La odisea del Espirituano
Lunes, 29 de Octubre de 2012 03:05
Escrito por Yoel Espinosa Medrano
Cuba actualidad, Santa Clara, Villa Clara, (PD) Eran cerca de las dos de
la madrugada. La luna estaba redonda y brillante. Las dos horas de
retraso no incomodaba al grupo de personas que aguardaba por el tren # 8
procedente de Sancti Spíritus con destino a La Habana.
El techo de la terminal del empobrecido pueblo de Mordazo, en la central
provincia de Villa Clara, está en inminente peligro de derrumbe. La
frialdad de la luna alcanzaba a mujeres con niños en brazos, ancianos; a
todos los que pretendían viajar en el convoy conocido popularmente como
"El Espirituano".
El ruido de una locomotora se escuchó. A escasos minutos una potente luz
iluminó la impecable paralela que conforman los rieles. El ensordecedor
pito despertó a los niños que dormían en brazos de sus madres.
Tres personas custodiaban un pequeño matorral cerca de la vía. Otras
observaban el camino como si esperaran a alguna persona. Alguien comentó
que los policías de la localidad realizan operativos para decomisar
queso, carne, animales, limones, dulces, en fin todo lo que se pueda
vender rápido y más caro en la capital.
Finalmente, cuando llegó el tren, se formó el corre-corre para subir
mochilas, maletines, cajas de cartón y sacos. Comenzó la travesía.
Pasaron la primera barrera. Finalmente tomaron rumbo a la capital.
Los coches carecían de iluminación. Un conductor, linterna en mano,
exigía el boletín. Al no existir expedidora en la terminal, los viajeros
están obligados a pagar el doble una vez que abordan. Muchos se han
quejado pero nadie se inmuta para resolver el problema.
El conductor era secundado por la policía ferroviaria de turno, que como
sabuesos buscan sus presas para quitarles la mercancía que se
comercializará en tierras habaneras.
Estos uniformados viven del invento, mejor dicho del soborno. Tienen un
cubículo donde depositan el botín que reciben a cambio de hacerse los de
la vista gorda. También se echan dinero en los bolsillos.
Los novatos que deciden ir a la lucha en la capital y no conocen el
mecanismo son las presas de los guardias.
En el Espirituano, los carteristas y ladrones tienen comprada a la
policía, hacen y deshacen a su antojo. Los pasajeros no pueden pegar los
ojos ni un segundo. Sus pertenencias desaparecen como por arte de magia.
Ante las pérdidas, los encargados de establecer el orden se quitan el
golpe de encima. Quien exige justicia tiene que formular la denuncia
oficialmente en una unidad policial, por lo que está obligado a bajarse
del tren. El complot está bien elaborado. Los robos casi nunca tienen
culpables: los policías dictaminan que es "robo por descuido".
Un policía apodado El Gato perdió deshonrosamente el traje: chocó con un
pasajero que tenía padrino. Se le encontró una mochila con pertenencias
de un familiar del primer secretario del Partido Comunista en el
municipio Santo Domingo.
El clímax de la odisea para los revendedores es al arribar a la capital.
Allí son cazados por la policía habanera, que se atrinchera en las
puertas del andén de la terminal central. El saludo es sencillo: "Hoy
quiero dinero, me hace falta.... Te voy a decomisar todo eso, pero
siempre hay arreglo..."
Hay quienes deciden no chocar con la misma piedra dos veces, es decir,
no volver a pagar en tierra firme, a los corruptos policías. En las
curvas, cuando el convoy aminora la velocidad, se lanzan con la carga
para no llegar a la terminal. Son varios los que han sufrido lesiones
por tal locura.
Por el audio de la terminal se escucha la bienvenida del tren # 8
procedente de Sancti Spíritus. El sol desplazó a la luna con encanto
para los malhechores y disgustos para los viajeros. Culminó la odisea
del espirituano.
Para Cuba actualidad: yoelito001973@gmail.com
http://primaveradigital.org/primavera/cuba-sociedad/sociedad/5582-la-odisea-del-espirituano.html
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