viernes, 17 de junio de 2016

La batalla perdida de la cultura oficialista

La batalla perdida de la cultura oficialista
ORLANDO FREIRE SANTANA | La Habana | 17 de Junio de 2016 - 9:18 am.

Los gobernantes cubanos no pueden despojarse del temor de que el legado
castrista se extinga totalmente cuando desaparezca la generación
histórica de de la revolución, o apenas se implementen las primeras
reformas políticas en la sociedad. Ellos saben que la juventud no cree
en el socialismo de corte marxista-leninista, y si algunos jóvenes
entonan loas a favor del Gobierno, es casi seguro que lo hagan como
parte de la doble moral que carcome los cimientos de la nación.

No obstante, y haciendo válido aquello de que "la esperanza es lo último
que se pierde", la clase dominante acude a lo que denomina "el escudo y
la espada de la nación": la cultura. En esos términos se celebró
recientemente el III Pleno del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes
Comunistas (UJC).

Los que dirigían los debates del Pleno —Abel Prieto, Miguel Barnet,
Yuniasky Crespo Baquero, y compañía— abogaron por que los jóvenes
cubanos no vean como sus ídolos a personajes de la sociedad de consumo,
y que asocien el éxito en la vida a los valores espirituales y no a lo
material.

Estamos en presencia de palabras bonitas, pero que chocan con la
realidad que se aprecia en la propia Isla. Porque, ¿puede ir un joven
portando únicamente un diploma de vanguardia estudiantil o laboral a una
Tienda Recaudadora de Divisas (TRD), y exigir que le despachen un
artículo de primera necesidad —como podría ser una botella de aceite
comestible o una bolsa de leche— que apenas viene incluido en la cuota
mensual de la libreta de racionamiento? ¿Podrá un joven, solo con
decencia y honestidad, ir alguna vez al restaurante privado donde comió
el presidente Barack Obama, si consideramos que allí el importe de
cualquier plato iguala o supera el salario mensual de un cubano de a pie?

En cuanto a la preferencia juvenil por los personajes de la sociedad de
consumo, se trata de un proceso que en ocasiones ha sido estimulado por
las propias autoridades. Así, con tal de no ofrecerles cobertura
mediática a los peloteros cubanos que en número creciente abandonan la
Isla para jugar en las Grandes Ligas de Estados Unidos (la televisión
cubana transmite solamente un juego semanal de las Grandes Ligas, y se
buscan aquellos donde no participen los cubanos), la televisión atiborra
sus espacios deportivos con el fútbol internacional, en particular la
liga española. Como consecuencia, Lionel Messi y Cristiano Ronaldo son
hoy los ídolos supremos de la juventud cubana. Una juventud que,
contradictoriamente, apenas conoce el nombre de algún futbolista cubano.

Y para aquellos jóvenes con acceso regular a internet, y por tanto
enterados del acontecer nacional e internacional, la cantaleta presente
en el Pleno hubiese podido causar risa, de no ser por la dosis de
cinismo que contiene. Porque, ¿cómo pedirle desamor por lo material a un
cubano humilde, y a la vez hacerse de la vista gorda ante las correrías
del señorito Antonio Castro Soto del Valle por lujosos balnearios
internacionales y exclusivos campos de golf?

Uno de los planteamientos más "originales" de este III Pleno corrió a
cargo de Miguel Barnet, presidente de la Unión Nacional de Escritores y
Artistas de Cuba (UNEAC). Afirmó que "somos un país que ha creado muchas
posibilidades para que no nos quedemos en casa viendo tantas películas
chatarra. Lamento que no haya muchos jóvenes participando en la
programación cultural en los teatros, en las conferencias, en los
recitales de poesía" (Juventud Rebelde, 11 de junio).

Sin dudas, Barnet ha perdido el contacto con la realidad cubana después
de tanto tiempo disfrutando de un automóvil asignado por el Estado, y
con abundante gasolina que le permite ir del cabo San Antonio a la punta
de Maisí. Él parece no estar al tanto de las ineficiencias del
transporte público, que obligan a los ciudadanos, sobre todo de la
periferia habanera y las ciudades del interior del país, a quedarse en
sus casas.

Por otra parte, el ataque del señor Barnet contra las "películas
chatarras" podría ser el preludio de una especie de revolución cultural
cuajada de dogmatismos y prohibiciones. Ello, además, estaría en
sintonía con el espíritu temerario del punto 219 del Plan Nacional de
Desarrollo Económico y Social hasta 2030, que contempla preparar a las
nuevas generaciones contra los "mensajes nocivos" de la industria
cultural hegemónica.

Source: La batalla perdida de la cultura oficialista | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cultura/1466067614_23110.html

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