viernes, 2 de junio de 2017

Autonomía económica para la disidencia cubana siempre será beneficiosa

Autonomía económica para la disidencia cubana siempre será beneficiosa
30 de mayo de 2017 - 21:05 - Por IVÁN GARCÍA

Algunos opositores manejan las finanzas de la organización que
representan como si fuera un negocio de familia sin rendir cuentas del
destino de los fondos

LA HABANA.- La mayoría de los opositores abiertamente anticastristas que
conozco no viven en fastuosas mansiones, ni tienen bienes materiales de
última tecnología. Tampoco cuentas bancarias en paraísos fiscales, yates
o una casa en la playa. No creo que ninguno sepa jugar golf o pueda
pagarse unas vacaciones en una isla griega.

Esos lujos solo están reservados para los jerarcas del régimen verde
olivo. Quienes cantan el himno de La Internacional, escriben discursos
repletos de frases hechas en nombre de la justicia social y la pobreza,
pero visten con ropas de marca, usan perfumes franceses y tienen
empleadas domésticas en sus casas.

La Fiscalía nacional nunca va abrir un expediente a los funcionarios
cubanos involucrados en los Papeles de Panamá. No existe una oficina
estatal donde el ciudadano común pueda conocer cómo se gasta o dónde se
invierte el dinero público. La nomenclatura vive y ejerce sus funciones
con total impunidad.

Ese estilo de liderazgo, de jamás rendir cuentas, que se ha enraizado
dentro de la autocracia verde olivo, de cierta forma ha sido imitado por
la oposición en la Isla. Desde luego, es un estilo dañino.

La corrupción, y sus respectivas variantes como el nepotismo y el
tráfico de influencias, ha permeado a un sector importante de la
disidencia. No hay transparencia acerca del dinero ni los recursos que
reciben.

Algunos opositores se comportan con prepotencia dictatorial y manejan
las cuestiones de su agrupación como si fuera un negocio de familia.

Para vivir se necesita dinero. Y éste no cae del cielo. Lo ideal sería
que la oposición obtuviera dinero mediante mecanismos financieros
locales. Pero la Cuba de los Castro es una auténtica dictadura.

Quienes en la Isla se declaran disidentes, si trabajan o estudian, son
expulsados de sus centros laborales o de enseñanza. Además, aunque
trabajaran, debido a las distorsiones financieras que provoca la doble
moneda y a los bajos salarios, no podrían sostener a sus grupos. Antes
de 1959, los partidos solían autofinanciarse por las cuotas pagadas por
sus afiliados y donaciones de simpatizantes y personas anónimas.

Para hacer oposición política, periodismo libre, tener oficinas de
abogados independientes o cualquier organización de una sociedad civil,
se necesitan fondos. ¿Cómo obtenerlos?

Existen fundaciones extranjeras privadas las cuales, después de
presentarles determinados proyectos, conceden créditos. En las
sociedades democráticas del primer mundo, instituciones gubernamentales
también otorgan ayudas.

¿Es lícito? Sí. Pero para el régimen castrista es ilegal y usted puede
ser sancionado por la anacrónica Ley Mordaza, vigente desde febrero de
1999. Si las leyes de una nación prohíben obtener fondos en otros países
para financiar actividades políticas, periodísticas o de otro tipo,
entonces ese país, Cuba en este caso, debiera contar con mecanismos
bancarios que permitan conseguir esos recursos.

Pero en la Isla la oposición es ilegal. La disidencia casi siempre se ha
financiado con instituciones o fundaciones asentadas en Estados Unidos.
Algo que no es ilegal en ese país y públicamente se informa.

Fondos

No estoy en contra de recibir dinero de instituciones gubernamentales
estadounidenses, siempre y cuando se pueda justificar con el trabajo que
se realiza. En el caso del periodismo, reportar para la VOA, Radio
Martí, BBC y Radio Exterior de España, entre otros, no es un delito.
Excepto en Cuba, Corea del Norte o quizás en China y Vietnam.

