miércoles, 17 de mayo de 2017

La misma intolerancia del Quinquenio Gris

La misma intolerancia del Quinquenio Gris
El régimen continuará exigiendo a los intelectuales su obediencia total
Miércoles, mayo 17, 2017 | Orlando Freire Santana

LA HABANA, Cuba.- Aquellos simpatizantes del castrismo que se han
esforzado por interpretar de una manera menos rígida la famosa frase con
que Fidel Castro coronó sus Palabras a los Intelectuales en junio de
1961: "Dentro de la Revolución, todo; fuera de la Revolución, nada",
creen hallar cierta "flexibilidad" en la primera parte de la sentencia.

Según esa opinión, si un artista creaba una obra que no se opusiera al
Gobierno, esa obra podía recibir el visto bueno de las autoridades,
aunque su creador no entonara loas al castrismo. En ese contexto se
empezó a manejar el concepto de "intelectual honesto", es decir, el que
no se alineaba junto a la revolución fidelista, pero tampoco clasificaba
como contrarrevolucionario.

Sin embargo, diez años después, acorralado por el escándalo
internacional que ocasionó el encarcelamiento del poeta Heberto Padilla,
el castrismo echó a un lado la "honestidad intelectual" y, mostrando su
verdadero rostro colmado de intolerancia, les exigió a los artistas la
total incondicionalidad al régimen.

Comenzaba lo que algunos críticos han denominado como el Quinquenio Gris
de la cultura (1971-1976), uno de los períodos más lúgubres en la vida
intelectual de la isla.

Aunque, en honor a la verdad, la grisura ha sido una constante en la
vida cultural de la nación a partir de 1959, los simpatizantes del
castrismo a que aludimos anteriormente han pretendido delimitar la
vigencia de ese nefasto período. De acuerdo con ese punto de vista, el
acceso de Armando Hart a la dirección del Ministerio de Cultura en 1976
habría restañado muchas heridas, y dado paso a una era de comprensión y
confianza entre la vanguardia artística y los gobernantes de la nación.

Mas, si quedaba alguien que honestamente pensara en una Cuba abierta a
la tolerancia, y respetuosa del credo de sus artistas e intelectuales,
debe de haber recibido el clásico "cubo de agua fría" con el discurso
pronunciado por el primer vicepresidente Miguel Díaz-Canel en la
clausura, el pasado miércoles 10 de mayo, del Consejo Nacional de la
Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

El evento era la culminación de un proceso de reuniones provinciales,
donde los escritores y artistas de todo el país se manifestaron a favor
del ejercicio de la crítica y de que, al menos en el espacio de la
UNEAC, se pudieran discutir todos los temas con absoluta libertad.

Pero el señor Díaz-Canel, al parecer, no acudió a la reunión con el
ánimo de hacer concesiones, sino para imponer directivas. Según reflejó
el periódico Juventud Rebelde en el trabajo "Hay que ser siempre un
revolucionario activo", el probable sustituto de Raúl Castro convocó a
los escritores y artistas a prepararse para "enfrentar mejor la perversa
batalla ideológica, cultural y económica a la que estamos sometidos
constantemente".

Y tras aseverar que los argumentos del Gobierno no solo debían
asimilarse en espacios como la UNEAC, sino que era menester llevarlos
también a las calles, el Primer Vicepresidente dijo a los intelectuales
que "en todo momento hay que ser un revolucionario activo".

Es como si resonaran los ecos del discurso pronunciado por Fidel Castro
en la clausura del Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura en
abril de 1971. La maquinaria del poder no se contenta con la existencia
de "intelectuales honestos" que no incomoden demasiado al gobierno. Los
quiere totalmente comprometidos con el régimen.

Source: La misma intolerancia del Quinquenio Gris CubanetCubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/la-misma-intolerancia-del-quinquenio-gris/

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