Deshielo, represión y la legalidad dictatorial
29 Marzo, 2017 2:29 pm por Julio M Schilling
Miami, USA, Julio M. Shiling, (PD) Más turistas, más remesas y más
condescendencia internacional, han traído a Cuba, más represión y más
miseria del espacio contestatario. Las fórmulas terroríficas de moda hoy
vienen con un apego a la legalidad fullera de la oficialidad y son
ejecutadas con la mayor inmodestia. El surrealismo existencial cubano,
uno de los logros verdaderos del castrocomunismo, ha abierto una era
nueva en la vida de los residentes en la Isla que queda demostrado en la
mecánica del modus operandi dictatorial.
Regímenes totalitarios, como el castrista, ven en la mecanización del
terror, un arte imprescindible para la durabilidad del mando. No es ésta
una cuestión de capricho o un fenómeno sui géneris. Simplemente es un
hecho. El totalitarismo urge de la coacción metódica de la aplicación
del terror, tanto el duro y directo como el blando e indirecto, para
mantener en conformidad su organización estratégica de la sociedad y el
poder político, puntos clave en el manejo de una dictadura de dominación
total. Entre los instrumentos para aplicar el terror y la represión,
está su legalidad que incluye sus leyes, su código penal, su
constitución y la impunidad extendida a los reforzadores de dicho aparato.
La noción que regímenes totalitarios son entidades dogmáticas y que no
ejercen un pragmatismo calibrado, es falsa. Pese al estar circunscrito
en lo abstracto por ideologías radicales y apocalípticas, la verdad es
que tanto los comunistas, los fascistas como los islamistas, han
profesado en la práctica una adaptabilidad a los factores
internacionales que se les ha presentado. La primacía de preservar el
poder con todas sus dádivas, ha decretado la facultad para que los
parámetros de la arbitrariedad se extiendan hasta los límites que los
defensores de la libertad y la democracia en el mundo estén dispuesto a
tolerar. Por eso hay que entender el formulario fraudulento de apelar a
"leyes" o "artículos" de una legalidad soberbia y antitética a un Estado
de derecho, como simplemente una modalidad represiva que se aprovecha de
la indiferencia que relaciones diplomáticas, convenios comerciales y
otros contextos de "normalización" le prestan.
Acusaciones y cargos como "desacato", "difusión de noticias falsas",
"desobediencia", "resistencia", etc., alcanzan proporciones inauditas y
se convierten en el mecanismo preferido para intentar limitar todo
esfuerzo de coordinación contestataria. En otras palabras, esto es la
intención dictatorial para presentar el pretexto para oprimir a un
pueblo y pretender ofrecer un puente de racionalización legal que busca
equivaler, falsa y desfachatadamente, el legalismo comunista con la de
un Estado de derecho en un país libre.
El ejercicio de confeccionar un código penal en un país donde no hay un
Estado de derecho, es mero teatro. Sin embargo, es parte de un
componente muy importante para el poder dictatorial. No por su uso
justiciero o por aportar éste ningún aditivo moral. La legalidad
castrista, ese simulacro que intenta en la imaginativa ser equiparada
con las de las democracias, sirve para reforzar la contracultura
penetrando la psiquis social de la sociedad cubana, fundamenta una
concienciación falsa de la realidad y a la vez, pinta para el exterior
un cuadro engañoso.
Al dictador Raúl Castro le tocó capitanear las riendas dictatoriales
relevantes, en mares tranquilos, analizado desde el prisma de un
contexto histórico internacional. El presidente estadounidense en turno,
siempre ha sido una variable seminal que ha impactado el nerviosismo del
régimen castrista por razones obvias. Barack Obama y su deseo insistente
desde que llegó al poder de "normalizar" lo anormal e inmoral y
aproximarse a una dictadura sanguinaria e injerencista a 90 millas de su
costa, sin exigir ni una mínima rendición de cuentas, le dio al raulismo
la luz verde para profundizar la práctica insana de aplicar castigos
arbitrarios, en tribunales de canguro. El despotismo cubano ha
respondido a condiciones que le ha favorecido y se permite el lujo de
trazar este curso nuevo en el caso cubano de la coexistencia, sin
embargo, éste ha sido uno muy aprovechado por el comunismo internacional
a través de la historia.
Détente, ese concepto político cuya palabra proviene del francés, en su
uso práctico mejor se explica como una política de "distensión". Ésta
tuvo su apogeo como un ejercicio de la política internacional en los
años 1970's. Fue un fracaso contundente, juzgado como estrategia para
promover y defender la democracia. Esta etapa de un percibido deshielo
de la Guerra Fría, sólo sirvió para engrosar la lista de países y
movimientos comunistas en el mundo. Obama al oficializar su détente con
los Castro, ha encarrilado a Cuba a seguir el curso fallido que
políticas de distensión le han extendido a regímenes de dominación total
en el pasado: (1) fortalecer el despotismo y (2) conspirar contra la
gesta de liberación.
Cuando el ex mandatario estadounidense pronunció su justificativo para
el acercamiento con la tiranía más longeva en el Hemisferio Occidental,
en ese mismo discurso del 17 de diciembre de 2014, contenida dentro de
su racionalización empaquetada, estaba la referencia a China comunista y
Vietnam y sus relaciones respectivas con los EE UU. Ese mismo instante
debía de haber servido para dejar ateridos a los esperanzados y los
promotores de buena voluntad del esquema de deshielo obamista.
Los casos de Bui Hieu Vo, igual que Phan Kim Khanh, son dos ejemplos
recientes donde el Estado leninista de Vietnam le adjudicó cargos
"criminales" a blogueros que, según el código penal de los vietnamitas
comunistas, dicta de proporcionar "información fabricada" y por ende, de
haber hecho "comentarios contra la República Socialista de Vietnam".
¡Qué locura! Vietnam, con su economía mercantilista pujante y un actor
en ascenso en la panorámica económica global, ha logrado un
perfeccionamiento en su capacidad monstruosa para reprimir y controlar a
sus ciudadanos y han alcanzado anestesiar la sensibilidad de las
democracias en el planeta.
Los chinos han elaborado una maquinaria aún más genial y con mayor
complicidad del mundo libre. Con ocho años más de experiencia que los
vietnamitas en el ejercicio del prototipo que es el comunismo asiático
(Estado dictatorial leninista con una economía híbrida) y poseyendo una
economía de mayor tamaño, el Partido Comunista de China ha formulado una
dictadura plenamente sólida, con todos los ingredientes necesario para
la perpetuidad potencial: una población domesticada, una clase
empresarial sumisa y fusionada al poder político, un modelo económico
conveniente que les sirve para sustentar el costo impresionante de los
mecanismos de terror y de control social y a la vez, les posibilita la
retención de los atributos tiránicos de un régimen totalitario.
Hasta los demócratas del globo, los que pudieran y debieran confrontar
semejante modelo liberticida, esta política de coexistencia les ha
proporcionado un efecto hipnótico a la clase política democrática que
parecerían estar engañados (o auto engañados), al concluir éstos
equivocadamente que si participas en el mercado y con las finanzas y
eres parte de la división de labor internacional, no puedes tener un
modelo de gobernanza tan malévolo.
De esa ingenuidad o complicidad está apostando alimentarse el
castrocomunismo. Su legalidad cada día está más audaz y es producto de
esta oportunidad que, lamentablemente, le han proporcionado.
jmshiling@patriademarti.com; Julio M. Shiling
Source: Deshielo, represión y la legalidad dictatorial | Primavera
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