Cualquier dinero procedente del exterior lo pagan los contribuyentes de
ese país. Cuando se trate de actividades políticas o periodísticas, lo
ideal sería recibir dinero de fundaciones y ciudadanos o empresas
periodísticas.

Una parte importante de la financiación a la oposición ha procedido del
Departamento de Estado de Estados Unidos u otras instituciones
federales. Los grupos opositores locales que consideran que eso es ético
y es una manera lícita de obtener fondos, entonces debieran ser
transparente en su gestión.

Y el 95 por ciento de ellos no rinden cuentas ni redactan informes
públicos. La mayoría de las veces, los integrantes de esos grupos
desconocen cómo se manejan los fondos recibidos. Y por lo general
administrados por la persona al frente de la agrupación opositora.

Justifican el secretismo con el pretexto, a veces fundado, de que no
llegue a los oídos de los cowboys de la Seguridad del Estado, que actúan
como piratas del siglo XXI y ocupan el dinero y los bienes sin el debido
proceso jurídico.

Pero, y es lamentable decirlo, esa opacidad para manejar recursos
colectivos es el embrión de los comportamientos corruptos dentro de la
oposición cubana. En la mayoría de las organizaciones disidentes,
llámese como se llame, esa ausencia de una gestión supervisora y de
acatar un marco regulatorio transparente, provoca que algunos opositores
defrauden dinero y bienes que no son suyos o se apropien de una parte.

Con su errático desempeño, entregan en bandeja de plata a la
contrainteligencia suficiente información para dividir y generar
conflictos interpersonales dentro de la disidencia.

¿Cómo acabar con esos métodos corruptos y nefastos, que no solo
desprestigian a la disidencia, sino que sientan un mal precedente para
una futura democracia? ¿Se imaginan a un actual opositor venal siendo
mañana ministro o funcionario del Estado? La forma más razonable para
atajar ese fenómeno es ejerciendo transparencia.

Que puede ser mediante informes trimestrales o anuales. Por ejemplo, los
reporteros de Periodismo de Barrio, liderado por Elaine Díaz, en su
página web tienen un balance de la gestión del dinero que reciben.

Medidas

La medida de la administración de Trump, de recortar drásticamente
fondos de ayuda a la oposición cubana, más que nefasta, marca un nuevo
camino y obligará a trazar modelos diferentes en la obtención de recursos.

Además, propicia mayor autonomía y credibilidad. Y puede acabar de
sepultar definitivamente esa mentalidad tan cuestionable de buscar
soluciones a los problemas de Cuba mediante mecanismos patrocinados por
otros gobiernos.

Los intereses de Estados Unidos son sus intereses. No necesariamente los
nuestros. Por supuesto, la solidaridad gubernamental de esa nación y
también de la Unión Europea, es un espaldarazo a la hora denunciar la
falta de libertades políticas y violaciones de derechos humanos del
régimen cubano.

Pero hasta ahí. El dinero que se necesita para hacer proyectos
políticos, en las duras condiciones del absurdo socialismo tropical,
debieran proveerlo aquellos cubanos del exilio que les concierna el
futuro de su patria. Dinero de su bolsillo. No del ajeno. Y si
consideran que no es una inversión inteligente enrolarse en un asunto
que no les pertenece o no les interesa, están en su legítimo derecho de
no donar ni un centavo.

El problema de Cuba pasa por los cubanos. Por los de adentro y los de
afuera. De nadie más.

La modernización de la sociedad y el futuro que nos tracemos es un
asunto de nosotros y debemos resolverlo con creatividad, mayor humildad
y más unidad de criterio.

Quizás la oposición cubana termine agradeciendo a Donald Trump por
recortar millonarios fondos que pocos conocían adónde iban a parar.
Créanme, siempre es mejor ser lo más independiente posible.

Source: Autonomía económica para la disidencia cubana siempre será
beneficiosa | Cuba -
http://www.diariolasamericas.com/america-latina/autonomia-economica-la-disidencia-cubana-siempre-sera-beneficiosa-n4123164

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