jueves, 18 de febrero de 2016

Hablando con Flavia Freidenberg sobre la transición cubana

Hablando con Flavia Freidenberg sobre la transición cubana
BORIS GONZÁLEZ ARENAS | Ciudad de México | 18 Feb 2016 - 9:25 am.

Flavia Freidenberg es miembro del Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la Universidad Nacional Autónoma de México. Su vida académica comenzó
en Argentina, su país natal, y continuó en la Universidad de Salamanca,
España, donde dirigió el Instituto de Iberoamérica.

Flavia Freidenberg accedió a conversar sobre los escenarios presumibles
en la transformación institucional del sistema político cubano luego de
conocer detalles de la campaña #Otro18 y la promoción de los derechos
políticos en Cuba.

Para alguien que estudia con detenimiento los procesos políticos en
América Latina, su evolución histórica y sus desafíos recientes, las
interrogantes sobre Cuba están en torno a las condiciones en las que se
da el actual proceso político en la Isla, el papel de la oposición en el
mismo y el análisis de las estrategias que la sociedad civil y los
grupos de oposición deberían desarrollar para impulsar y acompañar el
necesario proceso de democratización.

En Cuba se creó un sistema de poder cuya finalidad era mantener a Fidel
Castro al frente del Estado por toda su vida. Ese sistema progresó hacia
una concentración absoluta de poder. Ahora te pregunto: ¿tal sistema
debería entrar en transición, de manera obligada, una vez que Fidel
Castro lo abandona? Y de ser así, si tú fueras llamada por el Estado
cubano o por una organización de la sociedad civil a observar y
aconsejar la transición cubana, qué pudieras decir.

La experiencia de América Latina en materia de transiciones a la
democracia ha sido muy prolífica a partir de 1978 y ha habido diversos
tipos de modelos. El abandono del poder por parte del líder carismático
que ha controlado el régimen puede llevar a una transición, pero puede
no darse, como ocurrió en el caso cubano, donde se creó un sistema
exitoso de sucesión familiar.

En la región, la mayoría de las transiciones fueron conducidas por las
elites que controlaban el régimen político anterior. Y esta experiencia
no tiene por qué ser distinta en la Isla. Eso quiere decir que lo
primero que trataría es hacer entender al líder o a la coalición
gobernante del gobierno autoritario el papel (y la importancia) que
tiene en esta apertura y la importancia de que esa apertura sea lo más
legítima posible. Que cuente con la participación de todos los actores
posibles, para que sea una transición incluyente. .

Ninguna transición en América Latina se dio exclusivamente por la
movilización de la sociedad civil, pero eso no quiere decir que la
ciudadanía no tenga que estar en ese proceso. La comunidad internacional
siempre tiene algún grado de influencia en los procesos de transición.
En alguno de ellos esa influencia es muy importante, pero al menos en
América Latina, la mayoría de los países llegó a la democracia por
decisión de las elites gobernantes, muchas veces incluso presionada
desde fuera o por desgaste de esa elite y conflictos entre los que
gobiernan.

En el caso de los países de Centroamérica como El Salvador, la
transición se produjo porque había guerras civiles muy fuertes sin
vencedor claro y entonces hubo que ayudarles a negociar, a celebrar un
pacto entre las partes que no se ponían solas de acuerdo. Ahí el papel
de la comunidad internacional, de la Internacional Socialista, de Costa
Rica, incluso del expresidente español Felipe González, fue muy
importante. Finalmente, en algunas situaciones muy dramáticas, la
transición llegó por el "colapso" del régimen autoritario. Un ejemplo
claro fue el proceso de cambio en Argentina después de las Malvinas.

Lo que uno ve de Cuba desde aquí, por la información que uno tiene, es
que esta va a ser una transición tutelada por el régimen político
anterior. Y que los márgenes, los espacios de apertura, van a estar
controlados desde esa elite. Si esto fuera así, Cuba necesitará de todos
los esfuerzos posibles y toda la capacidad de innovación y creatividad
posible entre los propios cubanos, del Gobierno y de la oposición, para
dar un paso importante y significativo hacia la instalación de un
régimen democrático. Para ello, se requiere que la oposición encuentre
puntos en común que les permita jugar un papel significativo.

