sábado, 13 de febrero de 2016

Filosofando en el Café La Durañona

Filosofando en el Café La Durañona
ROGELIO FABIO HURTADO | La Habana | 13 Feb 2016 - 8:48 am.

Atardece en el desierto café de 51 y 118, en Marianao. Un veterano pasa
gritando:"Deja que lleguen los americanos, que se acabará el relajo". El
dependiente, un morenito fornido que juega fútbol, exclama: "¡Qué clase
de queme tiene ese habitante!".

Un solitario parroquiano interviene desde su banqueta: "Pues mira que no
le falta razón", y de inmediato desarrolla una filosofía, si no de café
con leche por lo menos de refresco gaseado y pan con pasta, que
transcribo aquí, enriquecida con mis comentarios.

Aquí hay libertinaje, la gente puede andar en camiseta por la calle,
plantar dondequiera una mesa de dominó, jugar a la bolita por la libre;
en resumen, menos criticar al Gobierno, usted puede hacer lo que le
parezca. Las libertades políticas no existen, pero, después de tantos
años sin ellas, la gente no parece necesitarlas para nada.

En cambio, los cubanos que se han ido viven integrados en países donde
las leyes se cumplen y se hacen cumplir. Muchos de ellos, cuando
regresan por primera vez, experimentan vivamente ese cambio de
atmósfera, como haber entrado en un ambiente mucho más relajado.

Ahora bien, ¿esto es una consecuencia buena de tantas décadas de
tranquila pobreza y estabilidad igualitaria o, al contrario, es un
síntoma grave de decadencia social?

Hasta ahí la tesis del ocasional filósofo. El dependiente futbolista
había desconectado desde el principio, negado a soportar ese "viejo
teque". El administrador del establecimiento, sentado en la trastienda,
no le había prestado ningún interés. Así, el filósofo, otro veterano,
renovó su vasito de refresco y se respondió su propia pregunta.

Hay que recordar que la revolución concibió un proyecto de sociedad muy
diferente, que sería ejecutado por el "hombre nuevo". Eso fue quedándose
por el camino, descuartizado entre "tendencias negativas"y
"rectificaciones" cuyos remedios fueron a la larga mucho peores, porque
ninguno llegó a la raíz del problema.

Casi a los 30 años, se presentó la mejor ocasión, con la perestroika de
Gorbachov, pero entonces, lejos de aprovechar la ocasión para
desmantelar el modelo marxista estalinista que se "desmerengó" en la
URSS, el Jefe Máximo le cogió miedo a aquel desorden y se opuso
totalmente, hasta hundir al país en un caos de resistencia inútil y
profundamente destructiva, tanto económica como moralmente.

Al cabo de este bombardeo histórico crítico, el futbolista reaccionó:
"Oigáme, la verdad es que a usted deberían invitarlo a Punto Cero, para
que intercambiase con El Viejo…"

Entonces, un poco amoscado, el filósofo comprendió que se le había ido
la mano, y se retiró del café, rumiando su monólogo.

Source: Filosofando en el Café La Durañona | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1455316323_20192.html

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