jueves, 7 de julio de 2016

La intelectualidad rastacuera (II)

La intelectualidad rastacuera (II)
Tras más de medio siglo de castrismo, la democracia en Cuba no es
problema de transición, sino de completo desmontaje y reconstrucción
Arnaldo M. Fernández, Broward | 07/07/2016 12:28 pm

Cuatro meses antes de que Fidel Castro atacara el cuartel Moncada, Carl
Joachim Friedrich presentó su ponencia The unique character of
totalitarian society en conferencia de la Academia Americana de Artes y
Ciencias. Desde entonces se sabe que la dictadura de partido único
ñángara viene convoyada con la ideología oficial que venga en ganas, la
represión política, la dirección centralizada de la economía y el
monopolio sobre las armas y los medios de comunicación masiva.
Ya no vale la pena ni recordarlo, porque el problema no estriba en que
semejante Estado cancela el desarrollo de la nación, sino en cómo la
nación podría cancelar semejante Estado. Algo que jamás podrá conseguir
la nación cubana con esa oposición politiquera y pedigüeña de que
adolece. En su más reciente episodio de circo, José Daniel Ferrer y
Guillermo Fariñas rompieron con la concertación MUAD porque no
contemplaba acciones cívicas en las calles. El líder de MUAD, Manuel
Cuesta Morúa, desmintió que así fuera.
Transición del objeto
Tampoco podrá conseguirse la cancelación del Estado totalitario por
influencia de los intelectuales. Así como la bandería anticastrista
traga mamotretos sobre la transición a la democracia, la bandería
castrista cifra el destino de la nación en el mamotreto que empalma la
conceptualización de no se sabe qué modelo con el plan nacional de no se
sabe qué desarrollo económico-social.
Lo que se sabe es que la discusión popular de tal mamotreto es mero
trámite, pero cabe agregar que así se arrinconan más todavía los
cubanólogos de dentro, tan pródigos opiniones ya sea a favor del
régimen, si se quedaron, o en contra, si se fueron. No en balde los
cubanólogos de oídas presenciaron cómo su pericia se devaluaba en picada
ante la arrogancia del objeto de estudio Cuba en el reciente congreso de
LASA (Nueva York, mayo 27-30, 2016).
El panel de LASA sobre las relaciones Cuba-EEUU premió a protagonistas
políticos del restablecimiento: Josefina Vidal (MINREX), Roberta
Jacobson y Jeffrey de Laurentis (Departamento de Estado). Quedaron atrás
expertos como Soraya Castro (Universidad de La Habana) y William
LeoGrande (Universidad Americana).
Tocar de oído la cubanología dentro se torna más difícil aún por el
descenso en golden parachute del diplomático Jorge Bolaños y el espía
Gerardo Hernández en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales
(ISRI). Mientras tanto los cubanólogos de afuera siguen traficando
lugares comunes, ficciones y novelerías para mitigar el desespero con el
embullo y hasta el engaño. De cada encontronazo con la realidad —como el
pacto Obama-Castro— salen con que sobrevino algo imprevisible o inesperado.
Objeto de la transición
Tras más de medio siglo de castrismo, la democracia en Cuba no es
problema de transición, sino de completo desmontaje y reconstrucción.
Para semejante empeño no hay fuerza política ni vigor intelectual en
ninguna de las banderías.
Salvo quienes cobran o buscan cobrar por ello, la transición a la
democracia no interesa a la mayoría de los cubanos ni dentro ni fuera,
porque saben que ni el gobierno ni la oposición arreglarán nada. Lo que
importa es ir tirando como se pueda y eso no es asunto político, sino
individual. Las familias perciben la emigración como estrategia de
supervivencia y las expectativas migratorias retrasan incluso el ritmo
de la reproducción.
Así discurre la transición real, que es demográfica. Las tasas cada vez
más bajas de natalidad y cada vez más altas de envejecimiento se
combinan con el crecimiento de la emigración de jóvenes y personal
calificado. Cuba no podrá sostener a su población crecientemente
envejecida sin avanzar en la productividad del trabajo y esto no podrá
lograrse en el contexto económico crítico del socialismo burocrático.
Sólo que tampoco podrá lograrse por obra y gracia de la oposición
politiquera ni de la intelectualidad vividora. Lo que viene es el despelote.
Coda
Ese despelote será muy duro para muchos, muy beneficioso para algunos e
insustancial para otros. La desigualdad se agudizará más allá del
escándalo de Antonio Castro en el Mar Egeo, pero eso que llaman pueblo
terminará por aceptarla como ha venido aceptando las demás cosas. Antes
de quejarse y rebelarse por la estratificación social, los cubanos
buscarán escalar lo más alto posible, a sabiendas de que la distinción
arriba-abajo en política y en economía deriva de la naturaleza humana.

Source: La intelectualidad rastacuera (II) - Artículos - Opinión - Cuba
Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/la-intelectualidad-rastacuera-ii-325980

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