Los escenarios que planteas se ajustan bastante a lo que estamos viendo
en la Cuba de hoy: la presión internacional, la inevitable tensión
interna de la elite partidista y estatal, se notan también algunos
síntomas de desmoronamiento social y estatal. En ese escenario, qué
papel adjudicas a la oposición política, como puede servir mejor en la
transición que se dibuja en Cuba hoy.

Yo creo que la transición va a ser desde el Estado. En estos momentos el
régimen cubano controla el Estado además del Gobierno. Normalmente en
las democracias está el Estado y lo que cambia es el Gobierno. Lo mejor
que le puede pasar al régimen cubano para sus planes de transición es
tener una oposición fragmentada, dispersa, desunida y sin visión de
futuro. No lo digo por el régimen actual en especial, lo digo porque eso
es lo que enseña la experiencia comparada: cuanto más desunida y
fragmentada esté la oposición, más sencillo es para el Gobierno
autoritario imponer sus reglas, sus tiempos y sus condiciones.

En el escenario actual la oposición debería articular a individuos
diferentes, que han pasado por experiencias muy distintas, para
conseguir que el Gobierno autoritario encuentre enfrente de él un
conjunto de personas unidas. Se trata de "coser" historias muy diversas
que solo tienen en común, posiblemente, la urgente necesidad de una
apertura democrática.

"Coser" a la oposición es lo más difícil en todo proceso de transición.
Los regímenes autoritarios, y más los totalitarios, destruyen los
vínculos sociales, no de la oposición, sino de toda la sociedad, y la
oposición tiene que superar ese obstáculo. Encontrar ideas concretas
sobre las cuales estructurar la cooperación de la oposición, en algunos
aspectos puede ser difícil, pero en otros no lo es tanto. La oposición
tiene un capital que no es para nada despreciable, que es que demanda la
libertad. No puede haber un régimen hoy en América que no permita la
libertad de su gente, que no permita ejercer sus derechos a expresarse
libremente, que quiera continuar cercenando el pluralismo. La libertad
es un valor indiscutible y este es un valor que está del lado de la
oposición y, sin dudas, es un valor aglutinante.

Si no hay un líder en este momento que articule a la mayoría de los
sectores de oposición, pues entonces esta oposición debería pensar en
hacer una Mesa de Unidad, una concertación amplia, como ha hecho
recientemente la oposición en Venezuela.

El otro aspecto esencial para la oposición está en la naturaleza misma
de la transición, sus características y sus límites temporales. Todo
proceso de transición es un proceso dotado de incertidumbre, donde no se
conoce bien qué se puede hacer y qué no se puede hacer; quienes quieren
mayor democracia y quiénes no; qué intereses defiende cada uno. Lo
interesante es que este tipo de proceso da cuenta de que lo que antes se
hacía de un modo ya no funciona y se buscan nuevas formas, porque ahora
se pueden hacer cosas que antes no se podían hacer.

La cuestión está en que la transición no puede ser eterna, no podemos
vivir cien años en transición, porque la gente necesita certidumbre.
¿Cuándo termina la transición? Cuando haces elecciones competitivas,
libres y justas. ¿Cuál es el horizonte de la oposición o cuál debería
ser su principal demanda? Elecciones competitivas, libres y justas.
Mientras no haya elecciones donde todo el que quiera competir pueda
hacerlo y donde todo el que quiera decir algo pueda hacerlo en igualdad
de condiciones, no va a terminar la transición y no va a haber cambio
político democrático.

Diversos actores de la oposición cubana tienen cierta voluntad de
participar del proceso político, aun siendo un proceso blindado a la
participación. A eso se suma que Raúl Castro ha anunciado que en 2018,
con cerca de 90 años, abandonará el poder. En este ambiente, un grupo de
organizaciones políticas nos hemos reunido en torno a la consigna "Otro
18", precisamente para buscar que ese cambio de líder no sea una
renovación del Gobierno autoritario, sino una renovación del sistema
político cubano en clave democrática.

Dentro de la campaña "Otro 18" incluimos la demanda de elecciones
directas del presidente y el vicepresidente del país, la existencia de
un órgano electoral independiente y permanente, y exigimos la
participación plural de la sociedad. ¿Qué piensas de este camino que
hemos asumido?

Ninguna de las dos primeras son condiciones necesarias para llegar a la
democracia. Tú puedes hacer elecciones y que el órgano que realiza la
elección sea el Gobierno. Eso es lo que ocurre en Argentina, o en
España, no necesitas un órgano electoral permanente para tener
democracia. Cada sociedad requiere, en determinado momento, una serie de
medidas que otras sociedades no necesariamente requieren.

