El Parque Zoológico
4 Abril, 2017 9:58 pm por Jorge Bello Domínguez
Güira de Melena, Artemisa, Jorge Bello, (PD) En el año 1937 el Dr.
Carlos de la Torre Huerta y un grupo de profesores de la Universidad de
la Habana, gestaron la idea de crear un Zoológico en la capital,
proyecto que se materializó dos años después con la creación en los
predios de una finca-vivero de nombre "La Rosa", propiedad del
Ayuntamiento de la Habana, lo que hasta la fecha se conoce como "El
Zoológico de 26".
Fue el primero en el país y en su inauguración estuvo presente el
entonces presidente de la república, Federico Laredo Brú.
Lo que fue un lugar de disfrute y diversión para los más pequeños de la
familia, en la actualidad ve empañado su antiguo esplendor por el
deterioro evidente en sus instalaciones de recreo, así como por las
pocas y mal alimentadas especies de animales que se exhiben. Además, los
trabajadores gastronómicos estafan al público, pero como sucede en todo
en el país, ninguna autoridad lo ve.
En reciente visita al lugar, pude constatar lo anterior.
Para estimular el buen desempeño académico que mis hijas han tenido en
el presente curso escolar, decidimos realizar una excursión al Zoológico
de 26.
Una vez en el lugar, nos dirigimos a una de las taquillas habilitadas en
la entrada para comprar las papeletas que nos darían el acceso a lo que
se supone sería un día de disfrute y apego a la fauna que allí se exhibe.
Al adquirir las entradas, la trabajadora que nos atendió, explicó que
como oferta especial del parque a los niños, se les vendía un módulo de
confituras y para su adquisición se debía mostrar la parte rasgada del
cupón en cualquiera de las cafeterías o quioscos existentes en la red
gastronómica de la instalación a un módico precio.
Así comenzamos el recorrido por el lugar. Fuimos de jaula en jaula,
donde se exhiben las diferentes especies de animales; y en todas y cada
una se puede apreciar la falta de alimentación de los cautivos: los
simios comiendo habichuelas y tomates en descomposición, en vez de las
tradicionales frutas, los felinos bastante delgados por la ausencia de
proteínas en su alimentación y los herbívoros comiéndose la hierba seca.
No pudimos ver los tradicionales y depredadores cocodrilos, a pesar de
estos ser una especie endémica. Tampoco estaban en exhibición ni
elefantes ni jirafas.
Agotados de caminar y desencantados por el paseo que no cumplía nuestras
expectativas que se fundaban en los anuncios publicitarios, nos
dirigimos a una de las cafeterías de la red gastronómica del parque
donde se nos había orientado se podía adquirir lo que ellos denominan
"módulo de confituras", y que consiste en: un sobre de Pelly con sabor a
ajo, cuatro galletas cubiertas de chocolate (africanas), un paquete de
caramelos y dos pequeñas bolsas con galletas dulce y de soda, para un
importe total de cincuenta pesos (2 cuc), que nos fue despachado por una
joven y muy grosera dependiente.
En ese mismo establecimiento gastronómico, el cual lleva por nombre "El
Mono Araña", estábamos tomando un refrigerio, cuando una señora que
aparentaba unos cuarenta y tantos años, acompañada de dos niños, tuvo
una acalorada discusión con una de las camareras del sitio debido al
precio del módulo, ya que según decía, le habían cobrado por esa misma
oferta, en otro establecimiento, unos minutos antes, solo veintisiete pesos.
No esperé el final del justo reclamo de la señora, porque decidí
retirarme del lugar para que mis pequeñas no siguieran presenciando la
cantidad de insultos e improperios que de ambos lados salían sin que
ninguna autoridad del lugar diera la cara, dejando margen a la duda
razonable sobre la complicidad de los dirigentes de la instalación con
las fechorías que allí se cometan.
Lo que se supone fuese un parque de diversiones se ha convertido en una
zona en ruinas. Casi la totalidad de los columpios, mecedoras y
cachumbambés se hallan rotos o en mal estado. Solo en algunos se podían
montar los muchachos, por lo que no tuve más opción que terminar en
manos de los cuentapropistas que ofrecen sus "servicios" y en sus
ingeniosos aparatos temáticos, acabar de gastar el poco dinero que me
quedaba. En sus aparatos, cada vuelta de apenas dos minutos de duración,
cuesta cinco pesos.
En el regreso a casa, estuve recordando aquella época de mi niñez en la
que mis padres me llevaban a ese mismo Zoológico, las variadas ofertas
de confituras y golosinas que encontrabas en las cafeterías sin tener
que hacer las kilométricas colas de ahora, sin empleados queriéndote
estafar. Había diversidad de animales en exhibición. Podías disfrutar un
entorno agradable y feliz por doquier. Sentí nostalgia. Y pena por
nuestros hijos pequeños, que no han tenido la posibilidad de vivir esos
momentos en la Revolución de la Destrucción.
comuni.red.comunitaria@gmail.com; Jorge Bello; móvil +53 53353648
*Red Cubana de Comunicadores Comunitarios
Source: El Parque Zoológico | Primavera Digital -
https://primaveradigital.org/cubaprimaveradigital/el-parque-zoologico/
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