínica es la madre de la medicina". Si bien los
métodos clínicos juegan un importante papel en el diagnóstico, las
nuevas tecnologías en el campo médico han brindado certeza en los
resultados y los estudios complementarios ratifican o desmienten la
evaluación del médico. Al complementarse ambos logran una mayor eficacia
en la detección de los problemas de salud y contribuyen a salvar vidas.
Actualmente los estudiantes de medicina en Cuba son formados con la
bandera de la medicina clínica. Muchas veces sólo ven estudios, análisis
vitales para diagnósticos y ciertos tratamientos, en las páginas de los
libros, revistas y publicaciones científicas. Una vez graduados, estos
galenos deberán justificar muy bien cada examen de laboratorio,
electrocardiograma o radiografía que emitan. Uno de los efectos de esa
limitación es que la población cubana considera que los doctores de hoy
tienen menos nivel con respecto a décadas anteriores.
"Antes, yo iba al médico y me hacían un montón de pruebas. Me sentía más
segura de mi estado de salud, pero ahora solo me miran y me preguntan",
cuenta Miriam Roselló, quien espera ser atendida en el Calixto García. A
su lado, una señora relata haber logrado que la mandaran a hacerse unos
análisis, pero "llevo viniendo varios días y el esterilizador está
roto", dice con preocupación.
Sin embargo, otros creen que se abusa de las pruebas de laboratorio. Un
funcionario del Ministerio de Salud Pública, que no quiso dar su nombre,
relató que "la gente se acostumbró a ir al médico cada vez que le dolía
un callo y exigir que le hicieran una batería de análisis, eso no hay
sistema de salud que lo aguante". Según este directivo "la medicina ha
vuelto al punto en que siempre debió estar, el diagnóstico primario
basado en la observación del médico, las preguntas al paciente y los
síntomas visibles".
Los familiares de pacientes fallecidos por errores médicos no concuerdan
con las opiniones oficiales. "Mi abuela entró con una úlcera del pie
diabético, se la curaron pero no le midieron la glucosa en sangre ni le
dieron la insulina, así que murió", narra Sonia Suárez residente en
Guanabo. Un simple estudio hubiera salvado su vida, pero por esos días
el hospital no tenía cómo hacer las pruebas necesarias por falta de
recursos.
Algunos doctores se resisten a tales limitantes. "Yo me fui de salud
pública por eso mismo, porque la responsabilidad era muy grande. Tenía
la vida de los pacientes en mis manos y a veces debía trabajar a puro
ojo", explica Marcel Mantilla quien ahora trabaja como vendedor de peces
en un portal de Pinar del Río. Los demás, sin embargo, siguen en su
puesto de trabajo tratando de suplir con profesionalidad el déficit de
recursos y la falta de inversión en hospitales y policlínicos.
Source: ¿Qué tengo doctor? -
http://www.14ymedio.com/reportajes/sanidad-hospital_0_1604839509.html
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