Adiós a la corona de Perú
Guillermo no vuelve a ir a un dentista cubano
jueves, febrero 25, 2016 | Frank Correa
LA HABANA, Cuba.- Guillermo Rivas es un cubanoamericano que vino de
visita de Miami la pasada semana y dice haber comprobado, por su propia
boca, "por qué La Habana fue elegida entre las siete maravillas del mundo".
Su historia me recuerda un viejo poema titulado "La penúltima", donde un
paciente adolorido va a un dentista y le pide que le saque la penúltima
muela, pero el doctor desconoce el significado de la palabra y le saca
la última.
Al comprobar que la muela mala sigue ahí, le aclara al médico que
penúltima es la que va antes de la última, entonces el doctor le saca la
"penúltima", que en realidad era la antepenúltima y el paciente se
marcha con la muela mala y sin dos buenas.
A Guillermo se sucedió algo parecido. Llegó a Cuba con un tremendo dolor
de muelas y la madre lo convenció de asistir a una clínica dental para
la extracción. Al llegar, encontró la consulta repleta de pacientes que
esperaban sentados en bancos de madera, pero por ser extranjero lo
atendieron primero que a la concurrencia.
"Una asistente joven, que al parecer se encarga de atender 'estos
casos', me informó que el servicio costaba 30 CUC. Me llevó hasta un
sillón donde esperaba un doctor y lo primero que advertí fue la pésima
higiene del lugar. Había viejas manchas de sangre, restos de amalgama y
residuos de extracciones; pero me intrigué más cuando observé al
dentista raspando con una cuchilla un pomito pequeño. Le pregunté que
hacía y me contestó, que la anestesia cubana no era igual que la de mi
país, que en la de aquí lo "bueno' se queda pegado en el fondo del pomo
y quería esmerarse para que no me doliera".
Dice que el médico tironeaba con la pinza "como si le estuviera sacando
la muela a un caballo" y cuando consiguió al fin la extracción y se la
mostró pudo comprobar que le había sacado la pieza de al lado. "¡Una
corona que me había puesto en Perú y me había costado 400 dólares!", se
queja Guillermo.
"Quería matarlo. Se disculpó y volvió a arremeter con la pinza,
entonces me extrajo la muela del problema, pero me dejó un pedazo de
raíz que descubrí al salir de la clínica, cuando me quité el algodón y
comencé a hurgar en el hueco. Regresé a quejarme con la asistente por el
mal servicio y me dijo que volviera el viernes, pero era imposible, el
viernes tenía que regresar a Miami y si no me atendían en ese momento me
iba a quejar a la Dirección".
Cuenta el cubanoamericano que se formó un correcorre en la clínica,
porque el doctor había entrado a una reunión del Partido Comunista y
fueron a sacarlo de allí para que volviera a atenderlo.
Luego de limpiarle los restos, asustado por las quejas de Guillermo, el
doctor le dijo que como compensación al "desliz", le iba a proporcionar
una prótesis, que al parecer construyó en tiempo record.
"No sé si la tenía preparada para alguien, porque al poco rato regresó y
me la puso. Pero no me queda bien, apenas puedo cerrar la boca. Al
hablar parezco un fañoso y nadie me entiende. Digo palenque y sale
'peneque', digo pelado y se entiende 'penado'. Voy a dejársela de
recuerdo a mi mamá, que no quiere irse a vivir conmigo a Miami y fue la
que me convenció de sacarme la muela en una clínica cubana. Para que
cada vez que la vea se cerciore de la 'potencia médica' que tienen aquí.
Lo que más me duele de la historia es que perdí la corona de Perú, que
partía hasta los chicharrones más duros y ahora tengo que comer sólo
comida blanda", dice Guillermo, que no pierde la oportunidad de ser
irónico cuando añade: "¡Qué maravilla de país!"
Source: Adiós a la corona de Perú | Cubanet -
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