Tampoco es necesario tener elección directa a presidente y
vicepresidente para tener democracia. En España no es directa la
elección de presidente y vicepresidente, lo elige el Congreso. Y nadie
diría que las elecciones en España no son confiables, no son libres o no
son justas. Pero por ejemplo, en Brasil, en 1985, un movimiento social
muy fuerte, liderado por mucha gente, entre ellos Lula da Silva, el
movimiento Direitas ja, salió a la calle demandando elecciones directas.
Entonces, en ese momento, para esa circunstancia, era importante tener
elecciones directas para que la ciudadanía creyera en esa democracia.
Puede ser que en Cuba, por una cuestión de legitimidad, sí se necesite
tener una elección directa para generar mayor aceptación de esa elección
y para abonar el camino hacia la democracia.

Ahora, la tercera condición es básica. No puedes tener elecciones libres
y justas si hay sectores de la sociedad que no pueden participar
libremente y si no hay pluralismo político ilimitado. Si no hay libre
circulación de la información, si el derecho a ser candidatos es para
unos solos, si el derecho de votar y ser votado es solo para unos pocos
y si no hay competencia entre los diferentes grupos que quieren acceder
al poder, pues entonces no hay oportunidad para la democracia.

La democracia es un derecho de cada uno de los ciudadanos
latinoamericanos. Debería ser evidente para todos y debería ser exigido
por todos, sean del país que sean.

Para muchas personas la democracia no es perfecta, pero lo que demostró
el siglo XX es que lo que es brutalmente imperfecto es aquello que no
sea democracia.

Coincido plenamente contigo. Los que hemos vivido en dictadura, yo lo he
hecho en Argentina, sabemos perfectamente que no hay alternativa a la
democracia. En la democracia entra todo. Fuera de la democracia para mí
no hay espacio para nada. Lo que hay que entender es que la democracia
es la vida. Esa es la diferencia. La diferencia entre un régimen
democrático y otra cosa, es que el régimen democrático respeta la vida.

Por eso es tan importante el discurso de derechos humanos asociado a la
democracia. En muchos países de América Latina, por ejemplo, los
derechos de las mujeres, de igualdad sustantiva, se tuvieron que hacer a
través de los derechos humanos.

Hubo que hacerlos entrar incluso por controles de convencionalidad como
la Comisión Interamericana. El tratado interamericano tal decía que eran
un derecho humano, entonces hubo que obligar al Estado de cada uno de
los países a reconocer a ese derecho como un derecho humano. Cosas tan
obvias, como que las mujeres y los hombres somos iguales, no estaba
aprendido en la sociedad. Para mí no hay democracia sin mujeres. No hay
democracia sin indígenas, si es que es una sociedad plural y con
presencia indígena representativa. No hay democracia sin negros, si es
que esa sociedad tiene afrodescendientes. Para mí una democracia no lo
es si su sociedad no se ve incluida en las instituciones representativas
del sistema político.

Te parece entonces que el papel de los organismos internacionales
respecto de la instrumentación de estas formas de democracia que tenemos
en América Latina, ha sido muy importante.

Ha sido muy importante y ha permitido a muchos sectores de nuestros
países hacer reconocer derechos que de otra manera no se reconocían. La
Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha sido básica. Todo el
sistema interamericano de derechos humanos ha sido central para la
democratización, así como también la presencia de movimientos sociales
que presionaron por el reconocimiento de ciertos derechos (como en el
caso de Brasil o en el de México).

Tú puedes tener elecciones, incluso democráticas, y no tener Estado de
derecho. Puedes tener elecciones competitivas, libres y justas, y que no
haya mujeres en los cargos de representación popular. Y si esto no
sucede naturalmente, el Estado tiene que generar condiciones para
mejorar la equidad de la competencia y la representación de la sociedad.

¿Podría decirse que estamos en una nueva etapa de la democracia?

Totalmente. Los latinoamericanos hemos aprendidos a vivir en democracia
y no nos conformamos con sistemas incompletos. Queremos más y buscamos a
través de diversas vías pacíficas, a través del conocimiento, del
diálogo y la cooperación, profundizar en la democratización de las
democracias.

Source: Hablando con Flavia Freidenberg sobre la transición cubana |
Diario de Cuba - http://www.diariodecuba.com/cuba/1455743007_20290.html

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