lunes, 11 de julio de 2016

Odios cubanos

Odios cubanos
Una animosidad profunda hace que muchos cubanos prefieran la selva entre
Colombia y Panamá o los tiburones del Caribe
Martes, julio 5, 2016 | Luis Tornés Aguililla

SAN SEBASTIÁN, España.- Tuve el cuidado de leer el último libro de
Roberto A. Solera de Castro "Cuba: la República de militares y
estudiantes, de Machado a Batista. Apuntes históricos 1933-1952"
(Alexandría Library Publishing House, Miami). Su lectura me procuró una
idea más precisa de los odios profundos que, desde la independencia
hasta nuestros días, avasallan la vida de la nación cubana, aún y por
largo tiempo en ciernes.

Hoy también subyace en la sociedad cubana un odio enfermizo donde nada
es a medias, incluyendo su involución social con los chivatos en casa, y
los bocazas jadeantes como aquel hombre que, al verse devuelto a Cuba
desde México repetía en una encantación casi religiosa una sola palabra
soez ante los hipnotizados pasajeros del avión.

Es que los estragos del castrismo parecen ser la continuidad exponencial
de un fondo antropológico disimulado detrás de la americanización de
Cuba a todo lo largo de los casi 60 años de "República" o, dicho de otra
manera, aquellos lodos habrán traído la presente cloaca. El libro de
Solera de Castro anuncia esa conexión intemporal del espíritu
destructivo en la Cuba de siempre. El texto detalla la época bestial de
aquellos presidentes y tiranuelos, el ambiente gansteril generalizado,
de refriegas y de asesinatos políticos. ¿Cómo olvidar el relato
espeluznante de Pablo de la Torriente Brau sobre su paso por la prisión
de Isla de Pinos bajo el machadato en los años 30?

No creo en la demencia colectiva, pero lo que sí es una realidad perenne
en aquella Isla es la negación del otro, una negación que se torna
criminal en lo político: ayer Gerardo Machado y Batista y hoy los
empresarios disfrazados de generales niegan la expresión legal y libre
de la opinión divergente, al amparo del aparato de Estado.

El vector común de los odios políticos de antes y de los actuales
siempre ha sido el poder y el dinero, y es así como Fidel Castro fusila
en el año 2003 a tres cubanos con toda la frialdad del mundo sin que se
escuche, salvo en contadas excepciones, el murmullo necesario, porque
todos saben dos cosas: que los fusiladores han de matar por tal de
seguir mandando y que el crimen responde a un interés comercial ligado a
la actividad turística, gracias a la cual el régimen obtiene buena parte
de sus ingresos. Otra vez el dinero y la demostración de la fuerza
bruta, bestial, sangrienta.

Mientras tanto, muchos cubanos se siguen marchando lo más lejos posible
porque el futuro en la isla pende cual piltrafa en garfio de carnicería.
Aunque el presidente Obama y su sucesor pinten mil pantomimas
circunstanciales, la gente en Cuba siente que la miseria y los odios
polimorfos paralizan la vida del país, el odio de los supuestos
comunistas que saben que se acabó la fiesta, el odio de los gobernados
que no quieren obrar para un poder liberticida, el odio al familiar que
no manda dólares desde el extranjero, el odio al perro del vecino que
ladra demasiado, en fin, una animosidad profunda por la que muchos
cubanos prefieren la selva entre Colombia y Panamá o los tiburones del
Caribe.

¡Allá va eso!

Source: Odios cubanos | Cubanet -
https://www.cubanet.org/colaboradores/odios-cubanos/

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