jueves, 5 de enero de 2017

Año nuevo, vida nueva

Año nuevo, vida nueva
PEDRO CAMPOS | La Habana | 5 de Enero de 2017 - 08:27 CET.

Año nuevo, vida nueva. Así decían mis padres por estas fechas cuando yo
era niño. Entonces, generalmente, la nueva vida era empezar un nuevo
proyecto laboral, estrenar una nueva casa o un auto, prepararse para
casarse y formar una familia, comenzar a organizar un viaje a otro país,
iniciar estudios de alguna importancia, mudarse del campo a la ciudad y
otras por el estilo.

Y esto era posible no solo para las clases poseedoras de grandes
capitales, latifundios, rentas y negocios. Una bastante extendida clase
media, con diverso nivel de ingresos, organizaba esos proyectos. Entre
ellos, maestros y otros profesionales que trabajaban para el Estado,
muchos pequeños y medianos empresarios y comerciantes y no pocos
trabajadores libres que se asociaban de distinta forma para producir y
hacer vida, junto muchos trabajadores asalariados de compañías
nacionales y extranjeras que pagaban bien a sus empleados.

Sin embargo, la "nivelación" económica y social —sí, está leyendo bien
lector, como si hubieran pasado una moto niveladora por arriba de la
sociedad cubana— impuesta desde 1959 hizo que a partir de entonces se
hiciera muy difícil, por no decir imposible, que los cubanos pensaran en
hacer esa vida nueva en el año nuevo.

Desde entonces una filosofía igualitarista absurda y contraproducente y
un empobrecimiento generalizado se encargaron de obstaculizar la mayoría
de los proyectos personales.

En lugar de ayudar a los pobres a elevar sus ingresos con superación
técnica y profesional; de promover préstamos para nuevos negocios
pequeños y medios, privados o asociados; de elevar el nivel de la
técnica en la producción industrial, agrícola o los servicios, se fue
convirtiendo a todos los trabajadores y productores en asalariados
estatales y se pretendió quitar a los de más ingresos para mejorar
directamente a los de menos, al estilo Robin Hood.

El fenómeno se fue agravando con el aumento de la centralización de las
decisiones y la concentración de la propiedad en el Estado, hasta el
punto de que en un momento determinado, salvo algunos campesinos, toda
la economía estaba en manos del Estado y prácticamente nadie estaba en
capacidad de imaginarse un proyecto personal de vida fuera del mismo.

Ya desde la llegada del llamado Periodo Especial con las pequeñas
aperturas al trabajo privado, al turismo y al trabajo para extranjeros,
los proyectos de la mayoría de la gente joven y preparada, o de los que
han logrado levantar algún capital, se reducen a crear condiciones para
poder salir de Cuba a establecerse fundamentalmente en EEUU, en busca de
una nueva vida.

Y es que hace muchos años, por la filosofía aparentemente colectivista,
en verdad Estadocéntrica-impositiva-paternalista, no se estimula la
prosperidad individual y se obstaculizan los proyectos personales. El
que prospera es perseguido. Se prohíbe acumular riqueza. Y todo eso de
proyectos individuales o familiares de vida es visto como "capitalista"
o "pequeñoburgués" por el extremismo que pretende identificar izquierda
y socialismo con pobreza y estatalismo absurdo, absoluto y corrupto.

Todo ese capitalismo monopolista de Estado, disfrazado de socialismo, en
el aspecto moral e intelectual condena a los individuos a transformarse
en "masas manipulables" por el paternalismo estatal, la información
unidireccional y la ausencia de oportunidades personales fuera del Estado.

Ya no es posible seguir "tapando el sol con un dedo". El "socialismo de
Estado" fracasó donde quiera que se intentó. También en Cuba. Los
gobernantes actuales, los mismos de la llamada revolución democrática
del 59 —por sus propósitos—, que ellos desvirtuaron para continuar
indefinidamente en el poder, lo saben; pero persisten en mantener su
modelo estatal centralizado de política y economía, porque temen que
cualquier cambio importante los lleve a perder el poder y no dejan de
tener razón.

Se les propuso una transición hacia un socialismo democrático, donde
cupieran todas las formas de producción y se estimulara preferentemente
el trabajo libre, privado y asociado, pero optaron por fortalecer su
capitalismo de Estado, a partir de una alianza con el capital
extranjero, que les permita compartir la explotación asalariada de los
trabajadores cubanos.

En Cuba, las fuerzas productivas revolucionarias presentes en los
emprendedores privados o asociados no acaban de predominar porque el
estatalismo sigue imponiendo amarras, continúa monopolizando los
mercados internos y externos y permite la inversión extranjera solo
cuando le conviene y se beneficia ampliamente de ella.

De Raúl Castro no creo que podamos esperar más cambios. El preferirá
retirarse del poder siendo fiel al legado del hermano; pero cuando lo
entregue, podrá hacerse el de la vista gorda ante modificaciones que
francamente orientarán más la economía hacia el capitalismo privado más
explotador, en medio de la repartición de la piñata.

Pero para entonces también se preparan muchos cubanos, quienes
igualmente se van a beneficiar de las necesarias transformaciones en el
mercado y en las leyes mercantiles que van a necesitar los piñateros.
Así nos estaremos acercando a una época en que el año nuevo empiece a
traernos vida nueva.

Source: Año nuevo, vida nueva | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1483543734_27872.html

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