sábado, 9 de julio de 2016

Tormenta perfecta o perfecto timo?

¿Tormenta perfecta o perfecto timo?
JOSÉ HUGO FERNÁNDEZ | Miami | 9 de Julio de 2016 - 09:19 CEST.

Eso que tan graciosamente bautizaron desde Cuba como "la tormenta
perfecta", no debe responder sino a otra jugarreta macabra del régimen.
Para creérmela tendría que verla. Y claro que no quisiera verla, si ello
implica la muerte o el atropello de inocentes.

Ni siquiera pongo en duda la posibilidad de que en algún momento se
produzcan brotes de protesta o de rebelión popular en la Isla. Lo que
dudo es que la dictadura, en vez de prepararse en silencio para la
eventualidad —como ha hecho siempre—, se gaste el lujo de anunciarla
como algo que escapa de sus previsiones y que, además, al dejar correr
el anuncio rompa el bloque monolítico de disciplina partidista y militar
que rige en sus filas.

Ese es el principal motivo para tomar en solfa la presunta tormenta.
Aunque, curiosamente, es el mismo que algunos mencionan como indicio
inequívoco de su credibilidad, o sea, el hecho de en que en esta ocasión
las voces de alarma provienen de la Isla, anticipadas nada menos que por
el vocero oficial de la dictadura.

La verdad es que por más que me esfuerzo por asumirlo seriamente, no
deja de parecerme una ingenua auto-tomadura de pelo lo que se especula
sobre la posibilidad de que este asunto, o su revelación, haya provocado
un cierto triángulo divergente entre la dirección del periódico Granma,
el vicepresidente Miguel Díaz-Canel y el Departamento Ideológico del
Comité Central del Partido Comunista (PCC).

Una cosa sería la contingencia real y concreta de alguna forma de
revuelta popular, algo que siempre ha estado latente y que hoy, por
momentos, parece más cercana que nunca. Pero otra cosa bien distinta es
que tal posibilidad resulte manipulada por los estrategas del régimen
con fines que solo ellos conocen.

¿Qué intentan? ¿Precipitar la completa eliminación del embargo? Puede
ser, si tenemos presente cuánto preocuparía a EEUU que se produzca una
crisis violenta en Cuba, con sus secuelas de huidas masivas hacia el
norte y con la consecuente desestabilización de la región. Eso por no
hablar de las frustraciones de más de un millonario inversionista a los
que el generalato castrense les está tendiendo alfombra.

¿Acaso se han olido que el hartazgo de la población terminará explotando
temprano o tarde, e intentan poner el parche (anunciándolo) antes de que
salga el hueco, con la mañosa intención de que el mundo "comprenda" y
perdone a priori sus planes represivos, disfrazados de imperiosa
necesidad de mantener el orden?

¿O será que al anunciar que saben lo que puede ocurrir, tratan de
atemorizar a los potenciales revoltosos anunciando aquello de que guerra
avisada no mata soldado?

Igual serían todas esas cosas juntas, o muchas otras alternativas
mañosas que de seguro podrán agregar los lectores. En todo caso, lo que
me parece es que la tormenta, perfecta o no, no es la que se anuncia
ahora, sofocando los titulares, sino la que el régimen sería capaz de
provocar con tal de salirse con la suya.

¿O es que alguien duda a estas alturas que no lo pensarían dos veces
para condicionar incluso focos de revueltas, con sus correspondientes
estrategias represivas?

Por lo demás, aunque me gustaría, no soy de los que cifran esperanzas en
lo que ahora mismo pueda derivarse de una revuelta popular violenta
contra el régimen.

Desde Sócrates hasta Martí, son muchos los grandes pensadores de la
historia (hombres por demás moralmente intachables) que aprobaron la
rebelión contra el gobierno opresor, no solo como un derecho sino
incluso como un deber de la ciudadanía. El propio Martí sentenció, en
1892: "Bien es que merezca ser echado de la Casa de Gobierno, quien para
gobernar haya de menester, en vez de vara de justicia, de puñal de asesino".

Sin embargo, él mismo, sabedor de que en todo hombre puede germinar la
semilla de un déspota, tuvo a bien advertirnos: "Una revolución es
necesaria todavía: ¡la que no haga presidente a su caudillo, la
revolución contra todas las revoluciones". De modo que aunque legitimaba
el enfrentamiento contra un gobierno violento y opresor, Martí insistía
en la conveniencia de no combatirlo con sus propios métodos, debido a la
enorme posibilidad de que la historia termine repitiéndose.

Entonces, ¿qué resulta más aconsejable hoy para la gente de Cuba:
matarse unos a los otros, con el riesgo de terminar depositando el poder
en manos de nuevos poderosos o nuevos caudillos; o, en caso contrario
—aunque no sea la vía más rápida, ni la que más me les guste quizás a
los desesperados y a los politiqueros presurosos por montar su show para
dar más de lo mismo—, ir cimentando de una vez y por todas las bases de
un futuro próspero y civilizado?

Para gusto se hicieron colores y para escoger las flores, dejó dicho el
dicho. Y así es.

Source: ¿Tormenta perfecta o perfecto timo? | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1467984139_23698.html

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